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NIRAGI MIRABA POR EL RETROVISOR A Chishiya, fijándose en como no dejaba de ver la puerta por la cual Hitomi había entrado en una farmacia.
Realmente el Suguru mayor no sabía cuales eran las intenciones de Chishiya, y no es como si fuera un hermano celoso o de ese tipo sobreprotector. Pero sea cual sea el interés que Chishiya haya puesto sobre Hitomi, Niragi no dudaria en aprovechar el hecho de que el peliblanco desconocía que él y Hitomi eran hermanos, solo para molestarlo.
La chica volvió al auto y este enseguida arrancó, luego le dió una pastilla a Chishiya, pues su amiga Sakura siempre se la recomendaba para calmar el dolor.
Chishiya miró con rareza la pastilla, puesto que esta era para dolores internos, no perdida de sangre como la que el estaba sufriendo por el momento. Pero no le dijo nada a la chica y a lo seco se tragó la pastilla.
Cuando llegaron a la playa, Hitomi y Kuina tomaron a Chishiya. Mientras que Niragi se alejaba en el auto para estacionarlo.
— ¿quieres que te ayude?
— puedes ir a descansar, yo lo llevo a su cuarto. — dijo Hitomi, y Kuina sin dudarlo mucho accedió.
Chishiya miró sin disimulo el rostro de Hitomi mientras ella lo ayudaba a llegar al segundo piso. Podía notar que ella contaba con muy lindas fanciones, como su rostro marcado, sus ojitos brillosos y sus labios abultados. Sobre todo el último factor fue lo que más le llamó la atención.
Hitomi sonrió tímidamente ante la insistente mirada de Chishiya en sus labios, pues solo podía pensar que tenía algún sucio cerca de esa área de su cara y por eso el no podía dejar de mirar.
— Hitomi, te has cortado un poco el rostro.
— oh... después de curarte a ti, haré lo mismo conmigo.
El chico tardó tanto tiempo mirando el rostro de la chica que no se dio cuenta cuando ya habían llegado a la habitación.
— pasa.
Pero una habitación que no era la suya, si no la de Hitomi. Miró nuevamente a la chica y sonrió sarcásticamente, quitando su brazo de los hombros de la chica.
— si, yo creo que no. —dijo apoyandose contra la pared. — tal vez cuando no esté herido.
Hitomi no notó el claro doble sentido en las palabras de chishiya, por lo que volvió hablar: — pero si quiero que entres a mi habitación justo para curarte.
Chishiya enarcó una ceja, volviendo su sonrisa sarcástica en una burlona. Tal vez Hitomi era algo lenta cuando se trataba de estas situaciones.
Ambos ingresaron a la habitación, y Hitomi ayudó a Chishiya a que se sentara, para luego sacar las cosas que había conseguido de la farmacia.
Primero tomó algodón, y tomando agua oxigenada empezó a desinfectar el área. Chishiya al sentir el ardor de la herida, solo cerraba sus ojos, pero no demostraba dolor.
