Capítulo 8: Celebremos nuestra ¿victoria? En un prestigioso restaurante.

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―No... puede ser ―exclamó Santina desanimada―. Ya tiene el orbe en sus manos.

―¿Fallamos? ―murmuró Luz.

―¿Qué intenciones tienes con ese orbe y con la niña? ―pregunté―. ¿Planeas robarlo o destruirlo?

―Si tuviera esas intenciones, ustedes tres ya estarían muertos y este orbe ya estaría hecho pedazos ―contestó fríamente―. Incluso lo estarían desde el momento en el que mi "hermano" los atacó ayer.

―¿Qué quieres decir?

―Cometiste un error princesa Ada Santina ―respondió―. Nos subestimaste al creer que nuestro amo no conocía el mundo al cual nos envió.

―¿Qué?

―No estamos aquí para robarte el orbe ni para hacerte daño a ti o a la heroína.

Y acto seguido, hizo algo que nadie se esperaba, nos lanzó el orbe de regreso y la dríada lo atrapó.

Aún incrédula, Santina contemplaba el orbe en sus manos después de que uno de los caballeros oscuros lo tuvo segundos antes.

―Seguramente es falso ―murmuré―. Ellos deben de tener el original.

―No ―respondió la niña al ver que el orbe emitía un brillo blanco― Sí es mi orbe.

―¿Entonces por qué?

―No lo necesitamos ―contestó el caballero oscuro― Nuestra misión al llegar a este mundo fue confirmar cierta información con respecto a la heroína solamente.

―¿Qué clase de información?

―Solo te diré que, de ser cierto, la heroína no representa ninguna clase de peligro para nosotros.

―¿Qué?

Dicho y hecho, se alejó al tiempo que también empezó a desvanecerse al igual que el primero.

Después se detuvo, pero, a diferencia de su "hermano" este no se cayó al suelo, permaneció todo el tiempo parado hasta el final.

Y antes de esfumarse por completo, hizo un gesto con las manos al tiempo que dijo:

―Se la lavan.

Eso ciertamente rompió el ambiente tenso que había hasta ese momento.

―¿Esos tipos también pueden aprender nuestras costumbres o algo así? ―me pregunté extrañado.

―No entiendo qué acaba de pasar ―murmuró Santina para sí misma― Pero conseguimos el orbe, ahora podré encontrar a la heroína.

―Yo no estoy tranquilo con esto ―opiné―. ¿Por qué así de la nada nos dio el orbe? Él dijo que la subestimaste. Tú habías dicho que ellos vinieron acá a buscar tu orbe y no sé qué más cosas, pero acaban de decir que su misión era otra.

―¿Qué importa eso ahora? ―dijo la niña al contemplar el orbe como una niña pequeña a la que le dieron nuevo juguete―. Hasta podemos celebrar esto.

―Pues, ya que lo mencionas ―intervino Luz―. Conozco un lugar al que podemos ir y con eso podrían saldar mi cuenta.

―Oh, es verdad, te prometimos que te llevaríamos a comer.

―Andando, sé a dónde ir.

Pero yo no dejaba de pensar en ello ¿No será que Santina me contó la historia de otro modo apropósito? ¿Qué quizá ella pudo haber mentido? ¿Qué probablemente los caballeros son los buenos y...? no, no lo creo, la he visto muy decidida a la hora de enfrentarlos. Además, aunque tenga 65 años de edad sigue siendo una niña, probablemente si actúa de ese modo es por ignorancia de ella misma. O quién sabe.

La historia de Santina y la míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora