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Lights Are On – Tom Rosenthal


"No existe amor como nuestro amor"

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Collin y Louis caminaban mientras el atardecer llegaba.

—¿De dónde eres?— preguntó el ojiazul por cortesía.

—Oh, soy…de aquí— río con simpleza. —Nací y moriré aquí, Nueva York— suspiró con una sonrisa. —¿Y tú?—

Louis negó —Bueno, yo soy de Doncaster, pero me mudé a Woodstocks…que está a unos kilómetros de aquí, mi madre quería mudarse a algo pequeño y tranquilo mientras yo cursara mis estudios pero…— se dio cuenta que estaba hablando demás y se distrajo con ese pensamiento.

—¿Pero?— preguntó casi al instante, interesado en la charla.

—pero…oh, ¡mira!— dijo apuntando a un edificio que tenía muchos colores en sus ventanales.

Collin rió, al parecer Louis se distraía rápido.

—¿Quieres algo de comer?— preguntó el rubio mientras pasaban por en frente de un restaurante.

—Am…no…gracias, demasiado tuviste con lo que pasó hoy. Es más, creo que debería pagarte— sonrió nervioso tanteando sus bolsillos pero recuerda que dejó su cartera en su apartamento.

—Rayos— susurró.

—Tranquilo, puedo pagarlo, no te preocupes— sonrió y Louis solo negó.

Luego de tantos debates entre el “sí” de Collin y el rotundo “no” de Louis. Ambos decidieron retomar su camino, comprando unos dulces para pasar el rato.

Ambos llegaron al lugar y Louis invitó al beta, pero este se negó, agradeciendo su amabilidad.

—Me encantaría. Lou, pero debo irme a casa ahora— sonrió —ammm, ¿sería muy raro de mi parte…pedir tu número?— cuestionó con desconfianza.

Louis tardó en recapacitar pero luego negó de inmediato, tardando un poco en asimilarlo.

Alguien quería su número y no para asesinarlo.

—Claro—


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“Omega. Mío. Omega. Rescatar”

—¿Quieres callarte un rato? Me duele demasiado tu infantilidad— se quejó el rizado tomando otro vaso con medicina para adormecer un poco a su alfa, llevaba todo el día actuando raro y enfermizo.

“Omega. Mío. Solo mío”

—¡Para!— gritó fuerte alargando la ultima “A”

—¿Cariño? ¿qué te ocurre, estás bien?— cuestionó Emma entrando a la casa y acercándose a la cocina preocupada. —¿Más medicina? Debes parar ahora— reprochó dejando las tabletas en la alacena nuevamente.

—Cariño— suspiró abrazándola para así calmar a su alfa.

—¿Qué pasa?— preguntó abrazando a su esposo.

—Te amo

El dolor bajó.

—También te amo, te adoro, Harry— suspiró enamorada.

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Sábado. (Una semana después)

Los días pasaban y Louis continuaba su rutina diaria, cremas faciales, pastillas, pensamientos, fiestas de trabajo, limpieza en casa y comidas familiares con Lottie y sus cachorros.

Sé quién eres (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora