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La mirada de ese hombre no se había posado ni un momento en la de Dokja, solo observaba hacia su esposa, Perséfone, por el tiempo que habían pasado alejados, añorando su calor a su lado cada día.

Hades lo había visto entrar en la habitación con Perséfone, él niño agarrando débilmente la falda de su vestido, pudo ver los nervios del pequeño. Abrió la boca para hablar, pero entonces, cuando observó a su duquesa, ella lo miraba casi con estrellas en los ojos, su sonrisa hermosa hizo latir su corazón como cada vez que le escribía cartas en medio de la guerra.

"¿Él es Dokja?" Su voz rasposa hizo que el menor diera un salto en su lugar.

Y es que Kim Dokja se sentía tan nervioso, realmente estaba a punto de caer porque sus piernas no cedían ante él. Había hablado de muchas cosas que haría cuando lo conociera a su padre, pero ahora en frente de Hades, no sabía que su presencia podría ser tan dominante.

Una presencia casi asesina, que podría ser incluso una amenaza para la familia real.

Su cabello brillante negro azabache que le caía delicadamente por los hombros, cejas puntiagudas y sus ojos rojos como la sangre mirando sin ninguna expresión, su rostro podría ser calificado como jodidamente perfecto, y pensó que tal vez él tenía más parecido a aquel duque que incluso a su padre de la anterior vida. Definitivamente era más parecido a ese duque que a su propio padre.

Lo peor de todo, fue que su voz combinaba perfectamente e hizo que un miedo recorriera sus venas. En ese momento admiró al líder del gremio, realmente se atrevió a enfrentarse a tal amenaza que representaba Hades sin miedo y coraje.

Perséfone tomó la palabra.

"Sí, ¿No es muy bonito mi niño?" le preguntó la castaña, al duque.

Algo en lo que los dos hombres en la habitación estaban de acuerdo, era que Perséfone estaba intentando aliviar la tensión del momento. Pero la mirada severa de Hades se posó en Kim Dokja, lo recorrió de arriba a abajo, Kim Dokja sintió que sus huesos temblaban bajo aquella mirada del halcón.

"Es muy débil para ser mi heredero", sentenció.

"Solo tiene cuatro años.  Dokja es muy capaz para llevar el ducado, si lo vieras en sus clases de heredero..."

"Espero que lo sea, o voy a decepcionarme mucho."

Luego Dokja sintió su cuerpo ser rodeado por unos brazos, los brazos de su madre, se aferró a ella enrollando sus pequeños brazos alrededor de su cuello. "No voy a permitir que presiones a nuestro único hijo."

"No lo presiono, amor", intentó convencerla. "Necesitamos un buen futuro duque que apoye al príncipe heredero."

"¿El príncipe heredero?" habló Perséfone, casi se podía sentir el miedo en su voz, abrazó a su hijo más fuerte. "No quiero que Dokja se involucre con el príncipe."

Hades solo se quedó observándola a los ojos, suspiró y pasó sus manos por su cabello, estresado.

"No es pregunta. El emperador quiere que ambos sean 'amigos'."

"¡Pero el emperador ni siquiera quiere a su hijo!"

"Lo sé, no tengo idea de lo que está planeando, pero parece que quiere que Dokja sea su compañero de juegos, habló conmigo antes de..." Se quedó callado abruptamente. Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la puerta. "En fin, no hay peros. Perséfone, tendrás que sobrevivir al hecho", le echó un vistazo al niño en sus brazos, "y voy a implementar el trabajo de la espada en las clases de Dokja. Es demasiado débil para ser mi heredero. No voy a discutirlo."

Los ojos de Perséfone habían perdido el brillo que tenían en el pasillo, las pequeñas manos de Dokja se apresuraron a abrazarla con la misma fuerza, intentando brindarle un consuelo. Si bien la mujer que lo cargaba no era realmente su madre, era la madre del dueño real del cuerpo, era ella la única que lloró a la pérdida de su hijo, así que intentaría ser un buen hijo por ella.

Una forma de protegerse del emperador [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora