Capítulo 6: Una plática entre un humano y una dríada no siempre termina bien

20 5 4
                                    

―¿Por qué me tapaste la boca? ―me preguntó Santina, camino de regreso al apartamento―. ¿No habías dicho que querías que te ayudara con ella?

―Porque no le puedes soltar así como así a Luz que me gusta mucho, ¿que no tienes tacto? Necesito que me ayudes, pero no de este modo.

―Como sea ―la niña hizo un puchero―Pero tampoco había la necesidad de pellizcarme.

―Eso fue porque hablas más de lo que debes.

Esta vez, sí recordé que tenía que comprar la despensa antes de llegar al apartamento. Pero como no podía ir a la tienda donde trabajaba por obvias razones, tuve que desviarme un poco, y conseguir todo lo que necesitaba en un pequeño puesto ambulante.

Justo al lado, vendían también ropa usada pero en buen estado, y ya que empezaba a hacer más frio, le compré una sudadera a Santina para que me devolviera mi sudadera color vino que aun usaba.

Y pues, mira cómo es el destino de curioso, porque algunas de las sudaderas que vendían eran de Pokemon y le di a la niña una de color verde con Chikorita estampada en ella. No podría ser más perfecto. Yo hasta intentaba contener la risa, pero al menos le gustó.

Quizá crean que estuvo mal comprarle ropa usada, pero me acabo de quedar sin trabajo, así que no me puedo dar el lujo de gastos innecesarios. Todavía tengo algo de dinero ahorrado para emergencias como esta, pero no creo que me dure más de un mes, así que tendré que buscar un nuevo trabajo pronto.

Y finalmente, llegamos al apartamento.

―¿Ya no me darás ese platillo llamado Maruchan? ―me preguntó la niña― sabía rico.

―No te puedo dar eso de comer todo el tiempo ―respondí.

―¿Por qué no?

―Porque te hace daño ―contesté―. Es plástico.

―No sé exactamente qué es el plástico ―comentó la dríada―. Pero lo usan para muchas cosas que no son comestibles, ¿entonces por qué las comen?

―Porque... ―otra vez no sé qué responderle.

―Olvídalo, esta vez prepararé una comida más deliciosa y nutritiva.

Vivo solo desde hace cuatro años más o menos, así que tuve que aprender a cocinar algunos platillos sencillos que vi en tutoriales en YouTube. Mis padres nunca me enseñaron a cocinar, y no porque no quisiera aprender precisamente, lo que sucede es que ahora no estoy en buenos términos con ellos, pero esa es otra historia.

Con un poco de verdura de la que compré y otros ingredientes preparé una ensalada que, a mi parecer, me quedó muy rica. Ya he adquirido algo de experiencia.

Aunque la idea de cocinar una ensalada se me ocurrió porque mi invitada resulta que tiene conexión con las plantas, sólo espero que no se ofenda o algo así.

Se le hizo agua la boca en cuanto la vio, no tardó en probar bocado, y le gustó.

Podrá ser un ser mágico venido de otro mundo y tender 65 años de edad pero sigue siendo una niña después de todo.

Estuvimos en silencio mientras cenábamos porque ella realmente disfrutaba del platillo que le preparé. Sí que te sube el ánimo ver que alguien disfruta algo que tú hiciste.

Cuando estuvo a punto de terminar de comer, ella inició la conversación:

―Lamento que perdieras tu trabajo.

―No te preocupes ―respondí―. Era una mierda de trabajo, aunque sí ganaba relativamente bien, no era motivo suficiente para seguir soportando un empleo tan tóxico como ese. Además, yo estoy más feliz porque, por fin pude entablar una conversación con Luz, y hasta nos dio un paseo en motocicleta.

―Si para ti, que un caballero formado por energía oscura nos persiga con la intención de matarnos es un paseo, entonces...

―Eso no cambia nada, creo.

―Creo que es un buen comienzo ―comentó Santina―. Además ¿viste cómo pareció tener interés en tu aspecto físico?

―Sí, fue raro, pero agradable.

―Deberías hacerle caso ―murmuró la dríada―. Quizá todos esos consejos que te dio fueron para que cambiaras tu aspecto y así ella se fije en ti.

―¿Tú crees? Aunque pienso que sería más fácil si usaras tú algún tipo de encanto en ella para que se enamore de mí ¿puedes hacer algo así?

―¿Por qué asumes que tengo encantamientos para eso?

―Es que cuando decías que me ayudarías a conquistarla, pensaba que...

―Aunque pudiera hacer algo así ¿crees que está bien? ¿Qué se haya fijado en ti solo por producto de un hechizo y no porque realmente tú trabajaste para conquistarla? No tendría ningún mérito de tu parte si le lanzas un hechizo amoroso, y más si fuera contra la voluntad de ella, eso sería hacer trampa. Si tú trabajas primero en tí mismo arreglándote, y cambiando tu forma de ser, creo que podrías atraer no solo a ella sino a cualquier otra chica, y si Luz al final acepta estar a tu lado, la satisfacción que sentirás será mucho más grande porque fue algo que tú conseguiste con mucho esfuerzo.

La enana tenía un punto, y me dejó pensativo.

Después de cenar me dirigí al sanitario y me contemplé en el espejo, examinándome como si fuera la primera vez que lo hacía. Decidí rasurarme la barba y al terminar, había otra persona en el espejo, una cinco años más joven que yo.

También noté que mi cabello ya estaba más largo de lo que recordaba, tocará cortármelo en alguna estética mañana, mientras tanto lo peiné de todas las formas que se me ocurrieron.

Iba saliendo dispuesto a mostrarle a Santina mi trasformación pero ya no estaba y oí entonces ruidos provenientes de mi recámara.

―¡Deja eso! ―exclamé nada más entrar a mi habitación y ver lo que pretendía hacer.

La niña había sacado una caja de madera pequeña que se encontraba bajo mi cama y estaba por revelar su contenido.

―¿Por qué te molesta que los demás vean esto?

―Es personal ¿ok? ―respondí molesto―. No puedes estar husmeando en las cosas de otras personas.

―Tranquilo ―la niña cerró la caja y la devolvió debajo de mi cama―. De todos modos ya sé lo que hay aquí, todo estaba en tu mente. ¿No quieres hablar de eso?

―No ―respondí―. Y no quiero que entres de nuevo a mi habitación.

―Ok, ok, que genio.

Todavía al salir de mi recamara le di un pequeño coscorrón en la cabeza.

―Me voy a dormir ―anunció también molesta―. Como ya no tienes trabajo, espero que podamos dedicarnos a buscar mi orbe todo el día de mañana porque esto es importante para mí, mucho mas que cualquier cosa que tú quieras ocultarme.

Tomó sus cobijas, se acomodó en el sillón de la sala y se echó a dormir, dejó de hacer ruido.

Creo que me pasé un poco.

La historia de Santina y la míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora