Después de que la chica vendara mi pierna, aun quiso permanecer conmigo, es decir, en mi apartamento. Quería estar al pendiente de la niña, aún estaba preocupada por ella. Y la entiendo.
Solo que no me lo dijo, yo pude adivinarlo por el semblante de preocupación que tenía, de modo que se me ocurrió invitarla a cenar, así ella podía seguir aquí con Santina y además, le ayudaba a distraerse un poco.
Y como después se ofreció a preparar ella la cena pues, creo que salí ganando.
―¿Qué sabes cocinar? ―le pregunté.
―Pregúntame mejor qué no se cocinar. ―respondió sonando bastante orgullosa de sí misma―. ¿Qué te gustaría comer?
―No sé ―respondí― Pero cualquier cosa que tú prepares yo la comeré, no te preocupes por eso.
―¿Aunque te diera veneno?
―No serias capaz ¿verdad?
―¿...Verdad?
―Es obvio que estoy bromeando tonto.
Al final de cuentas, invitarla a cenar fue una idea mucho mejor de lo que yo esperaba, creo que por fin tendré una comida decente en esta casa.
Luz decidió preparar unos platillos peculiares pero que, según ella, sabrían deliciosos. Yo me convertí entonces en su "chalan" en la cocina. Iba por los mandados, le ayudaba a picar verduras, y hacia todo lo que me ordenaba. Aunque suene raro, eso me hacía feliz, que la chica que me gusta me ordenara lo que ella quisiera.
Pero realmente ella sabía lo que hacía, preparaba todo de tal modo que parecía fácil de hacer, pero sé que no es así. Y no se me ocurrió preguntarle si había tomado un curso de gastronomía o algo. Todo lo que la chica preparaba me hacía agua la boca.
Incluso se tomó la molestia de enseñarme un poco lo que estaba haciendo y me aconsejó algunas recetas fáciles y baratas para que yo pudiera prepararlas después.
Se acabaron mis días de comer pura maruchan.
Terminada la faena, ambos nos dispusimos a comer lo que preparamos. Realmente la comida le había quedado deliciosa, y yo no paraba de adularla con eso.
―Gracias ―sonrió apenada.
―Como diría mi madre ―dije―. Ya te puedes casar.
Me di cuenta muy tarde de que dije aquello sin pensar. La chica se puso muy colorada después de oír eso, y creo que fue porque recordó el beso que me dio hace unos momentos. Y al recordarlo también yo, igual me puse del mismo color que ella.
―Ya... ―dijo tímidamente―. Llegará el momento para eso.
Mierda, aunque no dijo mi nombre ni nada, realmente sentí que eso iba dirigido hacia mí. Me emocioné tanto que hasta se me aceleró el corazón.
Y es que esa respuesta que me dio me hizo darme cuenta de que toda esta escena de preparar juntos la cena se sintió realmente como si fuéramos una pareja de recién casados que están aprendiendo a vivir juntos. Daría lo que fuera porque días como este fueran cotidianos en mi vida, una vida a su lado.
Ya era muy noche cuando acabamos de cenar, y aun así, Luz no parecía tener intención de irse. No es que me molestara su presencia, al contrario, pero ya no sabía qué más hacer con ella.
―No me puedo ir ―me dijo finalmente―. Me preocupa mucho Santina.
―Lo entiendo, pero deberías ir a descansar. Si pasa algo yo te avisaré.
―No es suficiente para mí ―y agregó después de pensarlo un poco―: ¿Puedo dormir esta noche aquí?
―¿Aquí? ―exclamé sorprendido. ¿Enserio? ¿Me cura la pierna, me besa, cena conmigo y ahora quiere dormir aquí? Definitivamente estoy soñando.
―Sólo tengo una cama ―respondí―. Entonces, yo dormiré en el sillón y ustedes dos se podrían quedar en mi cama, así que...
―No, espera ―me detuvo.
―¿Qué sucede?
Otra vez se puso nerviosa. Ahora que lo pienso, no me imaginé que podría llegar a ver una faceta así de ella cuando empecé a hablarle.
―¿No te has puesto a pensar en cómo Satina nos ve a los dos? ―me preguntó.
―¿Qué quieres decir?
―Es una niña ―dijo―. Y seguramente extrañará a sus padres o algo así.
―Ella no me ha hablado nada de sus padres ―comenté― Pero, ¿Sí sabias que tiene 65 años de edad?
―Aun es una niña, la edad que tenga no importa.
―¿A dónde quieres llegar?
―Creo que... ahora lo que ella necesita es algo así ¿no crees? Después de lo que sucedió, de que destruyeron su orbe, necesita cariño y apoyo.
―Espera, espera ―quise entender lo que me estaba diciendo―. ¿Estas insinuando que nosotros dos hagamos de sus padres?
―Solo por hoy ―respondió algo apenada―. Te sonará una locura lo que te voy a decir pero... con todo lo que hemos vivido con ella, de repente me dieron ganas de tener una hija como ella.
―¿Qué?
―No te burles.
―No me estoy burlando
―Es solo que... esta niña activó mi instinto maternal.
―¿Eh?
Quizá lo que me estaba diciendo Luz era una locura, y de cierto modo si lo era. Pero la verdad es que la niña también estaba haciendo que esos mismos sentimientos nacieran en mí. Y eso que yo originalmente no planeaba formar una familia, al menos hasta que conocí a Luz.
―Entonces si te parece bien ―dijo poniéndose colorada―. Podremos dormir los tres juntos, pero ella se quedará en medio de los dos ¿de acuerdo? El beso... que te di hace rato no significa nada, así que no hagas nada raro.
―Claro que no ―respondí―. Jamás te faltaría el respeto.
―Está bien.
Luz fue a su apartamento por algunas cosas y regresó rápidamente vestida ya con una pijama para dormir. Me hizo sentir mal porque yo no uso pijama, simplemente me acuesto a dormir con lo que tengo puesto.
Nos preparamos para dormir y apagamos la luz. Ella se acostó a un lado de Santina y yo del otro.
―Buenas noches ―le dije a la chica.
―Buenas noches ―me respondió de vuelta.
Y ahí estábamos los dos contemplando a la dríada, parecía dormir plácidamente. Luz tomó sus manos y un rato después hasta la abrazó, y así se quedaron dormidas.
Jamás me imaginé que contemplaría a Luz mientras dormía. Ok, eso sonó raro pero, la verdad es que se veía linda.
Todo lo que estaba viviendo con Luz de verdad era increíble, si alguien me hubiera dicho que pasaría estas cosas con ella jamás le hubiera creído. Deseaba que momentos como esos jamás se acabaran pero la verdad es que no iban a durar mucho tiempo.
Mañana iríamos a buscar a la heroína y mañana mismo Santina y ella volverían a su mundo, mañana se acababa nuestra pequeña aventura.
Solo fueron tres días, pero realmente los voy a atesorar mucho. Enserio tengo que agradecerle a Santina antes de que se vaya, por todo lo que hizo para que Luz estuviera conmigo. Al final creo que sí cumplió su promesa.
Y sin una pizca de magia.
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La historia de Santina y la mía
FantasySantiago es un joven de 25 años de edad residente del barrio de Tlatelolco, trabaja en un estacionamiento como cobrador de una tienda de autoservicio y está enamorado de Luz, una edecán del área de perfumería de dicho establecimiento. Y eso es todo...