Luego de exactamente dos días y doce horas de viaje, Dylan llegó a su ciudad de origen, todo era exactamente como cuando se habían ido, nada cambiaba, en las calles seguían los mismos adictos tirados inconscientes, por lo menos esperaba que estuvieran inconscientes, los mismos adolescentes peleando, el gimnasio de boxeo que lo había destrozado y el maldito dojo que había corrompido a su hermana. Unos pocos metros más allá estaba la casa de sus padres, estacionó afuera y casi instantáneamente escuchó un plato romperse.
-Hogar dulce hogar. - Dijo para sí mismo con sarcasmo antes de poner el traba volantes y bajar.
La puerta estaba sin cerrojo, como siempre, pero costaba abrirla por las cosas rotas frente a esta. Caminó apenas diez pasos para llegar a la cocina, en donde estaba su padre, buscando en los anaqueles que podría vender esta vez.
-Hola pa.
-Ah, eres tú, ¿dónde esta tu hermana?, necesito que me dé... esos aretes que le regaló el chico del boxeo, o la pulsera. ¿Eran de oro, no?
-(T/N) esta en otro estado, hospitalizada.
-¡¿En otro estado?!... ¡¿dejó algo que pueda vender?!... para-para su tratamiento.
-¡Pa!... por Dios, "el chico del boxeo", como lo llamas, porque nunca te molestaste en aprender el nombre del chico que arruinaba la vida de tu hija, le rompió otra costilla, ¡otra!, y no puedo sacarla del hospital a menos de que este con su padre o tutor legal.
-Entonces para eso vienes. - ... - Te diré algo, quiero quinientos dólares por ir contigo y... mil más, por mi firma, para sacarla de allí.
Dylan, que ya estaba preparado para eso, puso tres mil dólares, parte de unos ahorros y algunos empeños que había echo, y un documento de sucesión de tutela sobre la mesa.
-Ten este mugroso dinero y firma esto para no tener que volver nunca más. - Puso un lápiz con furia sobre la mesa junto al papel.
El hombre cegado de inmediato por el dinero caminó a tropezones para alcanzarlo, pero su hijo que ya lo conocía perfectamente tomó los fajos de billetes antes de que pudiera siquiera tocarlos, dejando solo sobre la mesa el documento legal y el bolígrafo.
-Primero la maldita firma, luego tendrás tu dinero.
*Narra Dylan*
Nunca había visto a este hombre moverse tan rápido, la mano, aún cuando le temblaba por el claro síndrome de abstinencia, hizo su firma de forma perfecta. Ni siquiera me molesté en poner los fajos sobre la mesa, simplemente se los lancé y tomé los papeles.
Salí lo más rápido que pude de esa maldita casa, me fui directamente a mi auto, pero antes de poder entrar alguien salió detrás de este. Como un fantasma, uno de mi pasado.
-Miren quien a vuelto... ¡es el escorpión!
-Hola Josh. - El hermano mayor de Blake, y mi ex compañero de sparring en el gimnasio de boxeo. - Yo ya me iba, fue un gusto verte hermano.
-No tan rápido bicho. A ti y a tu hermana los tragó la tierra hace meses y casualmente a mi hermano también hace un mes... ¿dónde está?
-¿Qué sé yo?, si tú no puedes controlar al bastardo de tu hermano no es mi problema.

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La cobra
Fiksi PenggemarUna cobra llega al valle, a simple vista la pueden creer venenosa, pero con conocerla notarán que perdió su veneno hace mucho tiempo... o tal vez nunca lo tuvo. Todos los personajes son propiedad de Jon Hurwitz. Dylan, Josh, Blake, Dean y Jean son m...