Síndrome del corazón roto. El síndrome del corazón roto es un trastorno en el que la tensión extrema puede llevar a la insuficiencia del músculo cardíaco. La insuficiencia es grave, pero a menudo de corto plazo... La causa del síndrome de corazón roto no se conoce por completo. En casi todos los casos, los síntomas los desencadenan la tensión emocional o física extrema, como el dolor, el enojo o la sorpresa intensos. Los investigadores piensan que la tensión libera hormonas que «aturden» al corazón y afectan su capacidad para
bombear sangre al cuerpo.Instituto Estadounidense de Corazón, Pulmones y Sangre
Me siento en la silla de la sala de espera en una neblina, no me puedo mover. Mi pecho está hundido.
Gente desconocida viene y va cerca de las sillas donde estoy sentado. Voces que suenan confusas hablan por el sistema de intercomunicación. La abuela está a mi lado, con una mano dando golpecitos en el brazo de su asiento y la otra descansando sobre mi rodilla.
Yubin se encuentra al otro lado. Ella no me mira, no dice ni una palabra, y no estoy seguro de si es porque está preocupada por nuestro padre, o tan
sólo porque está tan horrorizada de mí como lo estoy yo.
Soy una persona horrible, egoísta y
mentirosa.
Esperamos, juntas en esas sillas, pero en
nuestros mundos separados. Un doctor viene a informarnos de que acaban de llevar a mi padre a cirugía. Nos acomodamos. La operación durará
unas horas. Mi madre regresa con nosotras, en silencio. Con los labios apretados para mantener el control. Ella se ve pequeña de pie, enfrente de
nosotras y tan asustada. Es desgarrador y aterrador al mismo tiempo.
La abuela se levanta y abraza a mi madre. —Todo va a salir bien.
Ella no puede saberlo con seguridad. Ninguno de nosotros puede, pero todos nos apegamos a la seguridad que hay en la voz de la abuela.
Mi madre asiente y le tiemblan los labios. Sus ojos se humedecen, pero, cuando nos ve a yubin y a mí, algo cambia en ella. Mira a la abuela
a los ojos, y ella deja de abrazarla. Mi madre se seca los ojos, se endereza y abre los brazos para que nos acerquemos a ella. Se vuelve lo más fuerte y segura que puede para nosotras, mientras repite las palabras de la abuela. —Todo va a salir bien.
Nos sentamos en fila: la abuela, Yubin, mi madre y yo. Estamos calladas mientras esperamos, preocupadas, pero atraídas por la fuerza que extraemos de las demás. Con el tiempo, el cansancio las agota. La abuela se queda dormida
con la mejilla hundida en su puño. Yubin se pasa a una fila de sillas vacía, se acomoda encima de ellas y se duerme en cuanto cierra los ojos. La barbilla de mi madre le cae hasta el pecho. Y entonces me quedo solo de nuevo.
Los ojos me arden y el cuerpo me duele por el sueño, pero mi mente no lo permitirá. La escena con Yibo se repite una y otra vez en mi mente mientras el reloj va marcando las horas como un
latido. Su dolor y su furia, mi culpa y mi
vergüenza. Secretos. Mentiras. Heridas que no pueden remediarse o curarse.Daño que es irreversible.
No sé cuánto tiempo ha pasado cuando el doctor aparece y se detiene delante de nosotras. Pongo una mano en el hombro de mi madre, y ella se incorpora de inmediato, parpadeando bajo la luz fluorescente. Las líneas que rodean sus ojos son profundas, pero cuando ve al doctor se pone de pie, alerta.
Él sonríe. —Traigo buenas noticias. —yubin y la abuela también están ahora de pie y se unen para rodear al
doctor—. La cirugía ha salido muy bien, hemos podido retirar el coágulo y le hemos colocado una endoprótesis. Ahora está en reanimación.
Mi madre abraza al doctor. —Gracias, muchas gracias.La sonrisa del médico es sincera, pero
cansada, y le da una palmada en la espalda a mi madre. —No está consciente todavía, pero puedo
pedirle a una enfermera que la lleve con él para que esté allí cuando su marido se despierte de la anestesia.
Tan pronto como el doctor se va, una
enfermera se acerca para acompañar a mi madre hasta donde se encuentra mi padre. La abuela decide que se quedará y esperará, pero Yubin y yo
debemos irnos a casa. No discutimos con ella y no decimos una palabra mientras caminamos por el pasillo, pero ambas parecemos lanzar el mismo suspiro de alivio. Sin embargo, para mí sólo dura
un segundo. Salimos por las mismas puertas que usó Yibo, y ahora hay todavía más espacio en mí para sentir el peso completo de aquello que lo hizo
salir por ellas. La culpa entra como el aire cuando respiro, y mi corazón y mis pulmones la llevan a cada parte de mi cuerpo.Me pregunto dónde estará Yibo. «Regresa —pienso—. Quédate aquí.» Pero sé que no lo hará.
El distante aullido de una sirena se vuelve cada vez más alto y cercano mientras cruzamos el aparcamiento hacia el coche de Yubin. Ella aprieta
el botón del control remoto y abre las puertas. Miro la ambulancia que entra bajo el letrero de «urgencias». La sirena se detiene, pero las luces siguen girando, azul, rojo, azul, rojo, mientras las
puertas laterales se abren y los médicos aparecen por ambos lados.
Luces azules y rojas girando contra el
pálido cielo del amanecer. Las voces
entrecortadas de los médicos, la confusión sonora de sus radios en el fondo.
De pronto me falta el aliento. —Zhan —dice Yubin, pero su voz suena muy
distante. Estoy en el camino, de rodillas, perdiéndolo todo una vez más.
Las puertas traseras de la ambulancia se abren. Otro médico se sube al vehículo y tira del extremo de una camilla. Llama a los demás.—¡Llévenlo allí! ¡Vamos, vamos!
—Zhan, vámonos. —La voz de Yubin me
devuelve al presente, pero no por eso me duele menos.
Aquí he perdido todavía más.
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Un ♥️ para 2 || Yizhan ||
FanfictionZhan no sabe como sobreponerse a la muerte de su primer amor. Aun asi, decide no rendirse y empieza a escribir a las personas que recibieron los organos de Ayanga. Todos contestan, excepto el que recibió el organo mas importante: el corazón. Tal vez...