10. Luis Miguel

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Era muy tarde cuando desperté, cerca de las 11 de la noche y ya tenía mensajes sin ver.

Chat no registrado: Ey

Chat no registrado: Qieres venirte en mi cara?

Chat no registrado: Quieres*

Chat no registrado: A mi ksa*

Felix: Wtf

Felix: Te han dicho que eres raro?

Chat no registrado: Si

Chat no registrado: Pero si vienes? Mis jefes no están

Mierda.

Habían pasado sólo unas horas desde todo lo que pasó con Catalina, la pared seguía manchada y mis nudillos todavía dolían. No había hablado con mi papá ni mucho menos con alguien más sobre lo que sea que había ocurrido. No era el momento para ir con Hyunjin ni tampoco el momento para hacer nada en realidad.

Pero mis adoloridos dedos operaban rápidamente para enviar el mensaje.

Felix: Pásame la ubi.

Chat no registrado: Así me gusta

Chat no registrado: *Ubicación*

Tomé el suéter Dior de los 90's que le había robado a papá del borde de mi cama, mi celular y cargador junto con mi billetera. Me aseguré de no verme hecho mierda y de ponerme perfume antes de salir de mi habitación.

La casa estaba completamente a oscuras a excepción de la luz de la habitación de mi papá. Tenía que ser aún más silencioso si es que él estaba despierto.

Podía pedirle a Roberto que me llevara en alguno de los autos de papá pero eso sería muy indiscreto y un fracaso total. Yo no fracasaba. Además de que la casa de Hyunjin quedaba demasiado cerca de la mía porque estaba en la misma calle de los apartamentos baratos que solía ver en vacaciones.

Afuera no había literalmente nadie y fue demasiado fácil salir por la caseta  y empezar a caminar por el camino que ya conocía rumbo a los departamentos siempre vigilando Maps.

Su lugar de destino está a la derecha.

La casa de Hyunjin podía ser el baño de invitados de mi casa. Sólo que su casa no estaba pintada y su puerta no era de madera.

—Rosito fresito— saludó Hyunjin abriendo su puerta —No me dijiste que ibas a venir caminando, hubiera ido por ti.

Se hizo a un lado dejándome pasar. Era un poco fea, pero se sentía verdaderamente que una familia vivía ahí, era un sentimiento tan íntimo que por un instante sentí celos de Hyunjin y su posible buena familia.

—¿Como por?

—Porque es peligroso que andes solo por ahí a esta hora. Me hubieras dicho.

Hyunjin empezó a subir las escaleras y yo intuí que quería que lo siguiera así que lo hice.

—¿A qué vine?— pregunté una vez que cerró la puerta detrás de mí.

—Pues nomás, quiero estar contigo.

—Debes estar bromeando, ¿no?

—No, quiero escuchar Luis Miguel contigo.

Esto debía ser un sueño, no había manera de que Hyunjin, el ranchero más naco que he conocido, quisiera escuchar al orgullo más grande de la música hispana. Y más conmigo, una persona con la que literalmente sólo ha pasado al rededor de seis días.

Chicos fresasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora