Capítulo 25. La sangre de mis venas

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Estaba confundido, corrí hacia mi habitación y me eché sobre el piso a llorar. ¿Qué carajos acababa de pasar?

Me sentía tan... diferente; era como si hubiese muerto y luego hubiese reencarnado en una realidad distinta a la mía.

Me senté al lado de la cama, las lágrimas no cesaban, luego advertí que... ¿estaba llorando? ¡estaba llorando!

No sólo lloraba, realmente sentía la confusión.

Era como si mis ojos hubiesen estado reteniendo las lágrimas durante meses.

Logré calmarme luego de algunos minutos de espera, pude sentir como una sonrisa se dibujó poco a poco en mi rostro.

Me recosté en la cama, cerré los ojos y me quedé dormido profundamente.

Tuve un sueño, estaba con Valentino en un lugar algo familiar.

Estábamos abrazados, luego, él me tomó de la mano.

Puede sonar algo loco y estúpido, pero, era como sin enserio lo estuviese tocando en la vida real. Se sintió tan real que lloré de felicidad al despertar.

El despertador sonó a los pocos segundos de haber frotado mis ojos, lo apagué y fui al baño a darme una ducha; hacía días que no me bañaba.

Era el último día del semestre y me sentía tan motivado que comencé a dudar si había caído en un coma o, aún peor, si de verdad estaba muerto.

Llegué a la estación del bus, me subí y me senté junto a Eliott.

-Hola-dijo.

-Hola, ¿qué tal vas?

-Oh, pues, bien, gracias. ¿Y tú?

-Me siento un poco mejor.

-¿Listo para la prueba de mate?

-La verdad, no, ¿tú?

-Se me va a olvidar todo, lo sé.

Yo solté una risilla, el viaje continuó.

Llegamos finalmente al plantel. Se veía el sol mañanero colorear el ambiente.

Sentía una vibra linda y tierna, a pesar de todo el evidente estrés por el que pasaban mis compañeros.

Caminé hacia mi casillero y me topé con Tam, ambos intercambiamos miradas y pasamos uno del otro.

Abrí mi casillero y reacomodé mis libros; me sentía demasiado motivado, quería reorganizar mi vida, cada mínima cosa y cada mínimo detalle; sentía una tremenda necesidad de cambiarlo.

Las chicas llegaron a saludar.

-Es raro ver su casillero cerrado-comentó Larissa algo decaída.

-Lo sé, pero, él está tocando para las estrellas-dije esperanzado de animarla.

-Es verdad-me abrazó. Le devolví el abrazo.

-Vimos a Tam-comentó Kiara.

-Lo sé, yo también me lo topé hace un rato.

-Tenía una cara como de coraje

-Deberías de tener cuidado-dijo Marielle-. No queremos...

-Lo sé, lo sé-interrumpí- ¿vamos a clases?

Cerré mi casillero y caminamos juntos hacia los salones.

Aunque él no estuviese físicamente, caminaba junto a nosotros.

Las clases comenzaron a volverse un poco más interesantes para mí. Lástima que era el último día del semestre.

Las horas pasaron, los profesores entraban y salían del aula; entre clases, repasaba los apuntes para, al menos, tener unas respuestas y no dejar el examen en blanco.

Amor, el karma inevitable [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora