Capítulo 4: Por fin pude hablar con Luz, pero no salió como esperaba.

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Por obvias razones no dejé que la niña durmiera conmigo en mi habitación, así que le di unas cobijas para que ella durmiera en el sillón de la sala.

Quizá yo era el que debió haber dormido en el sillón, pero en fin, no se quejó.

Me levanté temprano para irme a trabajar, y ella aun dormía.

Pensé en despertarla y explicarle que me dirigía a mi empleo pero, la vi durmiendo tan plácidamente que no me atreví, hasta me dio envidia de que durmiera tan cómodamente.

Solo espero que no haga ningún desastre en mi apartamento, llamaría la atención. Y si le da hambre, bueno, igual no tengo nada que comer porque no compré la despensa. Y tampoco la puedo estar alimentando de Maruchan todo el tiempo.

Qué bueno que no es mi hija porque vaya mierda de padre sería.

La rutina de siempre, vuelvo a mi puesto de trabajo, el jefe otra vez me la hace de a tos que porque faltaba dinero en las cuentas cuando no es así. ¿Sí se ha de acordar el imbécil que no soy el único que cobra en la taquilla del estacionamiento verdad? Sobre todo cuando ando haciendo limpieza.

Y justo eso me tocó hacer, limpiar todos los pasillos del mentado estacionamiento, pero enserio, cómo cuesta trabajo quitar la grasa del piso.

Al menos el jefe no andaba por acá de modo que no tengo que soportarlo, y así se me va más rápido el tiempo.

En un momento en el que no lo vi cerca, aproveché para subir al baño de la tienda. Si, a ver a Luz.

Antes lo había dicho, ella es la otra poderosa razón por la cual no me he ido de aquí.

Me basta solamente con verla y pasar a su lado para alegrarme el día a pesar de todo, no me importa incluso si está con el güero con el que siempre la veo.

Me preguntó cómo hará Santina para ayudarme a acercarme a ella ¿su magia podría hacer que se enamore de mí?

Todavía no bajaba al sótano donde está el estacionamiento cuando me percaté de que algo iba mal.

El güero se había ido hace rato del stand donde estaba Luz, y ahora habían dos sujetos que conversaban con la chica.

Ella, inocentemente, entregaba a uno de ellos una muestra gratis de algún perfume y él, con bastante amabilidad seguía su conversación.

El otro acompañante aprovechaba la distracción de la chica para, discretamente, tomar uno de los perfumes que estaban en el exhibidor.

Tan pronto como obtuvo su botín, salió disparado junto con el primero. Para cuando la chica se dio cuenta de lo sucedido ya estaban lejos.

Como había algunos guardias de seguridad en la entrada de la tienda, guardias que por cierto, no se dieron cuenta de nada de esto, los dos ladrones decidieron huir bajando al sótano del estacionamiento con bastante agilidad.

Y yo pues, no dudé ni un segundo. Por fin había llegado mi oportunidad.

O eso pensé al inicio. Esta era la primera vez que me tocaba una situación como esta, y aquellos tipos eran mucho más jóvenes que yo. A mi edad, ya no tengo una buena condición física.

Mierda ¿Por qué nunca me metí a un gym o algo?

No les pude dar alcance, se me acabó el aire rápidamente mientras sólo podía observar cómo estaban a punto de escapar por una de las salidas del estacionamiento.

Pero entonces... el que llevaba el perfume fue derribado.

Y al caer tiró el perfume al suelo, rompiéndose en el acto.

La historia de Santina y la míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora