Capítulo 2. Ecos del tercero

147 12 12
                                    

Idaly y yo disfrutamos nuestra amistad de dos, pero claro, nada es para siempre. Quiero aclarar que el hecho de que una nueva persona llegue a una amistad de dos no me molesta, simplemente lo que ocurrió después, me dejó una mala experiencia que trato de evitar en la actualidad, por lo que trato de incluir a todos y siempre veo por su bienestar primero antes que el mío.

Cuando comenzó el nuevo curso, una nueva chica había ingresado justamente a nuestro grupo.

Rápidamente Idaly, ella y yo nos hicimos amigos. Su nombre era Kiara, una chica de tes morena, ojos marrones, cabello oscuro y algo rizado y una mirada llena de sentimientos; muy agradable, teníamos gustos similares.

Pronto logramos conectar rápidamente y entablar una bonita amistad. Sin embargo, Idaly comenzó a sentirse algo excluida y relegada; por supuesto que yo noté esto a la primera, por ende, no traté de evitarlo a tiempo.

Me es difícil concluir que Kiara es tanto inocente como culpable de ciertas cosas, pero, desgraciadamente son dudas que jamás se responderán: ¿Kiara le dijo a Idaly que se alejara? ¿Idaly lo hizo por cuenta propia? ¿Pude haber evitado algún otro desastre?

En fin; tardé mucho tiempo para darme cuenta de que algo le sucedía a Idaly, supongo que, por esto mismo, Kiara lo aprovechó para acercarse más a mí y poder conocerme mejor, planear una estrategia y lanzarse a la guerra.

Un día como cualquier otro, Kiara y yo nos encontrábamos de lo más normal en una clase libre ya que la mayoría del grupo se iba a natación y unos pocos que no asistíamos a esa clase nos quedábamos en nuestro salón ya sea platicando o dibujando cualquier cosa.

La chica se veía con una actitud media decaída y bastante malhumorada, y, por más que trataba de animarla, no lo conseguía. Intenté de todo para que me soltara alguna palabra respecto a qué le sucedía, ella se limitó a ordenarme que adivinara.

Me dispuse a intentarlo, hubo una respuesta, una la cual al mencionarla iluminó sus ojos cual diamante al entrar en contacto con la luz; una respuesta que tardé en recordar hasta mucho tiempo después.

Era tan simple, creí que jamás lograría entender lo que le sucedía, era de mis mejores amigas y tenía que ayudarla, pero... no pude...

Estuve tanto tiempo sin poder hacer nada, creí que era momento de darme por vencido.

Durante el descanso estuve platicando con Idaly sobre lo extraño que había sido el convivir con Kiara ese mismo día.

No recuerdo muy bien qué sucedió, pero si estoy seguro que Kiara envió a una compañera de nuestro curso para decirme algo, palabras que desearía eliminar de mi mente.

La chica me pidió discreción y que al terminar nuestra conversación fuese a hablar con Kiara sobre el asunto, desde luego, prometí hacer estas dos cosas y, dicho esto, de su boca salieron las siguientes palabras:

-Kiara gusta de ti desde que se hicieron amigos y en verdad le da mucha vergüenza decírtelo, tiene miedo al rechazo y teme aún más perderte como amigo. Le has iluminado la vida, pero sabe que también puedes oscurecerla aún más.

Mientras iba soltando cada palabra, sentía cómo se dibujaba en mi rostro una expresión de miedo y sorpresa, decidí contenerme, darle las gracias e ir directamente a hablar con Kiara.

Me costó encontrarla, puesto que se había escondido en cuanto nos vio hablar. Estaba detrás de una de las escaleras de emergencia.

-¿Es cierto? -dejé salir sin mucho reparo.

-Sí...- respondió entre suspiros. -sólo quiero que sigamos siendo amigos en caso de que esto no llegue a nada...

Yo en esos momentos no sabía qué decirle, solo estaba seguro de una cosa, yo no la veía de esa forma, sin embargo, tampoco quería dejar de ser su amigo. Con la mayor delicadeza posible traté de explicarle la situación, sin ser grosero, mucho menos tratando de ofenderla.

-No sé cómo decirte esto...-comencé a explicar-. En mi vida se me habían declarado, mucho menos una amiga, pero yo...-dejé escapar un suspiro-. Yo...no te veo de esa forma.

Se había formado un nudo en mi garganta.

-Entiendo-se acercó y me dio un abrazo-. Gracias, Eros-dijo a mi oído.

Si tan solo el humano supiera predecir los cambios, o no tuviera estos sentimientos de tristeza y melancolía o vergüenza e impotencia, quizá las cosas entre nosotros hubieran salido mejor.

Unas semanas después, Kiara nos solicitó a Idaly y a mí una reunión con ella en el descanso como todos los días, su expresión era seria, pero dejaba ver a través de sus ojos la vulnerabilidad y temor de sus palabras.

-El próximo ciclo ya no estaré aquí, me cambiarán a otra escuela- soltó sin mucho drama.

Los tres nos vimos a los ojos y nos dimos un abrazo, sabiendo que sería de los últimos...

No podía ser, una chica entraba y salía de mi vida como si nada. ¿Cómo carajos le explicas a un niño eso?

Para ser honesto, jamás pensé en buscarla, no me sentía con el derecho. Sentía que era como mi madre, y que jamás querría volver a saber de mí.

A final de cuentas, el día de fin de curso finalmente llegó. Llevábamos contando los días desde hacía dos meses antes de la graduación de grado, y vaya que ni ella ni yo sabíamos qué decir.

Nos miramos a los ojos.

Nos sonreímos con la mirada.

Porque claro, cuando sabes que las palabras no servirán, tus acciones reflejarán tu corazón.

Amor, el karma inevitable [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora