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—Que linda noche— comentó el omega en la ventana mirando a la luna iluminando al pequeño pueblo.

—No tanto como tú— dijo el alfa abrazándolo por detrás y olfateando el dulzor de su aroma. —Mmmm…me encantas Lou— dijo feliz.

El pecho de Louis vibró de felicidad. —También me encantas amor, te amo— dijo volteándose y observando los muy verdes ojazos del más alto. —Vamos a dormir amorcito— sonrió colocando sus manos debajo del saco y quitándoselo con cuidado. Harry lo miraba sonriente y embobado por el apodo.

“¿Amorcito? No se que es eso pero me gusta” comentó el alfa de Harry enamorado.

Ambos se besaron por un buen rato y luego subieron a su cuarto apresurados, comenzaba el invierno y junto con él las temperaturas bajas y los días oscuros…lo único bueno es que ya pronto comenzarían las vacaciones junto con el cumpleaños de Louis.

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Meses después…

Noviembre, Viernes. Últimas dos semanas de clases.

—Bésame omega, bésame— rogó Harry abrazándolo. Louis estaba sentado en su regazo con una corta falda y el alfa no resistía lo muy sexy que se veía su precioso omega.

Louis tomó el rostro de Harry y lo obligó a recostarse en su cama. Comenzando a besar a su alfa y a entregarle el placer que necesitaba. La última semana de clases ambos no estaban yendo a la escuela en secreto por las fuertes feromonas de posesividad que el alfa le soltaba a cada alumno y alumna alfa que mire a su omega. Su celo se aproximaba y no podía dejar que nadie además de él toque y mire a Louis.

Sus fuertes feromonas a chocolate amargo con vino hacía a toda la cuadra olfatearlo, por lo cuál Louis avergonzado, decidía llevarse a Harry y darle cariñitos en privado, compensando lo celoso que se sentía el rizado en este momento.

Harry le pedía disculpas a cada rato a Louis por el hecho de ser tan celoso y no darle privacidad pero, no era su culpa, su alzado alfa no quería separarse de su provocativo omeguita.

Louis solo sonreía y no se despegaba de su celoso alfa hasta que este termine su celo.

El omega besaba el cuello de su alfa y chupaba un poco para dejar marcas como siempre, Harry ya excitado, tocando por debajo de la provocativa falda de su pareja y jugando con el corto hilo de sus braguitas. Su miembro estaba totalmente endurecido y buscando introducirse en el apretado interior de Louis.

No podía aguantar más, pero tampoco quería hacerle daño a su omega ni follarlo aún, no sabía si él había tomado sus anticonceptivos.

—Bebé…cariño…— llamó, su erección dolía demasiado.

Louis paró sus besitos y comenzó a ronronear. —¿Qué ocurre, alfa?— preguntó inocente.

—¿Tomaste tus pastillas, bebé?— preguntó amasando los grandes glúteos.

Louis solo sonrió y asintió. —Claro que si alfa…ya estoy preparado para ti— dijo dulce y el alfa solo quería enterrarle su polla hasta anudarlo en ese instante.

Sin más que decir, tomó el hilo de las braguitas de su pareja y las rompió, desabrochando enseguida sus pantalones, el increíble aroma a ese gran dulzor que tenía el lubricante natural del lobito lo volvía loco, sus dientes crecían exageradamente.

El menor gimió, Harry era muy agresivo para la intimidad y le esperaba una deliciosa noche hoy.

Louis se removió en la cama agotado, buscando su teléfono para ver la tarde hora cuando los grandes dedos de su alfa tanteando su entradita lo hicieron asustarse un poco. —Harry…— rió y luego transformó esa celestial risa en un quejido de placer. Su alfa lo sostenía del vientre mientras adentraba sus dedos.

Sé quién eres (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora