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El tiempo se pasa volando, como un soplo, un susurro de una melodía de piano, Kim Dokja rápidamente estaba en su tercer año, con 16 años, muy pronto a cumplir los 17 y sabiendo que la vida futura después de la Academia esperaba tantas cosas de él que a veces ni siquiera él sabía si podía sobrevivir, Kim Dokja entendió finalmente, que había cambiado la novela a un punto sin retorno.

Intentó muchas veces encontrarle un sentido a los escenarios distintos de la novela que se desarrollaron a lo largo de sus dos primeros años escolares, y entendió que, no podían existir héroes en una historia sin villanos. Y él había poseído el cuerpo de un villano de la novela, él era Kim Dokja y no dio ni un paso al frente para burlarse o presumir o humillar 'accidentalmente' a alguno de los protagonistas.

Nirvana en realidad era muy útil para este tipo de situaciones y le buscó página por página los escenarios que se suponía que debía desempeñar, los planes del primer Dokja y quiso darse una cachetada, porque había sido demasiado descuidado, aunque en realidad su plan era sobrevivir.

Estaba asegurado que podría sobrevivir, pero también era una herramienta de doble filo porque Kim Dokja dejó en algún punto de tener el control de las situaciones que lo rodeaban. Todo se acumuló y tuvo que usar su poco conocimiento de su antigua vida para destacarse.

La magia era realmente un acto complicado, pero personas como Han Sooyoung y Yoo Jonghyuk la dominaron desde jóvenes, sin embargo, al heredero del ducado Kim se le hacía un sufrimiento. Entendió que el mana y las runas no son lo suyo.

El tiempo que pasó estudiando en la biblioteca después de clases fue el que le hizo caer en cuenta de eso. A pesar de que tenía una habilidad aguda para el conocimiento como el heredero Kim, no podía, incluso por más que se concentrase, lograr los trazos del círculo mágico, no podía lograr la voluntad adecuada para lanzar un hechizo y tampoco la fe suficiente para que las runas se activaran a su favor.

La misma Han Sooyoung le explicó que esa era la razón por la que jamás le ha enseñado el hechizo de aparición, porque Dokja no era capaz de lanzarlo. Al parecer, no importaba lo poderoso que fuera su mana, de alguna manera, Dokja simplemente no podía.

Tal vez porque él es el villano, o porque es un lector no compatible con este mundo.

¿Qué debería hacer ahora en este mundo, sin magia para usarla a su favor? ¿Empezar un negocio?

Se lo pensó seriamente, muchas protagonistas empezaban un negocio con sus habilidades, convirtiéndose en monstruos capitalistas. Tal como su compañero Cale, él es realmente un monstruo capitalista.

Suspiró observando su mano y se dejó caer de vuelta en el escritorio. La última clase del día había acabado finalmente y él seguía observando fijamente su mano porque no importaba cuantas veces se lo repitiera, le frustraba.

Era momento de hacerse cargo del gremio.

Oficialmente, faltaba solamente un año para tener 18 y que con ello se acabaran sus años estudiantiles, además de ser mayor de edad en el imperio. Ya esperaba ese milagro con ansias, no soportaba seguir levantándose cada mañana a entrar a clases de magia que sabía perfectamente no funcionarían en él.

Por un segundo pensó que la diosa Uriel de este mundo lo odiaba, y no lo descartó con mucha facilidad teniendo en cuenta que su personaje es un villano.

¿Lo peor del asunto?

Que ya oficialmente también conocía a la hermana de Gilyeong, aquella chica de cabello negro en coleta y una sonrisa retadora, la chica más fuerte y desafiante después de Heewon, Lee Jihye.

Era una estudiante de primer año, nada aplicada si se le permitía decirlo, y siempre discutiéndose con el esclavo n.1 de Kim Dokja, Namwoon. A veces lo ve en los pasillos discutiendo, a veces balanceando sus espadas el uno al otro, Jihye con la ventaja de ser directamente una aspirante a caballero del príncipe heredero.

Una forma de protegerse del emperador [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora