Los rayos de sol entraban por la ventana de mi habitación, iluminando cada parte de esta, incluyendo la cama, en donde me encontraba yo con un tremendo dolor de cabeza.
Ayer con mis cuatro mejores amigas habíamos salido de fiesta para aprovechar el último día que estaban en la ciudad. Habían venido a verme, pero solo por el fin de semana.
Junté toda la fuerza vital que me quedaba y me levanté de la cama. Me puse el primer suéter que encontré y caminé hacia la sala de estar del apartamento, y ahí estaban, acostadas en el suelo y en los sillones las cuatro personas que me acompañan en todo.
No quería despertarlas, así que caminé de puntillas. Entré a la cocina buscando pastillas para el dolor de cabeza, el cual ya me tenía mareada. Me serví un vaso de agua y me tragué la pequeña pastilla.
Cuando iba a salir de la cocina, entraron las cuatro chicas con una cara de no haber dormido ni dos horas. Las cuatro hicieron lo mismo que yo, sacaron una pastilla y se la tomaron con agua.
Todas regresamos al living y estuvimos unos 10 minutos sentadas mirando a la nada.
Karla, la pelirroja del grupo, se había quedado dormida de nuevo. Fue la que llegó más tarde al departamento anoche, y todo por culpa de un chico con el que aparentemente se quedó hablando, y claro que su historia sigue, pero ayer estaba demasiado cansada como para escucharla.
Tomé mi teléfono que había quedado encima de la mesita de la sala. No sé ni cómo llegó ahí, lo que sí sé es que mi celular estaba que explotaba de notificaciones. La razón; las fotos que los fotografos me sacaron ayer en la fiesta estaban por todo internet. La parte mala de la fama. Todo lo que haga llegará de algún modo a la prensa, cada respiración que tome, cada paso que dé.... Es como vivir en un reality. Algunas veces siento que hay cámaras en mi casa, pero es solo paranoia.
Las fotos eran de mi bailando con chicos, besando a otros… Lo normal que se espera de una chica independiente de 25 años en un fin de semana en la maldita ciudad de New York. Algunas veces sueño estar en un mundo en el que la fama no es estar llena de personas 24/7. Tristemente ese mundo no existe, al menos no para mí.
—Tatiana, ¿viste las fotos de ayer? —preguntó Sarah mirándome— Están por todo twitter.
—Sí las vi, pero prefiero pasar de ellas.
—Ayer te desataste, amiga. —Amelia se unió a la conversación.
—Lo único bueno de mi Twitter son mis fans, ellos siempre hablan bien de mí.
—Mejor quédate con eso, amiga —añadió Emma—, no vale la pena leer nada que venga de la prensa.
—Gracias amiga, cambiando de tema ¿A qué hora se van hoy? —dije dejando mi teléfono a un lado.
—Yo creo que después de almorzar —respondió Sabrina—. Tengo una audición en 24 horas.
—Las extrañaré, no sé cómo voy a vivir sin las cuatro todo el día aquí acompañandome —Todas nos reímos en conjunto.
—Nosotras también te extrañaremos. – declaró Amelia. Ya estábamos acostumbradas a ese ritmo, sin embargo, siempre duele separarse y no verse por meses.
—Dejando eso de lado, ¿Qué comeremos? —pregunté.
—Podríamos pedir algo, no hay ánimos de cocinar.Finalmente, quedamos en pedir unas pizzas para terminar el fin de semana de la mejor manera. 45 minutos después las pizzas llegaron y nos sentamos las cinco a comer. Karla despertó unos minutos antes de que llegaran. Y ahí estábamos, las cinco comiendo y riéndonos al recordar cosas de la noche anterior. Estar con amigas riéndome de las tonterías que hicimos la noche anterior es de lo mejor de mi vida. Sin ellas no sería la misma persona que soy actualmente.
Unas horas después me encontraba llevándolas al aeropuerto. Sus vuelos salían en tan solo unos minutos, llegarían justo a la hora. Nos atrasamos al salir debido a la gran cantidad de personas que había afuera de mi departamento. Otra de las grandes desventajas de tener fama.
Llegamos al aeropuerto con todas las maletas y bolsos, y tristemente me despedí de ellas. Siempre las extraño cuando estamos separadas; todas trabajamos en esto de la fama, los tiempos de ocio y trabajo son muy difíciles de organizar, y aunque nos comunicamos todos los dias por telefono, no es lo mismo que estar con ellas en casa.Ya eran las 6 de la tarde y no tenía nada que hacer durante el resto del día. La verdad estoy muy aburrida. Ninguna persona me invitaba a salir más que mis fans. Siempre admiro lo que hacen por mi, pero algunas veces ellos suelen ser muy intentos, sería muy peligroso organizar algo con alguno de ellos.
Me puse a jugar un rato con varias melodías y notas en el piano, hace días que tengo la misma melodía en la cabeza y lo único que quiero es ponerla en una partitura.Al final me decidí. Voy a salir. Quedarme aquí en el apartamento mientras hay miles de oportunidades afuera definitivamente no es para mí. Llamé a mi estilista y le dije que necesitaba un vestido, algo para explotar las redes sociales. Llegó una hora después con un vestido rojo, largo y con una abertura en la pierna, justo lo que necesitaba. Me lo probé y me quedó perfecto. Me hizo un maquillaje y me arregló el cabello; actualmente luzco una melena rubio platinado. Me puse varias joyas, un collar brillante, unos aros brillantes y unos anillos con varios diamantes.
Eran las 10 de la noche y ya se sentía el ambiente de fiesta en New York.
Salí por la puerta principal y con ello los flashes de las camaras no se demoraron en llegar. Me quedé no más de un minuto posando para las cámaras, hoy quería hacerles saber que esta mujer ya no se viste para ellos, se está vistiendo por venganza. Quería que supieran que solo estaban sacando esas fotos porque yo se los estaba permitiendo. Ellos querían este contenido y yo se los daba, y sé perfectamente que mañana en la mañana iba a odiar esta idea, pero por ahora solo me preocupo de vivir el minuto a minuto.Rápidamente me subí a un auto rojo con techo desplegable. Hoy conduciría yo. Quería sentir que era libre, sentir el viento en mi pelo, la música sonando por los parlantes del automóvil…
Todo estaba perfecto. Nunca había sido tan libre.La gente en la calle me reconocía, pero ya no me importaba, y el cielo lo sabía, se había pintado granate (maroon) por mí.