Capítulo 5: El poderoso caballero oscuro que no sirve para nada.

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―¿Los Tres Oscuros? ¿De qué hablas?

―El hechicero del que te hablé ayer maneja muchas artes oscuras, él puede crear tres vasallos los cuales le sirven en todo lo que les ordena y no descansarán hasta cumplirlo. Están hechos completamente de energía oscura. Se les conoce como los Tres Oscuros. Este en particular es el Caballero del Caos, se llama Urd.

―¿Y apenas me dices eso?

―Es que no creí que pudieran aparecer en este mundo ―respondió Santina―. En este mundo la magia no existe.

―Espera niña ―preguntó la chica―. ¿Significa que hay otros dos como ese?

―Seguramente.

―¿Y vienen por ti solamente ¿verdad?

―Nop. Viene por los tres.

―¡¿Cómo que por los tres, mocosa?! ―exclamó Luz―. ¿Fue porque reparaste mi perfume? Yo no tengo nada que ver contigo.

―Nos ve juntos, nos mata juntos.

―!Su pinche madre! ―exclame―. ¡De haber sabido que venían caballeros oscuros tras de ti, no te habría ayudado!

―Una vez que el barco zarpa ya no te puedes bajar ―murmuró Santina, me pregunto de dónde habrá sacado esa frase porque yo no la conocía―. Pero no se preocupen, mientras no nos dé no habrá problema, sólo hay que huir.

Aunque nuestro caballero oscuro venia hacia nosotros lo hacía caminando, y no creo que fuera precisamente para darnos tiempo de escapar, pero se me figuraba de esos villanos que hasta te dan chance de que huyas porque igualmente te van a atrapar.

Aun así, no le puedes pedir mucho a una niña de 13 años biológicos de edad y a un tipo que nunca en su vida ha hecho ejercicio.

―!Suban los dos, rápido! ―Luz ya estaba montada en su motocicleta y con el casco puesto.

Nada más subirnos, la chica arrancó el vehículo y también el caballero ese aceleró el paso, corría como el terminator de metal liquido de la película.

Teníamos la intención de huir por la salida más cercana pero estaba bloqueada por un automóvil que, a saber por qué, no avanzaba, y la verdad no teníamos tiempo para cosas así. De modo que la chica dio la vuelta y atravesamos todo el estacionamiento para poder salir del otro lado.

De reojo alcancé a ver a mi jefe el cual, ya se había enterado del regalito que le dejó nuestro amigo oscuro.

―¡Hijo de la chingada! ¡¿Qué le pasó a mi automóvil?! ―pude oírle gritar.

―Lo siento jefe ―alcancé a voltear para gritarle de regreso. La verdad es que, muy dentro de mi estaba feliz con ese resultado, ¿para qué les miento?

―¡Mañana ya no te presentes cabrón! ―me gritó―. ¡Estás despedido!

―¡Ouch!

―¿Te despidió? ―escuché a Luz―. Pero no fue tu culpa.

―Sí, pero ¿Cómo le explicamos que el que hizo añicos su carro fue un ser de energía oscura?

―Ahora lo más importante es escapar de ese tipo ―apuntó Santina.

Escapamos por la salida al otro extremo del estacionamiento y nos integramos a las avenidas principales de la ciudad, aunque me pregunto si sería buena idea, si este tipo nos dispara otro de sus rayos esos podría causar daños a gente inocente.

Estábamos aferrados a la chica motociclista para no caernos, yo de Luz y Santina de mí. Y yo en particular, que tenía a la chica frente a mí, juro que me estaba costando mucho trabajo controlarme, es que olía tan lindo. No pensé que fuera posible que, tras conocerla unos minutos antes ya la tuviera tan cerca.

La historia de Santina y la míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora