Capítulo 10. Mata tus mariposas

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-Qué rápido, ¿no? Ya una semana en esta secundaria.

-Jaja. Supongo.

-Estás algo... triste, ¿pasa algo?

-No, es sólo que...

-Puedes contarme, somos amigos.

-Adara, ¿alguna vez has tenido novio?

-Obviamente que no. La verdad es que es bastante complicado que alguien me guste.

-¿Y cómo haces eso?

-No lo sé. Creo que no es como que yo lo haga, simplemente así es como soy. Y no me molesta. ¿Por qué la pregunta?

-¿Eh? Ah, sólo tenía curiosidad.

-Comprendo.

-Como sea. Tengo que ir a mi taller, Marielle me está esperando.

-Claro, nos vemos en la salida. Dile que me devuelva mi lápiz que le presté en el descanso.

-Jaja, le diré.

Ya estaba haciendo bastantes amigos. Y, me mentí a mí mismo, no extrañaba a mis anteriores amigos. Sólo a Idaly, pero, finalmente, logré soltarla. Ya no me gustaba.

Vaya que me tomé mi tiempo para conseguirlo.

Llegué segundos antes que Dante, «me dejaba tutearlo, ya habíamos desarrollado un lazo de confianza», Marielle y yo comenzamos a mejorar en nuestro lazo de amistad. Me atrevo a decir que, ya éramos mejores amigos. Pero, esas son palabras mayores.

-Hola. Ya estoy aquí.

-Por poco y llegas tarde.

-Tranquila, Dante me lo perdonaría.

-Es raro que, con tan solo una semana de conocerse, ya haya mucha confianza entre ustedes, ¿no crees?

-No tengo ni idea.

-Bueno, sólo decía.

-Chicos, guarden silencio y saquen su cuaderno de dibujos. Hoy les mostraré la técnica del claro oscuro-exclamó el profesor.

-Deberíamos quedarnos más tiempo platicando en la salida-musité.

-No sé si pueda.

-Bueno. Ah, Adara quiere que le regreses su lápiz.

-Cierto-tomó su lapicera y lo sacó-toma. Se lo entregas mañana.

-Obvio, qué flojera buscarla saliendo del taller.

-Jaja. Estás bien menso.

No puedo comparar a Idaly con Marielle porque completamente opuestos, sin embargo, ambas me complementaban muy bien.

Al finalizar la clase, Dante me pidió que me quedara un poco para poder hablar.

-¿Cómo estás?

-Mejor. Gracias por preguntar.

-¿Ya no has pensado en cortarte los brazos?

-No. De hecho, ya tiré ese cúter.

-Me da mucho gusto. Yo, en cambio, voy terrible con mi esposo.

-¿Por qué? ¿Qué ocurre?

-Peleamos demasiado. Pero, no creo que lo entiendas.

-¿Por qué no soy gay?

-No, porque aún estás joven para comprender un matrimonio. Créeme, una persona que daña tu salud mental no puede ser el amor de tu vida.

-Creí que el señor Mendoza era el amor de su vida.

Amor, el karma inevitable [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora