IX. Momentos

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Perspectiva de Neteyam.

Los días en Awa'Atlu pasaban como un respiro. Sólo habían momentos, que me hacían recordar que cada día era diferente.

- Nada rápido hacia el arrecife - me dictaba Ao'nung, sentado en el muelle.

- "Nada rápido hacia costa" - intentaba decir yo, con las manos, sentado frente a él.

- Hacia el arrecife - me repetía él, poniendo énfasis en la palabra.

- "Costa" - le respondía con las manos.

- "Hacia el arrecife" - me mostraba él con las suyas.

- "A través del arrecife" - intentaba imitar sus movimientos lo mejor que podía.

Él solía perder la paciencia con facilidad. Me dió un golpe con la cola en una pierna, y yo en respuesta le tiré agua a la cara. Ao'nung no quedó conforme, nunca lo hacía, y me empujó al mar. Yo le agarré el brazo y lo llevé conmigo. Salimos los dos a tomar aire y volvimos a lanzarnos agua entre nosotros.

En ese momento, Tonowari cruzó caminando por el muelle. Los dos nos detuvimos al instante, y lo saludamos.

- Nos caímos. - Se excusó su hijo.

El Olo'Eyktan rodó los ojos y soltó un resoplido, siguiendo su camino.

- Sí, claro. - lo escuché decir mientras se iba.

Miré a Ao'nung, por si eso le había afectado, pero él estaba tratando de aguantarse la risa. Yo no tuve por qué aguantármela, después de todo, el jefe ya estaba lejos.

Tuk y Lo'ak seguían aprendiendo con Tsireya. Mi hermano pasaba mucho tiempo con la hermana de Ao'nung, que siempre se ofrecía pacientemente a enseñarle la vida que llevan en el mar. Creo que era una excusa para pasar tiempo juntos. Tuk ya veía a Tsireya como una hermana mayor, pero solía repartir su tiempo entre estar con ellos, con nuestros padres y conmigo. Recuerdo que una vez los amigos de Ao'nung, me dijeron que parecía como si Tuktirey fuera mi hija. Qué puedo decir, ojalá todos los niños fueran como ella.

- Tsireya nos dijo, que imagináramos que tenemos una vela en frente nuestro. - dije una vez, imitando la postura que nos había enseñado.

- ¿Eso dijo? - Ao'nung me observaba con atención. - Pero aún así tienes problemas para respirar bajo el agua.

- No tenemos tanto espacio para el aire, como ustedes. - dije mirándolo.

- No se trata tanto de eso. Yo a veces imagino una roca en vez de una vela.

- ¿Y eso para qué?

- Imagino que tengo que mover la roca con mi soplido.

- Pero es imposible mover una roca con aire, Ao'nung. - le dije sonriendo.

- Por eso tomo más aire. - respondió él. - Y luego me detengo, cuando pienso que es el suficiente para mover la roca. Inténtalo.

Yo pensaba que nada de eso tenía sentido, pero igual le hacía caso. Empecé a tomar aire, pero lo hice con tanta fuerza que me atraganté con mi propia saliva. Ao'nung se rió y puso una mano por encima de mi ombligo.

- Tienes que llevar el aire acá, no arriba. Como cuando estás acostado.

Tomé aire, intentando hacer lo que me dijo. Lo hice un par de veces, con lentitud.

- Vas mejorando. - luego, se puso frente a mí y puso sus manos a los lados de su pecho. - También tienes que llevarlo hacia acá, tendrás más espacio. Mira. - extendió sus brazos hacia mí y me puso sus manos en los costados de mi cuerpo, arriba del ombligo pero debajo de mi pecho. - Empuja mis manos con tu respiración.

Aunque Me Queme [AonuNete] {EN CORRECCIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora