Capítulo 13: Por fin nos encontramos a la heroína

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Luz se levantó temprano para ir a trabajar de modo que no nos acompañó a conocer a la heroína, aunque insistió en que estuviéramos en contacto con ella por si algo sucedía. Incluso me dio su teléfono para llamarle.

Después de todo lo que he vivido con ella, que me dé su teléfono ya no significa mucho para mí.

Aunque al inicio Santina lucia triste por haber perdido su orbe, eso no le quitaba las muecas de emoción que hacía por conocer a la heroína. Toda la mañana estuvo ahí presionándome para que nos diéramos prisa.

Desayunamos temprano y nos pusimos en marcha.

Fue un viaje largo en el metro, pero al menos la dríada anduvo entretenida mirando todos los adelantos tecnológicos que evidentemente no existen en su mundo, sin embargo, no hizo muchas preguntas porque, asumo que tenía una idea de cómo funcionaba todo ya que lo vio en mi mente, o eso creo.

Y finalmente, llegamos al susodicho sitio donde supuestamente, se encontraba la heroína, aunque sí que me pareció muy fuera de lugar.

Algo escuché de esta construcción. Se trataba de una empresa muy grande que tenía obras en muchas partes del país, incluso en el extranjero. Aquí precisamente estaban construyendo un centro comercial, algunos apartamentos y un rascacielos, todo un complejo de lujo para la gente de más poder adquisitivo. También escuché sobre cierta polémica que hubo con esta compañía al expropiar terrenos que pertenecían a lo que alguna vez fue un pueblito, ahora tragado por la mancha urbana.

Desde donde estábamos podíamos ver a muchos albañiles yendo de un lado a otro, máquinas trabajando y removiendo tierra o escombros y demás cosas.

―¿De verdad está aquí? ―pregunté sin dejar de mirar la altura del futuro rascacielos.

―Fue lo que me señaló el orbe.

―¿Por qué una heroína estaría en este lugar?

―Hay que entrar.

―¿Y cómo?

―Mira ―dijo al señalar un letrero cercano a ella―. Están contratando gente, podrías decir que estás buscando trabajo.

Pero por alguna razón me dio algo de temor.

―¿Y si no funciona?

―Más bien, te serviría mucho ya que no tienes trabajo.

―Pero yo no sé nada de las cosas que hacen aquí. Si voy a buscar trabajo no será en este lugar, solo venimos a buscar a tu heroína ¿ok?

Y la niña me hizo un puchero.

Tocamos y salió un vigilante el cual nos preguntó qué hacíamos ahí.

―Vine por una entrevista de trabajo.

―¿Y la niña?

―Es mi hija ―respondí―. Es que no pude encargarla con alguien y tuvo que acompañarme.

Lo pensó por un rato y nos dio acceso.

Avanzamos entre todos aquellos trabajadores con algo de cuidado. Guiados por el vigilante, nos dirigimos a una zona donde ya había un edificio terminado, se veía bastante lujoso, supongo que así quedará todo el lugar cuando esté terminado.

Pude ver un semblante triste en el rostro de la niña.

―¿Sucede algo?

―Me preguntaba por qué los humanos de este mundo hacen estas cosas.

―¿Qué quieres decir?

―¿Sabías que no solamente puedo escuchar los lamentos de la gente como sucedió en aquellas ruinas? ―respondió―. También oigo los lamentos de la naturaleza, y aquí son particularmente fuertes. No está bien sacrificar la naturaleza en pos de vivir más cómodamente.

Me quedé callado después de oír aquello, imagino que con eso de que la niña tiene conexión con la naturaleza, debió haberse sentido ofendida o algo así.

El vigilante nos dio indicaciones y regresó a su puesto, subimos por un elevador, llegamos hasta una puerta grande y ancha y tocamos.

―Adelante ―pudimos oír desde el fondo la voz de una mujer.

Entramos.

Fuimos recibidos por un gran espacio de primer nivel, con muebles que seguramente serían muy caros, y en el centro, situada frente a un ventanal y tras un escritorio igual de caro, una mujer vestida de traje tecleaba a gran velocidad frente a una laptop, así que al inicio no pudimos verle el rostro. Pero sí que pude ver unos rizos de oro justo como los de Santina, sólo que esta mujer no tenía las orejas puntiagudas como ella, entonces recordé que Santina había dicho que ella podría haberlas ocultado con magia.

―¿A qué puesto vienes jovencito? ―me preguntó sin despegar los ojos de la laptop ni dejar de teclear.

Esa manera de hablar tan mecánica me puso los nervios de punta y Santina pues, estaba peor que yo, porque sabía que estaba frente a la heroína que tanto tiempo quiso conocer.

―¿Es ella? ―murmuré.

―Sí, es ella ―respondió Santina sonriendo―. Puedo sentirlo.

―¿Ella también es una dríada?

―Lo es.

―¿Tú no vienes por el empleo verdad muchacho? ―dijo la mujer sin dejar de teclear.

―Ehhh... yo...

Le hice señas a Santina para que hablara y le dijera la razón por la que estábamos ahí, pero estaba hecha un manojo de nervios.

―Si no vienen por el empleo, preferiría que abandonaran este lugar o tendré que...

―No, espera ―interrumpió Santina―. ¿Tú eres la heroína verdad? Según recuerdo, tu nombre es Insh.

Por primera vez desde que llegamos, ella dejó de teclear.

―Dejé de usar ese nombre desde hace mucho ―respondió―. Ahora mi nombre es Khaterine.

―¿Khaterine? ―murmuró Santina―. Pero eres tú la heroína ¿cierto?

No respondió.

―Vine desde Elderia ―empezó a hablar―. Me encargaron la misión de buscarte para que regreses a nuestro mundo y nos ayudes a derrotar a un hechicero oscuro que usurpó el trono.

Khaterine permaneció en silencio por unos segundos y de nuevo volvió a las teclas de la laptop.

―¿Estas segura de que esta es la famosa heroína de la que hablas? ―comenté―. Es que no parece interesarle nada de lo que dices, además parece ser una mera empleada aquí.

―Soy la jefa de obras de todo este complejo ―respondió la chica.

―Pero no eres ninguna heroína. Para ser alguien que ha salvado su mundo muchas veces, verte terminar en un sitio como este trabajando en una oficina se me hace de lo más lamentable.

―Tú no decides eso.

Algo en esta "heroína" no me agradaba nada.

―Por favor ven conmigo ―insistió―. Necesitamos tu ayuda, solamente tú puedes vencer a...

―Santina ―habló la chica callándola en el acto.

Un momento ¿Cómo supo su nombre?

Kahterine dejó de escribir y cerró su laptop, fue cuando por fin pudimos verle un rostro muy blanco y terso, pero muy serio.

―Lamento que hayas venido de tan lejos pero no pienso ir contigo. No volveré a Elderia.

Un rostro de decepción se apoderó de la cara de Santina.

―¿Qué?

La historia de Santina y la míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora