Epilogo

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"Te extraño..."

(*)

La brisa meció las hojas con una suavidad relajante.

El prado trasmitía tranquilidad y una calma inexplicable. Pero eso no fue un impedimento para que una castaña joven de veinticinco años caminara hacia las dos persona más importantes que tuvo en su vida.

Se arrodilló ante ellos y sonrió con pesar.

—Hola de nuevo... —Murmuró dejando él ramos de rosas sobre el césped, junto a la lápida— los extrañamos ¿saben?

La brisa soplo, acompañando el silencio desesperante que se había formado.

Fue inevitable que la Pines derramara gruesa lágrimas ante la impotencia y la negación de que su prima y tío, ya no estuviera en ese plano terrenal con ellos.

—Aun no puedo creer qué hayan pasado dos años... nos salvaste, pero nadie los salvo a ustedes... —Murmuró melancólica— ¿Tu también la extrañas?

—No.

Mabel miro al demonio quien observaba aquella lapida con neutralidad. Se mantuvo alejado de la castaña unos metros por detrás de ella.

En sus ojos se podía observar un ligero rencor, pero al mismo tiempo y opacándolo, se encontraba la profunda tristeza que él rubio no conocía y que nunca pensó vivir.

La extrañaba tanto como la odiaba por la decisión que tomó.

Mabel se levantó. Miro al demonio con una sonrisa afligida.

Algo que sólo logró que Bill frunciera el ceño. No necesitaba la lastima de nadie, no tenían porque mirarlo así. Lo odiaba.

—¿Hace cuento no venias?

—Eso no te importa.

—Oye... —Reclamó— Siento el mismo dolor que tu, no necesitas hablarme mal. Yo no me pude despedir...

—No siento nada, —Fingió el mayor desprecio posible— esta muerta y ya no hay nada que hacer. La superé.

—Mentiroso. —Murmuró Mabel.

Pero Bill la oyó.

La miró con desprecio. Se acercó de manera amenazadora, buscando el miedo en la Pines, pero no lo encontró.

—El que tu no la hayas superado, no significa que yo tampoco. Ya no es importante para mi.

—No mientas —Alzó el mentón—, sabes que no puedes olvidar algo que te hizo sentir bien por primera vez.

—¡Fue algo pasajero, nada más!

—¡El que intentes imaginar que nada pasó, no hará que el dolor se vaya Bill!

El demonio retrocedió anonadó. Su reacción fue clara y evidente, le había dado en el clavo. La miró con repulsión por su acertada intuición de bruja metiche.

Nadie debía saber eso.

No podían verlo débil, menos otra Pines.

Giro sus ojos hacia la lápida. Observó el nombre tallado y su pecho se estrujó. Detestaba con el alma verlo, porque el no la quería ahí, ella debía estar de pie, viva y sonriéndole.

La necesitaba.

—Así es más Fácil...

—No lo es —Aconsejó la castaña, le sonrió comprensiva—, solo te lastimas, y haces que la pena sea más grande.

Bill jamás se había abierto a nadie más que no fuera______, por lo que aunque la confianza estuviera, se le dificultaba expresarse con otra persona.

—¿Como hago que el dolor se vaya entonces...? —La miró.

Mabel vio la súplica, noto el cansancio emocional que la partida de su prima había dejado en él. Así que, se acercó.

Le entregó un brazalete.

Uno que le perteneció a______Pines cuando aún estaba viva. Bill lo supo, y aunque quiso llorar, frente a Mabel no lo haría.

—Recuérdala como alguien que llegó a tu vida para hacerte sentir lo que nunca imaginaste vivir... —El demonio observó el brazalete—, fue alguien que te hizo conocer lo mejor de ti, llegó con el propósito de mostrarte el sentir de un ser humano. Recuérdala como el amor de tu vida, la que te enseñó a querer.

Quizás para Bill, esas palabras eran muy empalagosas. Pero tenían verdad, cada palabra era como un flechazo a los recuerdos que tuvo con la primera mujer humana que amó en la vida.

Le era difícil mantener la compostura.

Mabel lo supo. Por lo qué tomo la decisión de darle su momento a solas.

El demonio finalmente se permitió llorar y desplomarse en el suelo. La extraño, la pensó y sintió tristeza ante su recuerdo.

Pero, dejo ir todo lo que reprimió en un año.

—Gracias... —Le habló finalmente—, no me arrepiento de nada de lo que hice por ti. Fui y soy un ser egoísta, que sintió algo por alguien, por primera vez. Te amo... y por una vez en la vida, no seré egoísta contigo.

Beso la piedra y se alejo, sintiendo como un enorme pesó disminuyó de sus hombros.

—Te dejo ir, Cariño.

A ʟ ᴍ ᴀ  [#2] © (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora