—¿Se conocen?Me quedé helado.
¿Qué putas hacía él aquí?
Mi cerebro rápidamente se intentó apresurar a pensar en todas las razones por las que podría estar él aquí, aunque se dió por vencido cuando el señor Héctor lo abrazó y le dijo demasiadas cosas mientras lo llamaba 'hijo'. Esto en realidad me estaba pasando a mí.
Me quedé estático en la escalera.
¿Qué se supone que haría yo ante eso? Ya había llegado aquí y se vería muy grosero irme porque sí. Eso solo lo hace la gente naca.
El brazo de mi papá sobre mi hombro me hizo salir de mi trance.
—¿Estás bien?— me miraba directamente con preocupación.
Asentí rápido, no quería hablar y en realidad no me sentía bien. Obviamente mi papá no se creía mi actuación culera, pero no preguntó más y verdaderamente apreciaba eso; nunca me gustó que la gente me preguntara cosas por el simple hecho de que era incómodo contestarlas.
Sentí la necesidad de presentarme ante todos los adultos en el lugar, me miraban esperándolo por lo cual no quedaba de otra más que hacerlo.
—Buenas noches, soy Felix.
Ellos me dijeron su nombre, pero estaba lo suficientemente abrumado para responderles con la presencia de aquel asqueroso ranchero en la misma casa que yo.
En realidad no podía parar de verlo, me sentía asqueado y de alguna manera humillado. Pero, repito, no podía parar de verlo y él tampoco a mí, incluso mientras estábamos comiendo, incluso hablando. Era incómodo y me ponía tenso.
Los adultos empezaron a hablar de las cosas que pasaron hace mucho, mientras ellos eran jóvenes. O algo así entendí mientras me convencía a mí mismo a apartar mi mirada de él.
Aprendí a fingir cuando era muy pequeño, Catalina me convencía para mentirle a mi papá sobre cosas que ella hacía las cuales no recuerdo actualmente. Catalina me dio una de las mejores habilidades que tengo ahora, que me servía en momentos como éste, donde tenía que fingir que me la estaba pasando bien.
No prestaba ni la más mínima atención a lo que ellos decían, pero trataba de concentrarme en otras cosas que no fueran aquél naco mirándome, como en reírme cada que ellos reían, asentir cada que ellos afirmaban o sólo me fijaba en cada cuánto mi papá le daba un sorbo a su café.
Encontré muchos patrones en mi papá, hacía todo casi cada ocho segundos contados, desde tomar sorbos hasta bocados, e incluso pestañear. Ladeaba su cabeza cada que preguntaba algo. Seguía el ritmo de una canción con los dedos pegándole a la mesa de madera. También mostraba un poco la encía cuando sonreía y de vez en cuando me volteaba a ver.
Empecé a escuchar atentamente para unirme a la conversación porque no me gustaba el sentimiento de ser vilmente ignorado mientras yo estaba atento a todas las acciones que ellos hacían, a mí me gusta la reciprocidad desde que tengo memoria.
—Por ejemplo tú— un señor rubio señaló a mi papá —, tú eres el que más pegue tenías y terminaste sin salir con nadie porque no te das el tiempo para eso.
Algo en mi corazón se encendió al escuchar que estaban hablando sobre un tema que me interesara, me gustaba mucho armarla de cupido con mi papá después de su divorcio con Cata.
—De hecho sí— le di la razón al señor —, me gustaría que salieras con alguien; literalmente tus temas de conversación son sobre los casos de tus clientes. Necesito escucharte hablar de alguien en específico.

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Chicos fresas
FanfictionDonde Felix es tremendamente fresa e hijo de uno de los abogados más importantes del país, mientras que Hyunjin es hijo de un ranchero buchón. Sus vidas se encuentran cuando al estúpido Hyunjin se le otorga una beca en la ciudad. En una escuela priv...