Capítulo 1

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Hace veinticinco años, una horrible guerra estalló; cualquier extraño era considerado enemigo, sin impotar de donde venía, sin importar si tenía hermanos, hijos, padres. Un apellido, era suficiente motivo para matarse con dolo.

La humanidad se sumergio en un profundo deseo de venganza, el cual, mientras más avanzaba la guerra, sumaba más a ese odio, quitando cualquier rastro de misericordia.

El campo de batalla se había tornado carmesí, los soldados estaban desesperados por la cantidad de bajas que había en el frente, tanto que, en la primera mitad de la guerra, los lideres optaron por tomar como shinobis, incluso a los niños, los cuales, eran obligados a recibir entrenamiento con armas.

Casi ninguna familia protesto, ya que, la mayoría tenía sed de venganza, necesitaban más personas para combatir, y habían caído en desesperación.

- Ésto no está bien. - Susurró un pequeño niño pelinegro, tirando una piedra al río, la cual se hundió casi de inmediato, frustrandolo; sin embargo, su lamento duró pocos segundos, ya que, una segunda piedra pasó al otro extremo del río, provocando que buscara al responsable de inmediato, encontrándose con un hermoso chico castaño, quien sonreía a pocos metros tras él.

- Debes lanzarla más arriba sí quieres que llegue a la orilla. - Explicó cálido, haciéndolo enojar.

- Tsk... eso ya lo sé, si quisiera que llegara, lo habría hecho. - Regañó, lanzando otra piedra, la cual se hundió igualmente, provocándole vergüenza. - ¡Te pusiste detrás mío a propósito para distraerme!, ¿No es así? - Regañó, a lo que el mayor se encogió de hombros, y, un aura depresiva se colocó sobre él.

- Lo lamento. - Sollozó abrazando sus piernas, sentado en el piso. - Puedes lanzarme a mi esta vez al río. - Ofreció, aún deprimido.

- Oye... no... no te pongas así. - El pelinegro sintió un poco de culpa, así que procedió a confesar. - La verdad... sólo fue una excusa. - Susurró apenado, a lo que el castaño lo miró desde abajo, aún deprimido. - Oye, te digo que fué una excusa, ¿Porqué sigues llorando?.

- Es tan triste que sufras por cosas tan superficiales. - Susurró, haciendo enojar al pelinegro, quien volvió a regañarlo, sin embargo, pocos minutos más tarde, ya estaban jugando juntos en el río.

A pesar de ser tan diferentes, sintieron una especie de conexión con el otro en cuanto sus ojos se encontraron, era algo extraño, jamás se habían visto, pero, había algo que los hacía sentir cercanos. Nunca habían experimentado algo igual; se sentían cálidos, y por alguna razón, no querían despedirse.

- Mi nombre es Hashirama. - Se presentó el castaño despuésde un rato, ladeado la cabeza como preguntándo de vuelta.

- Yo soy Madara. ¿También eres Shinobi, no es así?. - Preguntó, sonriendo levemente.

- ¿También?... Oh, ¡Lo sabía!... - Exclamó, chasqueando los dedos. - Esa manera de lanzar las piedras, es idéntica a la técnica de shurikens. - Pensó en voz alta, a lo que el pelinegro rió por lo bajo ante el comportamiento infantil del castaño.

- Luces solo un poco mayor que yo. ¿Que edad tienes? - Preguntó Madara, curioso.

- Tengo 15 años. - Sonrió radiante. - ¿Tú, Madara?. – Preguntó animado.

- Mhh... - Hizo un puchero, encogiendose de hombros. - Tengo 12-

- ¿12 años?... Genial, igual que mi hermano Tobirama. - Sonrió, a lo que Madara tomó nuevamente una piedra y se acercó al río.

- Da igual si eres mayor, justo ahora voy a superar-. - lanzó la piedra con decisión, la cual se hundió al igual que las anteriores, sin embargo, Hashirama decidió no avergonzarlo, solo se colocó a su lado sin decir nada, comenzando a lanzar como mostrandole cómo debía hacerlo.

Clandestino: La Verdadera Historia Ninja | Hashimada, Tobiizu, Narusasu, Shiita+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora