3. Los Malfoy

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capitulo tres

LOS MALFOY

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DURANTE LA SIGUIENTE MEDIA HORA SE FUE LLENANDO LENTAMENTE LA TRIBUNA. El señor Weasley no paró de estrechar la mano a personas que obviamente eran magos importantes.

—Sabía que al final lo conseguiríamos —le dijo Fudge a Harry cansinamente—. No soy muy bueno en idiomas; para estas cosas tengo que echar mano de Barty Crouch. Ah, ya veo que su elfina doméstica le está guardando el asiento. Ha hecho bien, porque estos búlgaros quieren quedarse los mejores sitios para ellos solos... ¡Ah, ahí está Lucius!

Cassiopeia se volvió. Los que se encaminaban hacia tres asientos aún vacíos de la segunda fila, no eran otros que Lucius Malfoy, Narcisa Malfoy y Draco Malfoy.

—¡Ah, Fudge! —dijo el señor Malfoy, tendiendo la mano al llegar ante el ministro de Magia—. ¿Cómo estás? Me parece que no conoces a mi mujer, Narcisa, ni a nuestro hijo, Draco.

—¿Cómo está usted?, ¿cómo estás? —saludó Fudge, sonriendo e inclinándose ante la señora Malfoy—. Permítanme presentarles al señor Oblansk... Obalonsk... al señor... Bueno, es el ministro búlgaro de Magia, y, como no entiende ni jota de lo que digo, da lo mismo. Veamos quién más... Supongo que conoces a Arthur Weasley.

Fue un momento muy tenso. El señor Weasley y el señor Malfoy se miraron el uno al otro.

—Por Dios, Arthur —dijo con suavidad—, ¿qué has tenido que vender para comprar entradas en la tribuna principal? Me imagino que no te ha llegado sólo con la casa.

Fudge, que no escuchaba, dijo algo sobre la generosidad del señor Malfoy. La castaña rodo los ojos ante las palabras de Fudge.

Draco lanzó una mirada de desprecio al trio de Oro, y luego miró rápidamente a Cassiopeia con una sonrisa. Aquella sonrisa también fue vista por Harry, que frunció el ceño.

Lucios Malfoy alzó una ceja al mirar a Cassiopeia, no negaba que todo en ella gritaba Black, mantenía un cierto parecido tanto en Bellatrix Lestrange como en Andrómeda Tonks.

Por último, esta Narcisa que solo hizo una mueca de desprecio hacia la joven.

«Mi madre no crio a una perra débil», se dijo mentalmente Cassiopeia al tiempo que lazaba una mirada severa (una que no dejaba que nadie la intimidara) a los Malfoy, en especial a Narcisa Malfoy.

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