Blue Lock - One shots

Shido Ryusei

Me desperté y como cualquier otro día me dirigí a la escuela. Me hubiera gustado dejarla, pues ya sabía a lo que me quería dedicar, pero la condición que me pusieron mis padres para poder trabajar era terminar mis estudios. Aunque fuera menor, me encargaba junto a mi abuelo de su restaurante coreano. Mis padres estaban ausentes en viajes por trabajo, así que pasé casi toda mi vida junto a él paterno, quien me inculcó una gran pasión por cocinar. Me enseñó todo lo que sabía con la esperanza de que algún día siguiera con el negocio que mi padre se negó a heredar.

En los últimos meses, el abuelo no se encontraba en disposición para atender el restaurante, así que le convencí de que tan solo abriera por las tardes cuando yo terminara las clases. Era agotador, pero no me importaba en absoluto. Amaba cocinar y sacarle a las personas una sonrisa con mi comida. En cuanto sonó el timbre, corrí hacia casa para abrir el local. Sin duda, era mi momento favorito del día. Me puse otra ropa, me até el delantal y me preparé para recibir a los clientes. El restaurante estaba muy ajetreado, pero amaba a mis clientes y siempre me sacaban una sonrisa.

Ya eran las 12h a.m. y estaba limpiando el local y preparándolo todo para la mañana siguiente. Estaba cansada tanto de las clases como de cocinar y servir la comida. No sé cómo conseguía compaginar estudios y trabajo. Me puse a lavar los platos, limpiar las mesas, reponer ingredientes y a barrer. Cuando terminé de fregar y salí del local esperando a que se secara el suelo, me encontré a una persona en el suelo delante del local. Me acerqué preocupada a él.

- ¿Hola? - dije agachándome y situándome frente a él - ¿Estás bien? ¿Puedes ponerte en pie? -.

- ¿Eh? ¿Quién eres? ¿Dónde estoy? - dijo con un hilo de voz el chico que recién se había despertado por mis leves sacudidas. Estando ya cerca de él me fijé que tenía algunos cortes en el labio, algo de sangre seca bajo la nariz y moratones en los brazos y piernas.

- No te preocupes llamaré a una ambulancia - le respondí, pero en cuanto saqué el móvil oí como le rugía el estómago. Dejé de hacer lo que estaba haciendo y corrí dentro del local. Saqué una fiambrera de la nevera con algunas sobras de comida que no llegué a servir y lo saqué junto con un tenedor.

- Come - le ordené, dándole la comida y el cubierto - La ambulancia tendría que esperar un poco. No pienso dejar a un moribundo con hambre. No delante de mí ni de mi restaurante.

El chico se puso a comer y en cuanto se llevó a la boca el primer bocado, devoró el plato. Yo solo lo veía con una sonrisa mientras disfrutaba de la comida. Se asemejaba a un animal que no había comido en días. Dejó el plato como si estuviera recién fregado.

- ¡Esto está cojonudo! ¿Hay más? - me preguntó entregándome el recipiente y el cubierto. Yo solo reí ante su pregunta. Me alegraba de que mi comida le hubiera gustado tanto.

- Jajaja, me alegro de que te haya gustado. Es un alivio de que tengas tanta energía, pero deja que llame a una ambulancia - le dije yo sacando el móvil.

- ¿Por estos rasguños? No te preocupes pequeña - dijo restándole importancia - Pero no me has respondido, ¿tienes más de esto? No sé qué era, pero estaba para chuparse los dedos -.

- Yukhoe, es una comida coreana. No me queda más, pero tengo sobras de otras cosas - le respondí - Aunque no llamé a la ambulancia, deberías tratar esas heridas, pasa adentro mientras yo busco el botiquín - Mientras él prioriza el comer, yo me preocupaba más por sus heridas.

- Awwww, qué lástima - dijo como si hiciera un puchero - Bueno, pues entonces me voy. Adiós y gracias por la comida, preciosa - tras decir esto se levantó y se fue como si nada. Yo me quedé como una tonta mirando como se iba silbando con las manos en los bolsillos. Le resté importancia a ese corto encuentro, pues era muy tarde. Solo terminé de ordenar algunas cosas y me fui a mi casa que estaba al lado del restaurante.