Capítulo 11

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Un momento después, de la salida de Harry, Draco y Blaise. La profesora McGonagall entro apresuradamente en la habitación, seguida por Snape y Quirrell, que cerraban la marcha. Quirrell dirigió una mirada al monstruo, se le escapó un gemido y se dejó caer en un inodoro, apretándose el pecho.

Snape se inclinó sobre el trol. La profesora McGonagall miraba a Hermione.

Nunca la había visto tan enfadada. Las esperanzas de ganar puntos para Gryffindor se desvanecieron rápidamente de la mente de Hermione

— ¿En qué estabas pensando, por todos los cielos? — dijo la profesora McGonagall, con una furia helada—. Tienes suerte de que no te haya matado. ¿Por qué no estabas en los dormitorios?

Snape dirigió a Hermione una mirada aguda e inquisidora. Hermione clavó la vista en el suelo. Deseó que atraparan a Potter. Entonces, las palabras salieron de su boca de forma automática:

— Yo vine a buscar al trol porque yo... yo pensé que podía vencerlo, porque, ya sabe, había leído mucho sobre el tema.

— Bueno... en ese caso — dijo la profesora McGonagall, contemplando a la niña —... Hermione Granger; eres una tonta. ¿Cómo creías que ibas a derrotar a un trol gigante tú sola? Tienes suerte que el trol se haya desmayado.

Hermione bajó la cabeza sin decir palabra alguna.

— Hermione Granger, por esto Gryffindor perderá cinco puntos — dijo la profesora McGonagall —. Estoy muy desilusionada por tu conducta. Si no te ha hecho daño, mejor que vuelvas a la torre Gryffindor. Los alumnos están terminando la fiesta en sus casas.

Hermione se marchó.

Harry, Draco y Blaise pasaron rápidamente por la abertura del muro. El rostro de Draco Malfoy reflejaba alivio; de estar fuera del alcance del olor del trol, de que estuvieran a salvo, además del resto.

— No tenían que haber ido al baño de niñas — se quejó Harry, y se dejó caer en un sillón de la sala común.

Draco permaneció mudo; no le apetecía perder la amistad de Blaise ni la de Harry.

— ¡No tenían que haber ido al baño de niñas! — imitó Blaise con voz chillona—. Es verdad... no teníamos porque ir. A pesar de ello fuimos, y salvamos tu patético trasero...

Harry se puso de pie.

— Lo tenía controlado...

— Querrás decir; apunto de aplastarte — dijo Blaise —. Sin nosotros, podrías haber muerto...

Todo ocurrió tan rápido que Draco solo vio como Blaise caía al suelo, inmóvil.

— ¿Lo has petrificado? — preguntó Theodore asombrado en medio de la sala.

— ¿Por qué lo hechizaste? — gritó Draco con pavor. Empuñó su propia varita y sin mirar a Harry; dijo: — ¡Enérvate!

Blaise se puso de pie, con la respiración agitada.

— ¿Estás bien? — dijo Draco estrechándose contra el pecho de Blaise—. ¿Y a ti que diablos te pasa? Fuimos por que estábamos preocupados, pero descuida, la próxima vez dejaremos que te quedes con el papel de héroe.  

— Yo...

— Ahora no... — interrumpió Draco mirando fríamente a Harry —. Si no les molesta ire a la cama.

Harry y Blaise se quedaron quietos, mirando como Draco desaparecía por uno de los corredores.

— Bien hecho, ahora esta enojado con todos — dijo Blaise a Harry. 

Harry Potter y La Moneda Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora