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Mori Ougai había pasado por muchas cosas a lo largo de su vida.

Antes de cumplir los veinte años ya se había casado. Con su esposa tuvo una hermosa hija (que, por cierto, lo odiaba), pero no conforme con esa familia, se le ocurrió tener un amorío con una de sus enfermeras (una MUCHO más joven que su esposa). Su mujer lo descubrió, se divorciaron y ella ganó la custodia de su hija. Más tarde, se enteró que la niña había cambiado su apellido por el materno.

Unos años después, tuvo la suerte de conocer a un hombre llamado Yukichi Fukuzawa, de quien terminó enamorado y con quién se casó unos años más tarde. Yukichi se rehusó a tomar su apellido.

Juntos adoptaron cuatro gatos (Fukuzawa quería doce, pero no les alcanzaba la plata), y un niño no tan niño, llamado Ranpo, que tenía más o menos la edad de la hija de Mori.

En cuanto a su vida como doctor, había tenido que ver cómo varias mujeres en trabajo de parto se defecaban mientras pujaban, y también a hombres capaces de gestar hacerse pis mientras les realizaban una cesárea para sacar al bebé de allí dentro.

Pero nunca, NUNCA en su vida, le habían vomitado en la bata nada más abrir la puerta de su consultorio para dejar pasar al paciente.

Ahora tenía algo nuevo para agregar en su currículum.

-¡Oh, por Dios, lo siento tanto! -Exclamó Chuuya, completamente estupefacto. Fyodor se quedó de piedra, y Dazai...

Bueno, Dazai era quien había vomitado.

-... No pasa nada -Ougai forzó una sonrisa, pero realmente no estaba muy contento de que le hubieran vomitado encima-. Por favor, pasen. Me esperan un momento, me cambio la bata y limpio este desastre.

-Voy a vomitar otra vez -Se quejó Dazai.

-Dazai, no -Dijeron sus novios a la vez.

-Un balde, por favor -Pidió el castaño, con la mano tapando su boca.

Apresuradamente, Fyodor agarró el bote de basura y lo puso frente a Osamu, quien vomitó en él. Mori enarcó una ceja.

-Creí que el embarazado era Chuuya-kun -Comentó.

-Pues como que me he contagiado -Bromeó Dazai, para vomitar de nuevo.

El doctor se rió incómodamente, y fue a cambiarse. Había tenido muchos pacientes raros, que hacían preguntas raras y tenían un raro comportamiento, pero esos tres se llevaban el premio. Nunca había atendido gente así. 

Una vez cambiado, limpió el piso y regresó con su paciente. Allí notó que la cara de Dazai tenía un mejor tono. Todavía sostenía el bote de basura, pero no parecía haber vomitado en los últimos cinco minutos.

-Bueno, estamos dos semanas antes de lo programado -Inició Mori-. La última vez que nos vimos, hace cuatro semanas, si no estoy mal, todo estaba bien, ¿no es así?

-Sí -Afirmó Chuuya-. Es sólo que teníamos unas dudas, y han pasado cosas... -Miró a Dazai. Él saludó alegremente con la mano.

-Bueno, ya veo que han pasado cosas -Admitió el doctor-. Dime, Chuuya-kun, ¿cómo te has sentido?

-De maravilla. Últimamente voy al baño mucho más seguido que antes, y mi apetito ha aumentado bastante, pero no me siento mal, ni nada.

-Comprendo. ¿Y tú, Dazai-kun, qué te ha estado pasando estás semanas?

-Bueno, primero que nada, buenos días -Sonrió-. Lamento muchísimo haberle vomitado encima -No, realmente no lo lamentaba ni un poquito-. Y, como pudo ver, he estado con vómitos y náuseas últimamente. No soy el único que ha estado raro, Fyodor también puede decirle.

Poliamor// FyoyazaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora