I. Atokirina

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Mientras sus padres estaban disfrutando de su tiempo a solas, Kiri, Lo'ak y Neteyam jugaban a atrapar a Tuk.

- ¡Tul mì'ul nìwin, Lo'ak! (¡Corre más rápido, Lo'ak!) - Gritó la pequeña a su hermano mayor, burlándose inocentemente mientras seguía corriendo y gritando.

- ¡Oe spe'ete, Tuk! (¡Te atraparé, Tuk!) - le contestó Lo'ak, mientras corría tras ella. Había empezado a correr lentamente al principio, dándole una ventaja adecuada para que el ego de su hermana se hinchara. Quería que ella creyera que era lo suficientemente rápida como para dejarlo atrás. Al menos, esa era la idea inicial. Pero a esas alturas, habían corrido durante demasiado tiempo, y la hija menor de los Sully seguía manteniendo el mismo ritmo con el que había comenzado la carrera, mientras que Lo'ak ya estaba empezando a cansarse.

Los dos hermanos mayores, Neteyam y Kiri, se habían rezagado un poco, permitiéndose conversar sin interrupciones de los gritos y risas de sus otros hermanos.

- Es ágil - dijo el mayor, refiriéndose a Tuk. Kiri soltó una risita y lanzó una mirada cómplice a Neteyam.

- Te apuesto a que Lo'ak va a terminar rogándole que se deje atrapar-  agregó Kiri con una sonrisa traviesa.

- Y yo te apuesto a que Tuktirey no será tan complaciente como para dejarse atrapar fácilmente por nuestro hermano - respondió Neteyam con seguridad.

Neteyam se detuvo y observó a su alrededor, mientras Kiri hacía lo mismo al ver la expresión de su hermano. La oscuridad de la noche en Pandora estaba iluminada por los vibrantes colores neón de las plantas y animales del bosque. Los ojos de Kiri brillaron con admiración al ver a unos lortsyal volando cerca de ella. Amaba su hogar, el bosque y sus animales, y cerró los ojos para disfrutar plenamente de su entorno. Sin embargo, fue interrumpida por la voz de su hermano. 

- Kiri, ¿cómo has estado? - preguntó Neteyam con curiosidad.

- ¿Qué dices? - respondió Kiri, desconcertada.

- Eso, ¿cómo has estado? ¿No te ha vuelto a pasar? - explicó él, recordando algo.

- Ah... eso. Estoy bien. ¿Y tú? 

- Sí, creo que lo estoy. Lo estamos - dijo Neteyam, incluyendo a su hermana en su respuesta. -Mira lo felices que están ellos - agregó, señalando con el mentón a los hermanos menores.

- ¡Tam, tam, Tuktirey! - se escuchaba a Lo'ak gritando a lo lejos, seguido de risas y gritos infantiles de su hermana menor. Kiri sonrió y Neteyam soltó una risa suave.

- Y no dudo que nuestros padres deben estar pasándola muy bien donde sea que estén.

- No me hagas pensar en eso, es asqueroso. - se quejó Kiri, pegándole un codazo en el brazo a su hermano. Neteyam sólo se rió. Luego de un breve momento de silencio, la hermana volvió a hablar. - ¿Te puedo contar algo?

- Por supuesto.

- Siento que algo muy grande está a punto de pasar.

- ¿Algo como qué? - preguntó Neteyam volteando hacia ella.

- No sé, algo que va a cambiar la forma en que vivimos. - miró al cielo nocturno. Las criaturas voladoras ya no lo iluminaban. - Sólo espero que sea para mejor.

Ambos se sumieron en el silencio, con pensamientos contradictorios. Kiri sabía que su hermano mayor no creía del todo en sus palabras, pero ella sentía una certeza interna que no podía explicar. Mientras tanto, Neteyam se debatía entre la racionalidad y la posibilidad de que algo realmente grande estuviera por ocurrir. Sabía que ella tenía algo especial que no lograba comprender, pero después de todo, era solo una corazonada de su hermana.

De repente, una leve presión que le hizo cosquillas en su mano izquierda llamó su atención. Al mirar, encontró una atokirina posada en su piel, una semilla del Árbol de las Almas. La observó con sorpresa mientras se elevaba y desaparecía en el cielo.

"Pak Eywa, A lu aynga 'upxare? (Oh Eywa, ¿cuál es tu mensaje?)" pensó para sí mismo, sin compartirlo con su hermana que seguía a su lado. La misteriosa semilla había despertado en él una sensación de intriga y curiosidad, pero no sabía qué significaba. Aunque no sabía qué esperar, una chispa de emoción se encendió en su interior.

Justo entonces, vio a sus dos hermanos menores acercándose. Lo'ak llevaba a Tuk en sus brazos, pero apenas se detuvo la bajó.

- Vimos a nuestros padres volando hacia aquí, van a llegar en cualquier momento. Los ikranes se veían inquietos, tal vez nos van a castigar - informó el hermano menor a los otros dos.

- Vámonos, nos estarán buscando - dijo Neteyam mientras alzaba a Tuktirey y emprendía la marcha hacia el campamento.

Lejos de allí, más allá de los frondosos bosques y adentrándose en la vastedad del océano, caminaba en una isla uno de los hijos de la Tsahìk y del Olo'Eyktan de los Metkayina. Ao'nung era su nombre, y su rutinaria caminata nocturna por la orilla de la playa no merecería mención alguna, excepto porque ese día en particular decidió aventurarse hacia el Ranteng Utralti, el árbol de las almas, por apuesta que había hecho con Rotxo.

- Apuesto a que no te atreves a ir en la noche después de la última paliza que te dio el Olo'Eyktan - fue lo que le soltó su mejor amigo.

- ¿Qué paliza? Jamás hubo ningún golpe.

- Ah, es cierto, de todos modos no te atreverías a meterte en una pelea. - Continuó su amigo, provocándolo.

- Habla por ti Rotxo, eres tú el que no sabe la diferencia entre una pelea y una discusión. Mi padre y yo sólo estábamos discutiendo.

- ¿Discusión? Yo solo vi que él te pateaba el trasero con retos y tú no le decías nada, creo que una "discusión" se hace de a dos, en otro caso más bien sería un monólogo... - Respondió Rotxo con sarcasmo.

- Bien, bien, sabelotodo. De todas maneras, ¿qué hacías tú ahí metiéndote en un momento como ese? - cuestionó Ao'nung, molesto.

- Eres mi mejor amigo idiota, estaba contigo cuando metiste la pata en el canasto de pescar. - respondió el otro con una sonrisa burlona.

- Tam, fnute (Basta, cállate) - el aludido se llevó una mano a la cara y se pinchó la nariz, sabiendo que se iba a arrepentir por desobedecer el castigo de sus padres. Mamá lo iba a tirar de la cola, estaba seguro. - ¿Qué apuestas? - preguntó finalmente.

- Mi cuchillo de caza, ese que tú insistes que es tuyo y que yo me lo robé. - Rotxo estaba tan convencido de que iban a castigar de nuevo a su mejor amigo, como éste tenía la convicción de que ése cuchillo era suyo y tenía que recuperarlo.

Y así fue como llegó a donde estaba, en medio de la noche, junto al imponente árbol de las almas. Se zambulló en el agua con gracia, nadando hasta llegar frente a él. Lo contempló por un momento, admirando su majestuosidad. Sin embargo, no era el tipo de persona que disfrutara de quedarse mucho tiempo allí, así que se disponía a marcharse en unos segundos, cuando sintió un leve cosquilleo en su mano derecha. Fue entonces cuando vio  en ella a una atokirina.

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Información importante:

Para efectos de la trama de esta historia original en particular, los personajes Neteyam y Aonung son ambos mayores de edad y considerados adultos por los na'vi, no siendo así en la creación original de James Cameron.
En este fanfiction, ambos tienen una edad conveniente de 20 años.
Todo el resto de la información acerca del entorno y los personajes son cercanamente fieles a las del mundo presentado bajo la autoría de James Cameron.

Muchas gracias por leer.

Aunque Me Queme [AonuNete] {EN CORRECCIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora