Hacía casi 2 meses que Rin se fue a ese proyecto de cárcel humana, pero de fútbol. Casi nadie en Japón tenía noción de ese este, y yo solo supe de su existencia porque mi hermano desapareció un día repentinamente, murmurando que si iba tendría más oportunidades de derrotar a Sae.
Desde la discusión entre mis hermanos, Rin, que era con quien convivía y con quien, al fin y al cabo, más hablaba, se volvió mucho más cerrado, rencoroso y vengativo; serio, cruel y déspota con el resto, pero a mí me seguía tratando como su preciosa hermana menor. Aunque nunca fue mucho de demostrarlo, pues siempre fue un poco frío, sobre todo a partir de la adolescencia, sabía que siempre podía confiar en él y que estaría ahí para mí. Sae tampoco se quedaba atrás; aunque nunca respaldé la forma en la que trató a nuestro hermano, sabía que en el fondo lo hizo para que Rin creciera por su cuenta sin depender de él - aunque claramente hay mil formas mejores de decirlo -. Por mi parte, aunque fuera más difícil mantener el contacto desde que se fue a España, tanto por su apretada agenda y la diferencia horaria. Solíamos hablar de vez en cuando, pero siempre que venía a Japón reservaba un tiempo para mí, aprovechando para consentirme comprándome ropa- la cual me obligaba a probarme-, porque le gustaba como me quedaba y a cambio de que accediera a ponerme un conjunto de su elección, me compraba algún videojuego que me interesaba o comida. Sae tampoco era muy expresivo y compensaba su ausencia con cosas materiales en vez de intentar hablar más conmigo o arreglar las cosas con Rin, pero sabía que nos tenía a los dos un cariño incondicional, propio de un hermano mayor.
Hace una semana que se anunció el partido de Blue Lock contra la Sub-20 y yo estaba bastante nerviosa. No por los resultados del partido, ni el cierre de la cárcel en la que se encontraba el azabache; mi mayor preocupación era el reencuentro de ambos en un partido de fútbol. No quería que la relación empeorase aún más por este encuentro. Conseguimos fácilmente buenas entradas para ir los 3 - mis padres y yo - y aunque el fútbol como tal no me resultara muy llamativo, me preocupada por mis hermanos y siempre me gustaba verlos jugar.
Cuando llegué todo el mundo tiraba vítores a los jugadores de la Sub-20, cosa que por empatía con el más débil o desfavorecido, me hizo inconscientemente estar más a favor de Rin que de Sae. Pero en cuanto empezó el partido y se vio lo bueno que era Blue Lock, el público se volcó con ellos y empezó a haber gente que festejaba sus goles. Por mi parte, nunca me había llamado tanto la atención un partido de fútbol y lo vivía como si fuera la final del mundial. Cuando iba a ver los partidos de mis hermanos, solo me fijaba en ellos, pero en esta ocasión todos los jugadores que habían en el campo llamaban mi atención por sus extraordinarias habilidades. Esos chicos de Blue Lock me tenían hipnotizada con su juego; su fútbol. Definitivamente quería que ellos ganaran ese partido, para que se convirtiera en una preciosa y motivadora historia del débil derrotando al poderoso y la gran revolución del fútbol japonés.
Hacía 15 minutos que había empezado el segundo tiempo y Blue Lock iba perdiendo. De repente su entrenador hizo un cambio: el jugador nº13, Baro Shoei. Un joven alto, musculoso, con el pelo puntiagudo de color marrón y unos ojos color carmín con una intensa mirada. Cuando salió en pantalla, me llamó bastante la atención, tanto su amenazante aspecto como su aura asesina. No sabía mucho de fútbol, pero no me convencía del todo que metieran a una persona que emanaba una agresividad tan grande. En cuanto entró, nos sorprendió a todo el estadio robándole el balón a su propio compañero. No le quitaba la vista de encima, como si estuviera viendo a un león que acechaba a su presa, esperando a que se lanzara sobre esta. Me encantó su curiosa y peculiar forma de juego, que parecía solo centrarse en el nº11 y de hacerle la vida imposible.
Pero lo que me encantó fue el gol que metió en ese momento tan crítico, permitiendo el empate, dándole un respiro a Blue Lock. Compitiendo contra el defensor de la Sub-20, Sae que se centraba en cubrir al nº11 y acarreando con 2 defensores enemigos a sus espaldas, consiguió meter ese gol, acechando en la sombra que creaba la luz de Isagi, para hacer un certero disparo que entró de lleno en la portería. Tras esto se quitó la camiseta en un visto y no visto, poniéndose a rugir como si fuera un león. Al celebrar ese tan importante gol con su equipo, el árbitro le sacó una tarjeta amarilla, por su "acto incivilizado" que aguó la fiesta y el espíritu de Baro un poco.
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Blue Lock - One shots
FanfictionLibro de One shots de Blue Lock. No tengo ninguna idea en mente cuando los escribo, así que no sé muy bien cómo irán saliendo. Estoy abierta a ideas o headcanons para escribir alguna que otra historia. Espero que os guste o que por lo menos os haga...