7

1.7K 152 82
                                    

En la noche, Dazai llegó al apartamento en silencio.

—¿Eres tú, Dazai? —Preguntó Fyodor.

—Si, soy yo —Contestó el castaño con voz apagada.

El ruso se acercó a él y le dio un abrazo.

—Ey, ¿estás bien?

—Sí, solo... Estoy cansado.

—¿Llegó Osamu? —Preguntó Chuuya desde la habitación.

—Sí.

Chuuya corrió hacia su novio y lo abrazó. El impulso casi los hace caer a ambos.

—Dazai —Susurró—. Perdóname. De verdad.

Osamu se quedó sin palabras, pero aceptó el abrazo y acarició el cabello del más bajo.

—Oye, está bien —Consiguió decir—. Fue culpa mía. No debí irme sin decirles nada, y de verdad lo siento. Que no sepa lidiar con mis sentimientos no significa que deba desaparecer sin avisar. Debí haberte asustado mucho ¿verdad?

—Si soy sincero, estaba muerto del miedo —Contestó Nakahara—, pero aún así no debí golpearte, ni ser tan hiriente contigo. Dije muchas cosas, pero créeme que jamás lo haré de nuevo. No quiero ser la clase de novio que cuando está molesto se desquita con su pareja, y sé que tengo problemas para controlar la ira, pero juro por Dios que nunca jamás volveré a golpear a ninguno de ustedes, de ninguna forma.

El castaño se separó un poco y dejó un beso en la frente de Chuuya.

—No eres un mal novio —Dijo, y miró a Fyodor—. Y tú tampoco, Fedya. Créanme cuando les digo que los amo, porque de verdad lo hago. A ambos. Y soy el ser más feliz del universo cuando están conmigo. Jamás me atrevería a abandonarlos.

—Lo sabemos —Fyodor sonrió—. Y nosotros también te amamos.

—Ven aquí, Fedya.

El ruso se acercó, y se dieron un abrazo. Chuuya suspiró.

—Oigan, sobre el embarazo... —Empezó.

—No te preocupes por eso, nosotros nos haremos cargo —Aseguró Dostoyevski.

—Nada nos haría más feliz que un bebé de Chuuuuuuya~ —Ronroneó Osamu.

El pelirrojo sonrió.

—Son los mejores.

—Tú lo eres.

—Bueno, si ustedes lo dicen, no pienso contradecirlos.

Se miraron sonrientes. Luego fueron al sofá a seguir viendo la serie policiaca que Fyodor había elegido.

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

—¡GOGOL VUELVE AQUÍ AHORA MISMO! 

—¡WAAAAGHHH! ¡DOS-KUN, AYUDAAA!

Fyodor se rió mientras veía a Sigma perseguir a Gogol por todo el teatro. Gogol había desafinado el violín del semi-albino, y para que no se diera cuenta había escondido el violín en alguna parte del escenario. Y se le había olvidado dónde estaba.

—¡DEVUÉLVEME MI VIOLÍN! —Chilló Sigma.

—¡YA TE DIJE QUE NO SE DÓNDE ESTÁ! —Protestó Gogol.

Poliamor// FyoyazaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora