Capítulo 3

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Un mar de magos y semidioses agrupados, apresuradamente se abrió, para dejar paso a Severus Snape cuando atravesó el lumbral. Algunos parecían tensos, otros, nerviosos. Algunos estaban vendados después de su reciente batalla contra los monstruos, pero ninguno estaba armado. Ninguno atacó.

Los dioses se habían reunido para mostrar sus respetos. Severus vio a sus mejores amigos recostados sobre los escombros, y a su ahijado aferrado a las piernas de sus padres, a su alrededor algunos ancianos vestidos con una combinación de túnicas romanas y ropa moderna les daban sus bendiciones. ¿Eran semidioses? Severus sospechaba que sí, pero nunca había visto a esas personas. La mayoría de los semidioses que protegian eran adolescentes. Y estos apenas sobrevivían el tiempo suficiente para acabar la secundaria

Al fondo de la multitud, Severus vio a Zeus, el dios del trueno, y a su hermano Poseidón, el gran dios de los mares, que habían decido quedarse a cuidar del Olimpo en lugar ayudar a Hades a defender al inframundo. Parecían exultantes. Zeus saludaba con la mano y sonreía a quien ayudaron a ganar la batalla. Mientras Poseidón les daba su bendicion a los cuerpos caidos.

Severus reparó en el niño escondido detras de su ahijado: cabello oscuro, piel oliva, y ojos profundamente oscuros...

--Un semidios, hijo de hades, ¿porqué esta aqui?

Delante de él, los semidioses cedieron el paso a una muchacha con una armadura brillante y una capa morada. El cabello bi-color le caía sobre los hombros. Sus ojos eran negros como la obsidiana. Melínoe. Narcissa se la había descrito a la perfección. Y aunque no lo hubiera hecho, Severus la habría identificado como la líder. Tenía la armadura decorada con medallas. Y se movía con tal seguridad que los semidioses retrocedían y apartaban la mirada.

Severus advirtió otro rasgo en su cara, en la firmeza de su boca y la forma deliberada en que alzaba la barbilla, como si estuviera dispuesta a aceptar cualquier desafío. Melínoe estaba forzando una expresión de coraje, al mismo tiempo que reprimía una mezcla de esperanza, preocupación y miedo que no podía mostrar en público.

Severus conocía esa expresión. La veía cada vez que se miraba al espejo. La mirada de ambos encontraron un momento. Entonces ella se arrodillo frente a sus amigos.

-En nombre de todo el inframundo, agradezco que hayan respondido rapidamete a nuestro llamado.

Los dioses murmuraron el nombre de Melínoe, mirándola asqueados. Entonces otra persona apareció entre el gentío, y la mirada de Severus se concentró en ella.

-Desde su nombracion como guardianes. el inframundo realmente se encuentra protegido.

-Perséfone, amiga mia, no hagas eso -Narcissa le sonrió; era una sonrisa calida y dulce que solo mostraba a sus seres queridos-.Sabes que aunque no hubiera sido nombrada como tu guardiana, siempre velaré por ti y por tus hijos.

Severus se quedó tan pasmado que fue incapaz de moverse. Tenía la sensación de que si se acercaba a ellos, el ambiente se tornaria incomodo.

Melínoe se enderezó. Con visible reticencia, se volvió hacia su medio-hermano.

-Nico, hermanito ¿que haces en este lugar? Recuerdo haberte llevado al campamento... -pronunció la palabra « campamento» como si fuera basura-. ¿Sabes que? No importa, incluso con todo este alboroto, estas mas seguro aqui que esa aberracion de lugar. Así es... tu lugar es aquí, con tu familia.

No era lo que Nico pretendía, pero se abalanzó hacia delante. Draco corrió hacia ella al mismo tiempo que Nico. La multitud se puso tensa.

Ambos niños la rodearon con los brazos. Ella deposito un beso en la mejilla de cada uno y, por un momento, no importó nada más. Un asteroide podría haber chocado contra la Tierra y haber exterminado toda forma de vida, y a Melínoe le habría dado igual.

Draco olía a menta, mientras Nico desprendia un dulce olor a lavanda.

«Estos niños terminaran juntos» , pensó, aturdida.

Perséfone se acerco y se cruzo de brazos.

-Dioses, nunca pensé que...

Nico se aparto de su media-hermana y brinco sobre su madrastra. Perséfone se estrelló contra la calzada de piedra. Los semidioses chillaron. Algunos avanzaron a toda prisa, pero ella gritó:

-¡Alto! ¡La batalla ha concluido! ¡Retiraos! -Los dioses y semidioses se dispersaron.

Perséfone apreto a Nico contra su pecho. Al mismo tiempo que Melínoe forzaba a su padre para que se unieran en un abrazo grupal.

-Como nos vuelvan a desobedecer -dijo ella, notando un picor en los ojos-, juro por todo mi poder...

Tanto Melínoe como Nico tuvieron el valor de reírse.

-Nos damos por avisados -dijo Melínoe-. Yo también los quiero.

De repente, el nudo de acaloradas emociones se derritió en el interior de Hades. Se puso en pie y ayudó a Perséfone a levantarse

-Bueno... -se aclaró la garganta-. Me alegro de que saliera segun lo planee.

A Perséfone le brillaban los ojos.

-¿En tu plan estaba el hecho que nuestros hijos desobedecieran la orden de resguardarse? ¿O que la mitad de nuestros cerberos fueran capturados?

-Yo... ire hacer conteo de almas-masculló Hades.

Melínoe y Nico se rieron disimuladamente. A continuación, cogió la mano de Nico y se juntos marcharon con paso airado.

-Lucius, Narcissa, realmente les agradezco que pudieran atender a nuestro llamado con tanta rapidez. Cessy, debes estar cansada y el pequeño Draco igual ha de estar agotado, será mejor que vayas a descansar. Por otro lado, -dijo-. Lucius, ¿tú podrias quedarte un poco mas? Necesito algo de ayuda con el conteo.

-Sí, ocurre algo, solo llamanos -intervino Narcissa-. Ahora, vallan a torturar pobres almas inocentes, seres malvados sin corazón.

Pareció que Perséfone hacía un esfuerzo por no sonreír.

-¿Te acompaño hasta la salida?

-No es necesario -dijo-. Deberías ir con tus hijos...

Aunque estaba en su limite, su caminar seguia suave y elegante.

-¡Cessy!

Unos resonates pasos se acercaban cada vez mas a ella.

-Cessy, me alegro que estan bien - declaró el hombre desde atras-. Fui a la mansión, los elfos dijeron que estaban aqui.

-¿Severus? -miró directamente a su amigo-. ¿No te lastimaste, verdad?¿Estas herido...?

-Cuando llegue la batalla habia concluido -soltó Severus-. Pudiste llamarme para cuidar de mi ahijado...

-Insistió en venir. Al parecer estaba preocupado por Nico y viceversa, al enterarse que habiamos sido contactados Nico escapo del campamento para protejer a Draco. Por cierto, ¿crei que tenias junta en el colegio?

Severus chasqueó los dedos y un sobre apareció.

-Se termino temprano, y quería aprovechar para sorprender a Draco con su carta de Hogwarts, pero al final ustedes me han sorprendido a mí -le dedicó una sonrisa irónica.

Harry Potter y La Moneda Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora