30. Cabeza de Puerco

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capítulo treinta

CABEZA DE PUERCO

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CASSIOPEIA NEGÓ CON LA CABEZA AL TIEMPO QUE SOLTABA una risa junto con Theo por culpa de un chiste malo de Blaise. Daphne le golpeo el hombro.

—Ríete, Daphne. ¡Mira que Cassie si se rio!

—Me reí porque fue mu agrio y por eso ahora tendrás que cargarme —Blaise casi se cae cuando sintió a Cassiopeia lanzándose a su espalda.

—¡Auch! Estas muy pesada, Cassie —bufó, pero de igual forma se acomodó mejor para cargar bien a su amiga.

—¿Me llamaste gorda? —exclamó ofendida la castaña—. Ahora no podrás bajarme hasta que lleguemos a Cabeza de Puerco.

—Tú también cárgame, Theo —chilló Daphne mientras daba saltitos.

Blaise y Theo caminaron hacia Cabeza de Puerco con sus amigas en sus espaldas. El primero al entrar fue Blaise con Cassiopeia todavía en su espalda, algunas personas se los quedaron viendo. Al instante entró Theo, que parecía ser regañado por Daphne.

Los cuatro dejaron de sonreír al percibir el olor a cabra e hicieron una mueca. Luego notaron que algunos Gryffindor ya estaban allí y no recibieron con una agradable sonrisa a los Slytherin.

Cassiopeia suspiró y se bajó de la espalda de Blaise. Daphne hizo lo mismo. Black les susurró que los ignoraran para luego acercarse a Harry, Ron y Hermione.

¡Hola!

—Llegaron —sonrió Hermione.

—Disculpen la demora —musitó Cassiopeia.

—Trajimos a Blaise y Theo —los señaló Daphne—, ellos también quieren aprender a defenderse.

—¡Hola! —saludó Fred. Fue el primero en llegar a la barra, y se puso a contar con rapidez a sus acompañantes—. ¿Puede ponernos... veinticinco cervezas de mantequilla, por favor?

El camarero lo fulminó un instante con la mirada; luego, de mala gana, dejó el trapo, como si lo hubieran interrumpido cuando hacía algo importantísimo, y empezó a sacar polvorientas botellas de cerveza de mantequilla de debajo de la barra.

—¡Salud! —exclamó Fred mientras las repartía—. Suelten el dinero, yo no tengo suficiente oro para pagar todo esto...

Algunos parecían muy emocionados, otros, curiosos; Luna Lovegood miraba en torno con ojos soñadores. Cuando todos tuvieron su silla, fue cesando el parloteo. Todos miraban a Harry.

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