5. Gallina

690 87 30
                                    


No había podido dormir lo suficiente la noche anterior, quizá por el colchón o alguna de aquellas tragedias de la casa; por lo que estuve aproximadamente tres horas desde que había luz solar hasta que mi papá se levantó metido en su cuarto mirándolo desde una mecedora que había ahí.

Soltó un gritito cuando lo primero que vio al despertarse fue a su hijo.

—No seas cabrón, Felix, me pudo haber dado un infarto— reclamó llevando las manos a su pecho descubierto. Cuando dejó de hacer drama suspiró —¿Qué haces aquí?

—Despertarte.

—Ay, mira, señor cucú.

—Era reloj.

—Ya deja de bullearme, Felix.

Papá bostezó mientras se levantaba de la cama, luego tomó una camiseta a un lado de la cama y la deslizó por sus hombros. Él en serio había dormido con ropa.

Después de tender la cama se dirige hacia mí a darme un beso en la frente. Los besos de mi papá me calmaban demasiado cuando era un niño, y eso nunca cambió. En realidad mi papá me trataba con mucho cuidado porque en sus tiempos estaba de moda querer ser padres y desde su divorcio con Cata dejó de ver a Isabel, así que sólo quedaba yo.

No me molestaba que me trataran bien por la falta de otra persona, me conformo con que me traten bien. Por desgracia.

Papá abrió la puerta y me dió una mirada rápida indicando que saliera.

Probablemente hice la peor mueca del mundo porque mi papá hizo una peor tratando de imitarme.

Pasé antes que él y bajé las escaleras con más peso que antes. Quería estar en mi casa.

La estancia en esa casa iba a terminar por acabarme, más si tenía cerca a Mr. Sarcasm Hyunjin. Estar con él me ponía a pensar en si a las personas les asqueaba tanto mi sarcasmo como a mí el de Hyunjin; si la respuesta fuera sí dejaría de hablar por lo menos cuatro meses.

El señor Héctor y su hijo, además de otro señor rubio canoso, ya estaban abajo hablando de lo que sea. Mis ojos instintivamente le dieron la peor mirada que podían a Hyunjin que fue respondida por una mirada algo rara de descifrar. Hyunjin era raro después de todo.

—Ya bajó Elliot, sólo falta que bajen los otros dos huevones para ponernos a asar la carne— el señor rubio habló primero, su voz era rasposa y me recordaba al doblaje de una película de ratones que vi cuando era niño.

—Y si no yo les ayudo, viejos— Hyunjin tuvo que salir otra vez con sus cosas nacas de quinta para que su alma pudiera volver a su cuerpo, al parecer.

¿Qué mierda era esa de llamar a los adultos "viejos"? Mi mente sólo reproducía todas las escenas incómodas que me habían regalado las personas que se creían narcos y entonces caí en cuenta de que Hyunjin probablemente entraba dentro de ese grupo. Lo cual era un asco, pero era esperable viniendo de él. Y a pesar que yo tenía ya una imagen mala de Hyunjin, eso terminó por joderla.

Mi papá y sus amigos siguieron hablando, quizá sobre la carne, quizá sobre los dos señores que aún no bajaban, pero yo estaba concentrado en mirar feo a Hyunjin. Aún me sentía asqueado por ese "viejos" a pesar de que no era dirigido a mí. Ese era mi mayor problema: tomar todo personal. También se traduciría como tomar todo como ataque, lo cual no haría mucha diferencia. Siempre trataba de dejar de sentirlo así, pero por alguna extraña razón nunca lo lograba.

Yo tenía muchos problemas, pero mi mayor problema en ese momento era Hyunjin, era un maldito ranchero de cuarta, era un maldito sarcástico de mierda, pensar en él hacía que mi sangre hirviera. Quizá era el rencor del día de la fiesta, o que era literalmente un naco con todas las letras de la palabra, no lo sabía, pero si algo era claro era que él no me agradaba, y yo sabía que no le agradaba a él tampoco.

Me senté en la mesa con desgano.

—Buenos días.

Era lo único coherente para decir en mi situación. Los adultos respondieron a excepción de Hyunjin quien se me quedó mirando con una sonrisa que para él se pudo haber visto tremendamente sexy pero sólo lo hacía ver estúpido. Estúpido e idiota.

La mesa parecía de un material barato, ni de broma podría llegar a ser mínimo caoba, además de tener unas astillas que hacían más incómodo llegar a poner piel sobre ella. Eso me hizo mantener mis manos en mis piernas como tenía que hacerlo en kínder.

La silla también era incómoda pero era un poco más soportable que la mesa.

Vi a Hyunjin levantarse de su lugar y sentarse en el asiento a mi lado. Puta madre.

—Hay que ir a despertarlos— justo en ese momento pude recapitular la conversación de los adultos. El señor Héctor lo decía tan divertido que parecía un adolescente de nuevo.

—Vamos, vamos, vamos— alentó mi papá.

Era definitivo que ni a mí ni a Hyunjin se nos permitiría ir con ellos a verlos burlarse de sus amigos, yo por respeto, Hyunjin porque su padre le dijo que no cuando él dijo que iba a ir también.

Los adultos se fueron y quedé en silencio con Hyunjin por mala suerte. Deseaba con todo mi ser que se lo llevaran con ellos, quizá ellos lo toleraban mejor que yo.

Hyunjin desparramó su torso sobre la mesa con sus ojos en mí. A diferencia de otras veces su mirada no se estaba burlando de mí, sólo estaba ahí viéndome.

Era raro.

—Deja de verme.

—No.

—Sí.

—No.

—Hyunjin, deja de verme.

Negó con la cabeza y solté un gruñido, no podía ser más insoportable.

Me levanté con desgano y frustración saliendo por la puerta rumbo al exterior que en realidad era un campo. En realidad odiaba tener que convivir con Hwang Hyunjin.

Había algunas gallinas y pocos pollos caminando por ahí cerca. Parecía irreal, nunca había visto algunos en vivo. Tenía tantas ganas de tocarlos.

Quizá tocarlos haría un poco más llevadera mi estadía allí.

Pronto mis inmensas ganas me terminarían acercando a un pequeño pollo quieto por ahí. Mis manos vacilaron antes de decidirme por tocar su cabeza. Era en realidad suave bajo mis manos.

Estaba tan embobado con el pollo que no me di cuenta de que una gallina me estaba viendo hasta que desgraciadamente me atacó. Soltaba picotazos a mis brazos que en serio dolían y no importaba cuánto intentara alejarme, la gallina encontraba una manera de no soltarme.

No sé cuánto grité, pero después de 27 picotazos, Hyunjin alejó a la gallina de mí para después tomarme una foto en el suelo con su teléfono barato.

Maldito naco.

***

Again, sentí que no terminaba neta.

Esta vez tardé más y quizá es más corto pero la escuela consume gran parte de mi tiempo. Trataré de ser más constante.

Siempre tuya,
Michelle.

Chicos fresasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora