Chigiri Hyoma

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- ¿Has escuchado el rumor? Dicen que ha vuelto a pasar -.

- ¿Cómo? ¿Qué rumor? -.

- La chica solitaria de la clase 1-A. Dicen que si hablas con ella, algo malo te ocurrirá -.

- Son solo rumores. Es imposible que una tontería así ocurra -.

- Tu verás si me crees o no. Pero el otro día un chico le habló para darle un recado de parte de un profesor y ayer se cayó por las escaleras -.

- ¿En serio? -.

- Sí. Al final no fue nada grave y está bien, pero se dice que se debe a la maldición.

- Seguro que solo ha sido una coincidencia. Todos tenemos accidentes -.

- ¡Qué no! Mira, hace unas semanas una chica de su club se despidió de ella y al día siguiente vino con muletas a clase. Otro chico fue entregarle los deberes a su casa un día que no asistió y al regresar casi lo atropellan -.

- Buah... Qué miedo. Procuraré no acercarme a ella -.

- Por eso te aviso. Es mejor que no te acerques a la Gata Negra. Además, dicen que lo que le ocurrió al chico del club de fútbol, a la pantera roja también fue... -.

Di un golpe en la mesa, haciendo que todos los rumores y conversaciones del aula pararan en seco. Estaba harto de este estúpido rumor que se había hecho tan popular. Normalmente lo ignoraría, como cualquier otro, pero me irritaba que asociaran mi accidente del año pasado a un estúpido rumor.

Bufé y salí de clase. No podía aguantar más el constante murmullo que me había puesto de mal humor. Caminaba sin rumbo, intentando matar el tiempo, cuando de repente todas las afables y alegres voces de los pasillos se apagaron. Un ambiente frío y siniestro inundó el corredor. Una chica cargada con una pila de libros se convirtió en un instante en la diana de miradas temerosas, repulsivas, atemorizadas y juzgadoras como dardos.

- La Gata... -.

- ¡No la mires! Tal vez te ocurra una desgracia si lo haces -.

- Mejor vayamos por otro lado -.

En tan solo unos segundos el pasillo se había quedado vacío. Todos los alumnos se habían refugiado en las aulas como si se estuvieran escondiendo de un asesino. Me vi solo en el pasillo con ella, que actuaba como si toda esta situación fuera de lo más normal del mundo.

El timbre sonó y tranquilamente volví a mi clase. No podía dejar de darle vueltas a lo que acababa de presenciar. Por más que entendiera la existencia de rumores, esto me parecía excesivo e inhumano. Era un claro ejemplo de la inocente crueldad adolescente; de una infundamentada discriminación. Me entristecía lo que tenía que aguantar esa chica e indignaba no poder frenar esta surrealista situación

Las clases terminaron y yo me dirigí al club. Exceptuando el fugaz encuentro con la famosa Gata, había sido un día como cualquier otro. Me apetecía volver solo a mi casa, sin los ruidosos del club, así que recogí rápidamente, dispuesto a dejarlos atrás. Me fijé que debajo de un árbol cercano al camino principal se encontraba la chica de los rumores. Estaba leyendo un libro, que supuse sería uno de los que cargaba esta mañana. No pude apartar la mirada, observándola atentamente. Su presencia desprendía cierta tranquilidad y calma, haciendo que el solo verla ahí sentada me transmitiera una indescriptible paz interior. Me quedé mirándola atentamente y ella pareció darse cuenta de mi presencia.

- Buenas tardes - dijo con una muy leve sonrisa - Si no es mucha indiscreción, ¿puedo saber a qué debo tu atención? -.

- Ah... Eh...Yo...- me he quedado en blanco. Totalmente en blanco. Mi rostro debía de ser todo un cuadro de confusión, pues provoqué una pequeña y dulce risa en ella - Perdón, no era mi intención molestarte -.

Blue Lock - One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora