Epílogo, o el prólogo de algo grande.

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La noche de la aparición del Tercer Caballero...

―Un hombre y una mujer jóvenes... flotando junto a un Caballero negro que tiene encerrada a una niña rubia dentro de una esfera verde y tiene orejas de elfo, creo que es una dríada. 

Dijo aquella mujer joven de cabello negro azabache, ataviada con una bata blanca repleta de gadgets mientras usaba unos anteojos de una tecnología avanzada, parecidos a unos googles para observar desde la distancia.

―Parece que discuten ―siguió narrando la mujer científica―. El muchacho intenta rescatar a la niña pero lo lastiman en la pierna, la chica va a su rescate. Creo que empezarán a pelear.

Poco a poco la mujer de la bata blanca empieza a impacientarse.

―Vamos ―murmuró sin dejar de observar―. Suelta esa esfera, si no tiene lo que busco no me hagas perder mi tiempo.

Finalmente, la mujer puede contemplar cómo aquel Caballero oscuro destruye la esfera.

Y empezó a emocionarse.

―Es esa energía que liberó esa esfera ―murmuró―. Esa debe de ser la indicada.

La mujer espera pacientemente a que todos se alejen de la escena, y cuando finalmente sucede, la científica se pone en marcha. De sus botas metálicas emergen unos discretos propulsores y emprende el vuelo hasta esa zona.

Una vez ahí, saca de entre sus ropas un pequeño dispositivo desconocido pero con muchos botones y una pantalla. Lo enciende y de este emerge una antena que escanea el aire a su alrededor.

―98% de compatibilidad ―aparece en la pantalla, la mujer sonríe―. Por fin, después de tanto tiempo.

Activa una función especial y aparece una abertura en aquel dispositivo desde donde aspira todo el aire a su alrededor como si se tratase de una aspiradora. Permanece así algunos minutos hasta que ha completado la tarea.

―Con esto será suficiente ―anunció la mujer sonriente―. Ya tengo lo que necesitaba, ahora a trabajar.

La historia de Santina y la míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora