Capítulo XI Los amantes secretos.

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Miriam.

Sabía que no debía caer tan rápido, debía hacerme la difícil, arreglar las cosas entre nosotros antes de ceder a nuestros instintos, deberíamos arreglar nuestras desavenencias. Pero al final, mis necesidades se impusieron a mi cabeza, a la razón y porque no, siempre había sido la impulsiva, la salvaje, porque iba a ir en contra de mi naturaleza, y mas cuando todo mi cuerpo me pedía que me agarrara a este hombre, al hombre que amo, y que no lo soltara nunca.

Sus besos eran adición, sus caricias me hacían temblar, lo oí gruñir cuando tocaba aquellas partes que sabía donde él era más sensible, pronto me encontré alzada y llevada hasta el primer mueble donde podía apoyarme, la gran mesa del salón.

- "Quiero llegar a la cama, pero lo pones difícil, arpía."- me dijo al oído mientras yo besaba su cuello, oí como un profundo gruñido salía de sus labios, cuando puse mis labios en esa zona de su cuello que yo sabía que mi marido, era más sensible.

- "No creo que lleguemos, pero puedes intentarlo"- le dije envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, para ayudarte a quitarle la chaqueta y a continuación comencé a atacar los botones de la camisa, mientras el me quitaba la blusa, dejándome únicamente con el sujetador y mi falda subida hasta casi la cintura, dejado ver el pecaminoso tanga que iba a juego con el sujetador.

Las manos de Kevin recorrían mi cuerpo acariciándome, y besado en nacimiento de mis senos. Sentí como mi marido me arrancaba la tanga, y lamenté que mi conjunto de ropa interior quedara destruido, pero que se le iba a hacer, esperaba encontrar una tanga muy parecida, y hacerme un conjunto nuevo que muy probablemente mi marido destruiría, en un arranque de pasión.

- "Bueno esperemos que al segundo intento podamos llegar a la cama, pero en este vamos a fracasar estrepitosamente señorita Lugo."- me dijo, haciendo que en me sorprendiera que hubiera utilizado mi nombre de soltera. Una llamarada de calor recorrió mi cuerpo, al imaginarme haciendo travesuras con el CEO de mi empresa, y mi imaginación, se desató. Es mi mente el ya no era mi marido sino un gran ejecutivo, que había decidido seducir a su empleada, de forma lujuriosa y muy pecaminosa sobre la mesa de su despacho, para arrancarle hasta el últimos de los gemidos de placer.

Que malo es la imaginación, y peor es lo que provocó en mí, ya que mi marido quedó totalmente sorprendido cuando en un arranque de lujuria desabroché su pantalón e introduje mi mano en su bóxer.

- "Pues a parte desearlo con locura, y no poder moverme ni un centímetro sin tenerlo dentro de mí, creo que todo puede postergarse hasta el segundo intento, porque en este momento CEO, a su empleada le es imposible hasta respirar, hasta que no acabe con este fuego que me consume."- le dije para después devorarle sus labios, mientras liberaba de su prisión, a su miembro totalmente erecto y palpitante.

- "Pues preciosa empleada, tendré como buen jefe facilitarle su trabajo, tendré que cumplir lo que me pide, ya seré más exigente en la segunda ocasión"- me dijo y tirando de mis caderas, me acerco a su cuerpo, y en segundos, lo sentí entrando en mí, un gemido muy parecido a un grito animal de placer, salió de mi garganta y fue acallado por sus labios, mientras me besaba, y se movía en mi interior, compitiendo ambas en como poder arrancarme más placer.

- "Te echaba de menos señora Powell."- me dijo con voz ronca, mesclada con gruñidos varoniles, mientras se impulsaba en mi interior.

- "Le echaba de menos señor Powell, pero decididamente después ver lo que es capaz de hacer el CEO Kevin Junior Powell, te ha salido un serio... ¡oh dios mío!, un serio competidor. lo mismo le puedo ser infiel con él."- le dije mordiéndole en el hombro mientras intentaba que nuestro encuentro durara, ya que las sensaciones de placer que me invadían me estaban llevando a un camino sin retorno donde mi cuerpo henchido de placer estallaría como fuegos artificiales en un orgasmo intenso y enloquecedor, dejándome débil y muy satisfecha.

Matrimonio concertado del CEO: La Arpía y el CEO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora