Capítulo 9

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Al siguiente día apareció una noticia en la sala común de Slytherin; que los hizo oponerse a todos. Las lecciones de vuelo comenzarían el jueves... y Slytherin y Gryffindor aprenderían juntos.

— Nos ira bien — dijo Pansy, al mirar el rostro deprimido de Harry —. De todos modos, sé que nadie se atrevería a cuestionarnos...

Su discurso fue interrumpido por la llegada del correo.

Harry no había recibido una sola carta desde la nota de Hagrid, algo que Malfoy ya había notado. La lechuza de Draco siempre le llevaba de su casa paquetes con golosinas, que el muchacho gustaba compartir con sus amigos.

— Mis padres enviaron una nota — dijo con tono desconcertado Draco —... es para Harry.

Draco le extendió una nota y una bolsita de color esmeralda. Harry la tomó y leyó «Draco nos conto de su amistad, Felicidades por quedar en Slytherin. Atte. La honorable familia Malfoy-Black», abrió la bolsa rebelando una pulsera en forma de serpiente color verde esmeralda.

— Les darías mi agradecimiento.

Un lechuzón entregó a Neville un paquetito. Lo abrió excitado y les enseñó una bola de cristal, del tamaño de una gran canica, que parecía llena de humo blanco.

— ¡Es una Recordadora! — explicó con voz alta y clara. Harry podría jurar que Neville anhelaba que todos la admiraran —. La abuela sabe que olvido cosas y esto te dice si hay algo que te has olvidado de hacer. Miren, uno la sujeta así, con fuerza, y si se vuelve roja... oh... — se puso pálido, porque la Recordadora súbitamente se tiñó de un brillo escarlata —... es que has olvidado algo...

— ¿Esa es una recordadora? — preguntó con extraño brillo Pansy —. Creen que me la preste, siempre quise una, pero mis padres dicen que es un invento inútil.

— No podría estar más de acuerdo con ellos, — dijo Draco —. De qué sirve algo que no dice lo que has olvidado.

Pansy parecía realmente avergonzada. Draco suspiró y dijo:

— Aun asi quieres verla, ¿no?— Pansy asintió compulsivamente —. Crabbe, Goyle ustedes también quieren, ¿verdad? Bien andando. ¡Nos acompañas, Harry!

Neville estaba tratando de recordar qué era lo que había olvidado, cuando Draco que pasaba al lado de la mesa de Gryffindor; le quitó la Recordadora de las manos y se la pasó a Pansy, Crabbe y Goyle para que la contemplaran.

Una gran cantidad de alumnos saltaron de sus asientos. En realidad, deseaban tener un motivo para pelearse con Malfoy, pero la profesora McGonagall, ya estaba allí.

— ¿Qué sucede?

— Malfoy me ha quitado mi Recordadora, profesora.

Con aire ceñudo, Malfoy dejó rápidamente la Recordadora sobre la mesa.

— Sólo la miraba —dijo, y se alejó junto a Harry, seguido por Pansy, Crabbe, Goyle.

— Lo siento, — expresó Pansy. — Por mi culpa casi te castigan, Draco

— Eso no importa, — dijo Draco moviendo su mano en forma de negación —. Si puedo saciar tu curiosidad, un castigo valdría la pena.

«Draco no mentía en aquella ocasión, realmente querian verla» pensó Harry.

Aquella tarde, a las tres en punto, Harry, Draco y los otros Slytherins bajaron corriendo los escalones de la segunda torre (donde estudiaban magia estelar), hacia el parque, para asistir a su primera clase de vuelo. Era un día claro y ventoso. La hierba se agitaba bajo sus pies mientras los Slytherins marchaban por el terreno inclinado en dirección a un prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia, habían llegado temprano lo único que había allí eran las veinte escobas, cuidadosamente alineadas en el suelo.

Harry Potter y La Moneda Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora