capitulo 7 💜

254 35 2
                                    

La corriente electromagnética del corazón tiene una amplitud sesenta veces mayor que el campo del cerebro. También emite un campo de energía cincuenta mil veces más fuerte que el del cerebro, y puede medirse a más de tres metros de distancia del cuerpo.

DOCTORA MIMI GUARNERI
El corazón habla: una cardióloga revela el lenguaje secreto de
la curación


Los datos [de un estudio titulado «La electricidad del contacto»] demostraron que, «cuando una persona está cerca de otra o la toca, el corazón produce una transferencia de energía electromagnética».

Institute of HeartMath

Despierto tan lentamente que puedo sentir las capas de mi sueño desprendiéndose y lucho para
conservarlo, porque sé que, en cuanto abra los ojos, Ayanga se irá y me quedaré solo de nuevo.

Cuatrocientos un días.

La casa está tan quieta que sé que no hay nadie más, y entonces me doy cuenta de que es sábado. Probablemente, mis padres ya han
empezado la rutina del fin de semana: caminata a la cafetería del pueblo, regreso alrededor del mercado de granjeros, y después pasar un día sin
teléfonos o correo electrónico, impuesto por mi madre, trabajando en el patio, cocinando o leyendo juntos.

Es parte de la campaña para modificar su estilo de vida, después de que ella encontrara a mi padre en la cocina, un domingo por la mañana, y él hablara de forma confusa e incoherente. Tras horas
de pruebas, los doctores determinaron que no había tenido un infarto cerebral, sino algo llamado ataque isquémico transitorio. Nos dijeron que había sido un breve bloqueo del flujo de sangre al
cerebro, y, aunque no había daño permanente, fue un aviso importante.

Un precursor del infarto cerebral.

Desde una silla, en el rincón de la habitación del hospital en que estaba mi padre, miré cómo mi madre permanecía de pie junto a la cama, sosteniéndole la mano mientras el doctor mencionaba todos los factores de riesgo: presión
arterial, colesterol, malos hábitos alimenticios, tensión nerviosa, etcétera. No era nada que mi madre no hubiera tratado de decirle, pero supongo que era diferente viniendo de un doctor y después de su ataque. Cambiar todo eso ya no eran simples recomendaciones, sino un asunto de vida o muerte.

Cuando regresamos a casa, mi padre aún temblaba, pero mi madre tenía un propósito y un plan. Junto con los medicamentos que los doctores
le recetaron, ella iba a cambiar todos los factores de riesgo que pudiera. Trató de que a mí no me afectara directamente este «cambio en el estilo de vida», pero yo sabía lo que estaba haciendo. Mis
dos abuelos murieron antes de cumplir los sesenta años de edad: uno de un ataque al corazón, el otro de un infarto cerebral. Ella no iba a permitir que la
historia se repitiera, no quería ser viuda como su propia madre. O su hijo.

En primer lugar, mi madre contrató un
asistente para su oficina de contabilidad y ella misma se encargó de la mayor parte de la carga de trabajo de mi padre. Luego, insistió en que él estuviera en casa pronto todas las noches, para
tomar una cena saludable que ella cocinaba, en lugar de quedarse en el trabajo hasta tarde y comer algo en el camino a casa, como solía hacer. Yo
esperaba que él se resistiera y dijera que tenía demasiado trabajo para hacer ese cambio, pero no lo hizo; y así fue como supe que él también debía de estar asustado.

Todos lo estábamos.

Habían pasado nueve meses desde la muerte de Ayanga, y pensaba que mis padres aún estaban recuperándose de la impresión de darse cuenta de que la vida podía irse en un instante, sin previo aviso.

Un ♥️ para 2 || Yizhan ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora