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TRES DÍAS HABÍAN PASADO DESDE QUE Chishiya había sido herido, y desde el último juego de Hitomi también.
Todos los días Hitomi había curado a Chishiya, en todo momento estaba pendiente del cuidado de su herida, y se había encargado de ser una gran enfermera para él.
Pero lastimosamente, no fue tan gran enfermera, pues perdió a su paciente la noche anterior. Duró todo lo que pudo buscándolo para curarlo nuevamente, y asegurarse de que su herida estaba sanando, pero por ningún lado lo halló.
Entonces esta mañana se levantó lo más temprano que pudo para verificar su paradero.
— ¡Ann! —exclamó para llamar la atención de la pelicorto.
Ella detuvo su paso al escuchar la voz de Hitomi: —dime.
— ¿has visto a chishiya?
Ann asintió mirando un punto muerto: — estuvimos anoche en el mismo juego.
— ¿él... volvió?
— está en tú habitación, Hitomi.
— ¿qué?
La forma tan exagerada en la que habló Hitomi, hizo que Ann quisiera reír.
— acaba de hacerlo. —dijo apuntando con su cabeza la habitación de la chica, donde la puerta acababa de ser cerrada. — un poco raro que entre alguien sin permiso a tu habitación, pero como no tengo pareja no opino.
Ann se retiró luego de decir esas palabras, Hitomi no entendía por completo la oración.
— ¿pareja? —preguntó caminando de regreso a su habitación. — ¿que tenía que ver eso con chishiya y yo?
Hitomi negó luego de un largo suspiro y abrió la puerta, encontrándose con un Chishiya sentado en su cama mirando justo en su dirección. A la chica le pareció terrorífico ver esa escena, pero no habló al respecto.
— me preocupaste anoche... —dijo la chica dirigiéndose a su armario, ahí se encontraba un pequeño botiquín donde había metido las cosas para curar a chishiya. — sé que no me debes explicaciones pero... todos estos días te he estado curando, por simple respeto me hubieras avisado que en la noche no estarías.
Chishiya dirigió su mirada el suelo, pensando en cada una de las palabras de Hitomi.
Ella volvió hacia él y le quito su buzo, quitando las viejas vendas para reemplazarlo por uno nuevo. Pero se dio cuenta que ya había cicatrizado lo suficiente, por ahora solo debía tener cuidado para que la herida no fuera abrirse.
Aun así, por seguridad, empezó a poner un nuevo vendaje.
— lo siento.
Hitomi pausó sus acciones unos segundos sin dejar de mirar lo que estaba haciendo, pero al reaccionar ante las palabras miró al chico. Chishiya por primera vez, no estaba mirándola de vuelta.
