11. Kitten.

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—¿Me puedo ir a tu casa?— le pregunto a Han una vez el timbre suena —No quiero estar en la mía, ya sabes cómo es mi papá.

—¡Súper sí! Mario pasa por mí hoy. Y sirve y me cuentas lo de tu enamorado.

Tengo 14 años conociendo a Jisung y nunca he visto alguien cambio en su actitud, siempre ha sido algo infantil, pero no considero que tenga algo de malo, al contrario, me siento vivo cuando estoy con él.

—Han, no tengo ningún enamorado, what the fuck?

—Claro, no, súper no, o sea, ¿qué es el amor para los Lee? Nada.

La casa de Han era como el paraíso de los abandonados, era por varias razones pero la que sobresalía era su preciosa familia. Teníamos a la señora Marietta, un amor de persona; ella en serio se preocupaba por lo que le pasaba a la gente. El señor Tony era una especie de Lee Elliot si no fuera amargado, sabía llevarse bien con cualquier tipo de persona.

Los hermanos de Jisung: Jairo y Julieta. Tenían 12 y 11 años, respectivamente. Eran un caso perdido pero eran infancia pura, tan llenos de vida que me sentía viejo.

Se me enredaron en las piernas cuando llegué, tenían puestos unos sombreros que parecían de piratas y no dudaron en empujarme más hacia dentro de su casa.

—¡Por la borda!— la voz de Julieta, chillona como siempre, sonó.

—¡Oh, no!— le seguí el juego porque, vamos, son niños y no quería crear mini Felix's yendo traumados por la vida, el mundo ya estaba lo suficientemente harto de mí —Soy un buen hombre, piedad.

Jairo se llevo la mano a la barbilla, pensando.

—Mmm, pero solo por esta vez. ¡Quedas perdonado por los súper-piratas, Lix!— el niño hizo el gesto de Supermán y se fue "volando" hacia Jisung para abrazarlo seguido de su hermana, dejándome ambos con el corazón calientito.

Puta madre, Felix, ¿por qué mierda tienes que ser tan sensible?

—¡Ya llegaron! ¡Qué alegría tenerte con nosotros, Kitten!— la señora Marietta me abrazó antes que a Jisung, quien estaba muy ocupado con sus hermanos.

La mamá de Jisung y literalmente casi toda persona que me conocía más de cinco años se refería a mí como Kitten, era mi apodo, era tan íntimo y cómodo.

Yo también la saludé antes de seguirla a su comedor, dónde ya tenía hecha lasaña, una segunda cosa que amaba de la familia de Ji era lo naturales que eran, su empeño de hacer algo tan mínimo como la comida que podía mejorar al menos mi día. Los fines de semana en que venía todos, desde el señor Tony hasta Julieta ayudábamos a hacer la comida. Sabía mucho mejor porque lo hacíamos con todo el esfuerzo que podíamos, nadie juzgaba, sólo se apoyaban. Era un panorama más surrealista que las pinturas del libro de Dalí que mi papá tiene en su despacho.

Hablando de mi papá, no me había mandado ni un "Hola" ni mucho menos un "Estoy preocupado por ti" pero, siendo sincero tampoco lo esperaba.

—Siéntense, Tony llega en seguida— dijo apurada entrando a la cocina

Tomé asiento junto a Jisung y en seguida sus hermanitos empezaron a pelearse por ver quién se sentaba a mí otro lado. Julieta se sentó primero, pero Jairo se sentó en la mesa, estando cinco centímetros más cerca mío. Y eso enfureció a la niña.

—¡Mamá!

—A ver, Jairo y Julieta, sé que ambos se quieren sentar a un lado de Felix demasiado, pero pongámonos a pensar en lo que él quiere y así ver qué hacemos. ¿Les parece?

—Yo no tengo ningún problema en sentarme en medio de ambos.

—Y como siempre, ninguno me quiere a mí— dramatizó Jisung llevándose una mano a la frente con un gesto de desesperanza.

Chicos fresasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora