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HITOMI MIRABA EN EL ESPEJO COMO Kuina la peinaba para ponerle unos pines de cabello que había comprado para ella

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HITOMI MIRABA EN EL ESPEJO COMO Kuina la peinaba para ponerle unos pines de cabello que había comprado para ella.

Hitomi se encontraba muy agradecida con ella, pues a penas se enteró que pronto sería su cumpleaños, al instante fue en busca de un regalo.

El hecho de haber encontrado una persona como ella en este lugar la hacía sentir feliz, pues siempre se le dificultó hacer amistades y la única duradera que logró tener, fue con Sakura, la cuál ya ni siquiera sabía si volvería a verle.

— están muy bonitos, gracias. —dijo emocionada la menor al ver como Kuina ponía cada pin en su cabello.

La mayor sonrió. En un principio su idea era conseguir zapatillas de ballet para ella, pero no supo encontrar un lugar donde hallarlas. Entonces como segunda opción, le compró muchas cosas para el cabello.

— me alegra mucho que te gusten, bonita.

Al escuchar el apodo Hitomi no pudo evitar recordar a su mejor amiga. Sonrió viendo a la mayor.

Tal vez no volvería a ver a Sakura en su vida, pero seguramente ella estaría feliz de que ella encontrara a alguien como Kuina en este mundo. (Mentira, Sakura preferiría mil veces morir antes que ser reemplazada en la vida de Hitomi).

La puerta de la habitación fue abierta sin previo aviso, dejando a la vista de ambas chicas al sombrerero.

— Vamos, Hitomi. —dijo apoyándose sobre el marco de la puerta. — Hay algo que deberías ver.

La chica asintió y miró su amiga, le sonrió con pena.

— nos vemos luego.

Kuina se despidió de su amiga y la vio salir de la habitación. Hitomi empezaba a caminar a la par del sombrerero por los pasillos, mientras eran escoltados por dos hombres.

— ¿qué pasó? ¿Hay reunión?

— algo así se podría decir... encontramos a algunas personas merodeando. —habló poniendo su mano sobre su mentón. — una de ellas no dejaba de decir tu nombre.

— ¿qué? ¿Quien?

El sombrerero no respondió, simplemente se encogió de hombros mientras sonreía. Al llegar al salón, el se detuvo en la puerta y miró a Hitomi.

— sabes cómo me encantan los efectos sorpresa, Hitomi. —dijo acariciando el cabello de la menor. — entonces, quédate aquí hasta la señal.

La chica asintió, y vió entrar al sombrerero en la habitación. Para escuchar la conversación que habría dentro, se acercó más a la puerta y pegó su oído a ella.

— Bienvenidos a la playa, la utopía. —supo que era el sombrerero quien hablaba por sus palabras, más no por su voz, pues desde aquella distancia era difícil diferenciar quien hablaba. — esta es la respuesta.

𝐃𝐈𝐓𝐓𝐎 ✘ 𝐂𝐇𝐈𝐒𝐇𝐈𝐘𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora