capitulo 34 ❤️

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Por tanto, decimos que «aprendemos con el corazón» eso que se queda grabado en la memoria o que hemos comprendido por completo. Y téngase en cuenta, más aún, que se cree que el corazón
hace posible una forma más elevada de conocimiento, una comprensión superior a la que adquirimos con el cerebro.

F. GONZÁLEZ CRUSSI
Cargando el corazón: exploración de los mundos en nuestro interior

Nos sentamos lo bastante alejados de la orilla como para ver la ensenada completa, bajo la luz dorada del atardecer. En un extremo, la cascada
cae sobre el acantilado a cámara lenta, con sus corrientes dando vueltas y saltando hasta la arena, donde se unen y se mezclan con las olas que se dirigen a la playa. En el otro extremo está la
escalera donde me detuve para ver a Yibo en el agua, inseguro del sentido que tendría estar juntos, pero sabiendo que lo tenía. Que lo tiene.

—Éste es el día que quiero vivir, una y otra vez —dice Yibo detrás de mí.

Me doy la vuelta para mirarlo. —Yo también.

Sonríe y sacude la cabeza. —No puedo creer que hayas hecho esto.

—Tu hermana me ayudó.
Y mucho, en realidad. Cuando llamé a Ziyi y le conté lo que pretendía hacer, ella se encargó de prepararlo todo para nosotros: kayak, tienda, campamento, galletas con bombones y chocolate,
todo eso.

—Es perfecto —dice Yibo.

—Que te hayan dado el alta merece un día perfecto.

Él sonríe. —Igual que ser el corredor novato más rápido del equipo.

Me hace reír, pero en realidad me siento bien con eso, tan feliz de tener un plan, aunque sólo sea correr, tomar unas cuantas clases y ver adónde
llegamos.

—No sé si eso va bien con los tuyos —digo —, pero lo aceptaré, así como lo aceptaré si vienes conmigo.

—Debes hacerlo —dice Yibo con una
sonrisa.

Hunde su remo en el agua y nos abrimos camino hasta la playa mientras la luz del sol se desvanece a nuestras espaldas. Después nos enjuagamos en la cascada. Yibo enciende la fogata y miro cómo el humo forma volutas y asciende en la noche, hasta llegar a las estrellas.
Hacemos bombones y hablamos acerca de cuántos días perfectos más podemos pasar juntos, sobre todos los lugares que veremos y las cosas que haremos. Todas las posibilidades para el futuro.
Más tarde, cuando empieza a hacer frío,
sacamos nuestros sacos de dormir de la tienda y los unimos con el cierre. Los extendemos en la arena y nos tiramos allí, uno al lado del otro, mirando cómo satélites y estrellas fugaces cruzan el cielo. Me siento un poco cansado por el sol y el océano, pero no quiero cerrar los ojos. No quiero que este día termine nunca, y sé que Yibo tampoco, por la forma en que sigue hablando.
Sigue contándome historias de las estrellas y el mar.
Sólo se detiene para volverse de lado y
atraerme para darme un beso. Y en ese beso está uno de aquellos momentos como el que tuvimos en el hospital ese día. Un momento que lo es todo. Es
un momento en que puedo sentir la profundidad de la conexión entre Yibo y yo, entre todo. Puedo sentir los ritmos interminables de luz y oscuridad,
las mareas y los vientos. La vida y la muerte, la culpa y el perdón.
Y el amor. Siempre el amor.
Nos quedamos recostados, juntos, callados, bajo el cielo interminable, junto a un océano sin fondo, y no nos contamos que éstas son todas las
cosas que nos han unido. No decimos que no cambiaríamos ninguna de ellas.
No tenemos que hacerlo, porque éstas son las cosas que pasan por el corazón.

Un ♥️ para 2 || Yizhan ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora