Capítulo XII. La verdadera naturaleza del CEO.

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Miriam.
Me desperté a la hora de siempre, aunque mi cuerpo no se sentía lo mismo, tras largas horas haciendo el amor con mi marido, me habían dejado huella. Kevin aún estaba dormido, así que con cuidado y sigilo. Salí de la habitación recogiendo lo que quedaba de mi ropa. Desde luego que mis preciosos tangas ya no se salvaban, le deje una nota donde el exigía no sólo que me tenía que comprar unas tangas nuevas, sino que se levantara que, en unas horas, tenía que conocer a su nueva secretaria.
Mientras bajaba por el ascensor me llegó la confirmación al móvil, de lo que yo ya sabía, era la nueva secretaria personal del CEO. Debía presentarme en dos horas en mi puesto de trabajo.
Cuando llegué a mi piso alquilado, corrí para ducharme, aun me dolía todos los músculos interiores de mi cuerpo, así que la ducha de agua caliente me vino genial, un mensaje del grupo de mosqueteras me llamó la atención.
- “¿Como vais chicas? se os echa de menos”- decía Dartacan, ósea Emy.
- “Bien si se puede decir algo, anoche el idiota de Michael me montó un escandalo y me sacó a rastras de un restaurante porque había ido a comer con unas compañeras de trabajo y un estúpido quiso ligar conmigo.”- dijo Aramis, ósea Elena.
- “¿Y lo dejaste sobrevivir?”- pregunté en cierta forma sabiendo la respuesta.
- “Él maldito me beso, y perdí toda intención de discutir, y para colmo terminamos teniendo sexo en la limusina, en el aparcamiento del restaurante, cuando recuperé algo de mi equilibrio cerebral, tras el acto, lo deje plantado en el coche con una seria advertencia”- dijo la idiota de Elena como si hubiera hecho una gran victoria.
- “¡Si claro!, después de rogarle que te hiciera el amor, por un simple beso, te llegó la dignidad. Desde luego que se habrá sentido muy decepcionado, muy sorprendido, un golpe maestro. Eres un desastre, mi querida Aramis, con un beso de tu marido, y pierdes las bragas.”- le dije burlona.
- “Y tú ¿se puede saber que hiciste anoche? te llamamos varias veces para saber como te iba con Kevin y no hubo respuesta ni siquiera en tu piso.”- me dijo la inteligente Arianna, alias Pontos.
- “Yo… en fin… se puede decir que cierto CEO, me atrapó, y no me dejó salir en toda la noche. Fue una autentico secuestro.”- dije intentando parecer asustada.
- “Si claro, ¿y las bragas quién se las quedó él o tu?”- por eso a veces odiaba a Elena, su capacidad de intuición era casi perfecta, y siempre acertaba, ¿Cómo se podía vivir así, sabiéndolo todo? Era muy aburrido.
-“Lo que quedó de ellas, se lo quedó él, el resto ya me lo quité yo sola, no iba a dejar que me rompiera el resto de la ropa, sólo tengo tres trajes para trabajar guapa.”- le dije con mi clásico descaro.
Todas estallamos entre risas.
Iba hablando con ella en el metro antes de llegar al trabajo, pero cuando llegué descubrí que mi suegra ya había regresado de España, y me maldije por enésima vez por ser yo la primera persona que ella quisiera ver, sobre todo porque no habíamos arreglado del todo las diferencias entre Kevin y yo, este periodo lo hemos cogido como una segunda oportunidad, no como marido y mujer, sino como novios secretos, como empleada y jefe, hasta que Kevin estuviera preparado para perdonarme y darnos una nueva oportunidad. Que Brenda Powell me estuviera esperando en el vestíbulo, no era nada bueno, no deseaba un enésimo enfrentamiento con ella, además tenía que pasar de incognito, y que la madre del CEO se dirigiera a mi directamente siendo mi primer día de trabajo, no auguraba nada bueno, por lo menos para mi identidad secreta.
Así que antes de llegar hasta donde estaba mi suegra, y ser descubierta, envíe un mensaje a mi marido advirtiéndole que nuestro plan se iba a ver gravemente afectado por la llegada de su madre y su guerra personal contra mí. Luego me preparé para la batalla.
Pero al parecer no me hizo falta, ya que, al acercarme a ella, esta me ignoró totalmente, al parecer no era a mí a quien esperaba sino a mi estúpida rival, que nada mas ver a Brenda, se tiró quejumbrosa a sus brazos al parecer estaba quejándose que los inútiles de personal que habían hecho que tuviera que trabajar con el jefe de departamento más penoso de la empresa, que no era otro que mi antiguo novio Carl Henry Simpson.
Casi no me puede controlar la risa, pero decidí que no tenía que quedarme allí a ver el estúpido espectáculo. Iba a tomar el ascensor para subir a recoger mis credenciales en el departamento de personal, cuando las puertas del vestíbulo se abrieron y el CEO con varios ejecutivos de la compañía entraron desplegando su carisma y su poder, haciendo que todos sus empleados se inclinaran a su paso en señal de respeto.
Por un segundo se me hizo la boca agua, siempre que estaba cerca de las mis hormonas tomaban la iniciativa y yo acaba deseando poder estar a solas, para devorarlo por completo, y más ahora que desprendía tantas feromonas. Ese hombre era guapo hasta decir basta.
Así fue como la madre de mi marido entró en acción, prácticamente corrió arrastrando a su queridísima Barbie peliteñida, hasta casi arronjándola a los brazos de Kevin, dije que casi, ya que el poder y la fuerza los guardaespaldas de Kevin, entraron en acción, evitando que la idiota cayera en sus brazos.
No pude evitar sonreír, y los guardaespaldas que tenía asignado desde que me declaré prometida de un Powell, se colocaron delante de mí, haciendo un círculo de protección a mi alrededor, de forma disimulada como si fueran otros trabajos, esto evitó que nadie me viera reírme de la estúpida Barbie.
- “Pero Kevin no sé cómo puedes tratar así a tu antigua prometida”- oí decir a la madre de Kevin, esta información me cayó como un piano tirado desde el quinto piso sobre mi cabeza. Intente que mis guardaespaldas se apartaran para ver la reacción de Kevin, pero al parecer había ordenes enviadas desde algún lado, y ya me suponía yo quien era quien las había dado, que se me impedirá salir de ese cerco que me habían puesto alrededor, para evitarme que me acercara a la idiota de mi suegra, mi marido y a la poco aprecio por la vida, la ex novia de mi marido. Una rabia incontrolable surgió de los más a dentro.
- “¿Cómo se atrevía la madre de suegra a meter a esa perra entre mi marido y yo?”- dije en alto de la ira que sentía, pero mi respuesta celosa sólo fue escuchada por mis guardaespaldas, intente pasar alrededor de ellos pero no pude porque varios cuerpos de mi cuerpo de seguridad me lo impedían, pero eso no evitó que escuchara tras el muro de cuerpo humanos, que me aislaban, donde la única salida que tenía era la que me dejaban, el ascensor.
Esto me dejo claro que Kevin había dado la orden evitaran que mi suegra se acercara a mí, y que único donde yo podía ir era, acompañada, a mi despacho.
-“Madre creo que te he dejado claro , que no estoy para tus manipulaciones, si Eliana ha venido a trabajar a nuestra empresa, pues que haga eso, trabajar, aunque como ya te dije, eso es algo muy loable en ella, porque no ha trabajado en su vida, y menos de secretaria, por eso le adjudicado el puesto que le corresponde con la normativa que yo he implantado como CEO del área nacional del grupo Powell, y que sea la última vez que intentas intervenir con el personal de mi empresa, o tendré que hablar con el abuelo para que te anule tus privilegios.”- casi me caí de boca cuando oí a Kevin hablarle así a su madre, y creo que hasta la propia madre de Kevin se vio afectada por los ruiditos de incredulidad que salían de su boca cuando terminó de hablar su hijo.
Pero al contrario que otras veces, Kevin no se quedó a esperar a que le dijera nada, con paso decidido siguió hasta el ascensor, yo por mi parte traté de huir y entre con velocidad en el ascensor y le di rápidamente al botón, algo me decía que el Kevin se estaba, en este momento, acertado al ascensor, y desde luego que mi muro humano de contención, lo iban a dejar pasar,
- “¡Malditos traidores!”- pensé, tratando de eludir como fuera el no encontrarme con el CEO, por lo menos no con este, no era un Kevin fácil de tratar y por alguna razón que desconozco y por primera vez en mi vida estaba rehuyendo un enfrentamiento con él. Algo que desde luego era extraño en mí. Pero el hombre que oí enfrentarse a su madre, el hombre que entro con todo su poder por la puerta del vestíbulo del grupo Powell no era desde luego mi esposo, era un hombre poderoso, intimidante, y totalmente inalcanzable, o ese al menos fue la sensación que tuve.
Pero al parecer ni eso me salió bien en un momento me encontré rodeada de guardaespaldas de mi marido, y un atractivo CEO entró en el ascensor. Con un solo movimiento de su mano, los encargados de seguridad salieron del ascensor, dejándome sola ante el peligro.
- “¡Cobardes, maldito William!”- maldije por lo bajo al idiota de mi jefe de seguridad, por no cumplir con su trabajo.
- “¿Pensaba huir señorita Lugo??”- me preguntó mi jefe, y el CEO de la empresa, mientras se acercaba a mí, yo por mi parte, como algo de nuevo raro en mí, retrocedí, hasta quedarme acorralada en una esquina del ascensor.
El muy maldito ni ascendía descendía, permanencia en el mismo sitio, como si estuviéramos bloqueado dentro de ese cubículo.
- “Lo sien…lo siento… señor presiden…presidente… tenía prensa en … en …. en recoger… en recoger mis creden… credenciales, y voy…voy…”- no paraba de tartamudear, y cuando el CEO, y digo el CEO, por que esa persona tan intimidante estaba lejos de ser mi marido, me acorraló en una esquina, pegándose prácticamente a mí, sentí como si me faltara el aire, esa sonrisa de suficiencia y esa mirada intensa eran la responsable.
- “¿Desde cuando Kevin había conseguido, sin tocarme, que mi pulso se alterara como si fuera una locomotora?”- pensé. Pero mi traidora conciencia me respondió a la pregunta.
- “Desde la primera vez que lo viste en la habitación de ese hospital, desde la primera vez que te empujaron a sus brazos en un ascensor como este y casi caes desmayada, desde la primera vez que te beso en un famoso restaurante por dudar de su masculinidad, y acabó con todos tus argumentos, Kevin Junior Powell es tu Criptonita, supergirl, lo que pasa es que lo habías olvidado con tu manía de ser libre y autosuficiente. Y este ser que tienes delante ha venido a recordártelo.”- me dijo la muy maldita. Haciendo que el temblor de mis piernas se hiciera evidente cuando los brazos del CEO me acorralaron, sin dejarme escapatoria.
- “¿Que le ocurre señorita Lugo? parece que le va a dar una apoplejía en cualquier momento”- me dijo mientras yo intentaba recuperar el habla.
- “Ke…Kevi…Kevin …Idio…idio..idiota…deja de ju…jugar conmigo”- dije entrecortada en un susurro.
- “Preciosa, esto sólo ha empezado, ahora estas en mi terreno, espero que lo resistas, preciosa arpía.”- me dijo pegando sus labios a los míos, pero sin rosarlos únicamente me robaban el oxígeno que necesitaba para pensar.
- “¡Idiota hay…cama…cámaras!”- le dije haciendo referencia a las cámaras del sistema de seguridad del ascensor.
- “Estaba desconectadas desde mucho antes que llegara al edificio desde que supe que lo ibas a coger. Por eso no subió, cuando le distes al botón y se quedó bloqueado.”- me dijo pasando sus dientes por mis labios mientas yo me obligaba a no responderle, o no saldríamos en muchas horas de ese ascensor.
- “¡No puedes hacer eso CEO!, esto es acoso sexual a una empleada”- Dije harta de sentirme intimidada por mi jefe.
- “Bien pues denúnciame, hazlo público, es más te voy a dar argumentos para hacerlo”- y sin más, me atrajo hacia él y dejo varios besos pecaminosos sobre mi cuello, que hicieron que gimiera sin poder evitarlo. –“quizás deba presionar más a mi empleada para que acuse a su jefe de agredirla sexualmente.”- Y con un movimiento sus manos subieron por mi muslo ascendiendo hasta acariciar debajo de mi falda mis glúteos, por encima de mis tangas.
Estaba tan extasiada que caí tarde en la trampa que pretendía hacerme el maldito CEO, era muy inteligente, sólo cambia dos posibilidades para la situación a la que me empujaba el muy astuto, una era tenerme entretenida esquivando sus manos, durante mi trabajo, con la poca posibilidad de éxito, ya que cuando ese hombre me toca me pierdo. La otra es denunciar la situación, y descubrirme como la mujer del CEO, de ambas maneras ganaba el muy cobarde. Y es aquí donde la verdadera naturaleza de mi jefe quedó al descubierto.

- “Suéltame ya Kevin Junior, o me vuelvo España en cuanto salga del ascensor, o me pido el traslado para trabajar con tu primo, elige.”- le dije más segura de mí misma al descubrir cual era la intención de mi marido.

- “Eres una arpía , pero he de reconocer que esta vez me has pillado”- me dijo soltándome mientas cogía el teléfono para dar la ordenes de que pusieran a funcionar el ascensor.

- “Lo sé, pero me amas, como yo a ti”-. Le dije cuando casi habíamos llegado a mi piso, de un movimiento rápido lo bese con el tiempo junto de salir corriendo cuando las puertas se abrieron, me giré un segundo, una vez fuera del ascensor, lejos de su alcance y le saque la lengua, como respuesta él sólo me sonrió, y lo vi tan atractivo que lamenté que las puertas del ascensor volvieran a cerrarse, pero como dice el dicho la tentación era mejor tenerlo lejos, y mi marido era muy tentador.


Matrimonio concertado del CEO: La Arpía y el CEO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora