Poliamor// Fyoyazai

5

Dazai y Fyodor esperaban nerviosamente a Chuuya sentados en el sofá. El castaño se tomaba los dedos y el ruso se mordía los pulgares. Finalmente, Chuuya salió del baño y se sentó en medio de ellos.

—¿Qué salió? —Preguntó Dostoyevski tapándose la boca.

—Positivo —Contestó el pelirrojo poniendo tres pruebas de embarazo sobre la mesita que había en frente—. Positivas todas.

Se quedaron en silencio.

—Me lleva la mierda —Dijo Dazai finalmente.

—Nos lleva la mierda —Puntualizó Fyodor.

—Cállate, comunista —Le espetó el castaño. Fyodor lo miró con desdén.

—Basta —Los cortó Chuuya.

Se quedaron en silencio de nuevo, roto más tarde por un sollozo de parte de Nakahara. Sus novios se pusieron en alerta al escucharlo llorar.

—¡Chuuya! ¿Estás bien? —Preguntó Fyodor, preocupado.

—Oye, tranquilo ¿sí? —Agregó Osamu— Todo saldrá bien, ¿de acuerdo?

—¡No! ¡Esto no está bien! —Chilló Chuuya al borde del pánico— ¡Nada de esto está bien! ¡No se supone que esto deba estar pasando!

—¡Pero está pasando! —Dazai lo agarró de los hombros— Estás embarazado, ¿si? Lo único que podemos hacer ahora es hacernos cargo.

Chuuya gimoteó y se tapó la boca. Fyodor pasó su brazo por la espalda del pelirrojo.

—Chuu, detesto decirlo, pero ahora debes tomar la primera decisión tú —Dijo. Nakahara lo miró.

—¿Qué?

Osamu y Dostoyevski se miraron. Dazai le tomó la mano al de baja estatura.

—Solo escucha. Sabes que Fedya y yo te amamos, y siempre te vamos a cuidar ¿si? —Afianzó su agarre— Pero debes decidir si quieres tener el bebé... O si quisieras abortarlo.

Chuuya parecía al borde de un ataque. Sollozó, y soltó un gemido de preocupación.

—No te tienes que apresurar. Tienes hasta la semana diecisiete para decidirte. En cualquier caso, Osamu y yo estaremos para ti. No te vamos a abandonar.

El pelirrojo no contestó. Estaba muy pálido y no paraba de temblar. Dazai se acercó a darle un beso en la mejilla.

—Hey, se que te asusta. ¿Te preparo algo para tomar? ¿Quieres té?

—N-no, un vaso de leche está bien —Contestó el chico. Dazai le dio otro beso.

—Está bien. Ya te lo traigo.

Dazai se levantó, y Chuuya se recostó contra Dostoyevski. Oh, sorpresa, no quedaba leche en el refrigerador.

—Eh, cariño, no queda leche —Dijo—. ¿Te hago un Sencha?

—De acuerdo.

Osamu era un desastre para la cocina, pero podía preparar té, chocolate y café sin que fueran riesgosos para la salud de un ser humano. Calentó el agua, lo echó en la taza y lo dejó enfriar. Puso las hojas de té Sencha en la tetera y echó el agua de la taza. Tapó la tetera, la dejo infusionar y la sirvió en tres tazas. 

Cuando le dio el té a Chuuya, ya se había calmado, y se encontraba pensativo.

—Gracias —Dijo recibiendo el té.

Nuevamente, se quedaron en silencio un largo rato, bebiendo té. Más que un silencio incómodo, era un silencio de shock. Nadie podía creer lo que estaba sucediendo.