XVI. Conexión, parte III

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⚠️ Advertencia: Este capítulo incluye contenido no apto para menores de 18 años. ⚠️

Perspectiva de Neteyam.

Ao'nung estaba encima mío, botando aire entre sus dientes, mientras me empujaba con sus caderas una y otra vez. Carajo, debí haber adivinado que su brazo no era lo único que tenía grande y ancho.

Pero él se movía lento, y no muy profundo. Podía sentirlo, no solo su pene, que se estaba haciendo más espacio en mi cuerpo, sino todo de él. Sentía el cosquilleo en sus manos, en sus piernas y en su vientre. Podía sentir también su emoción, lo ansioso que estaba de ir más rápido, pero se controlaba.

De cualquier manera, yo no podía dejar de suspirar y jadear. Su roce me dolía por dentro, pero me agradaba a la vez. Es que podía sentir lo placentero que era, que mi cuerpo rodeara y apretara con fuerza el miembro de mi compañero, y al mismo tiempo sentía lo molesto que era para mí propio cuerpo.

Tenía mis dedos enterrados en su espalda. Apenas lo noté cuando él se separó, despacio, y mis uñas se deslizaron por su piel. Su pecho subía y bajaba con pesadez, y se veía en su mirada lo deseoso que estaba de volver a estar dentro mío.

- Ven aquí. - dijo, apoyando su espalda en la hierba. - Hagámoslo a tu ritmo.

Me di vuelta para ponerme encima de él, arrodillado con una pierna en cada costado de su cuerpo. Él tomó su falo con una mano, y la otra la puso sobre una de mis piernas, para hacerme bajar las caderas. Entró de nuevo, esta vez más profundo. Me sacó un gemido que estaba intentando contener por mucho tiempo, y él al mismo tiempo también gimió.

- Está muy adentro. - dije entre dientes, tratando de acostumbrarme.

- Lo sé, es sorprendente. - dijo él con una sonrisa. - Quédate así.

Lo miré hacia abajo, al mismo tiempo que él apoyaba sus manos en mis rodillas, y las subía por mi piel. Yo apoyé mis manos en su pecho, y recorrí con ellas toda la piel de su torso desnudo. De pronto, él despegó la espalda de la hierba y se sentó, yo todavía encima y unido a él.

- Ah, Neteyam... - jadeó él, apegándose a mi pecho. Luego se separó, yo le tomé la cabeza y le di un beso. Fue un beso tan intenso, que casi no teníamos espacios para respirar.

Entremedio de todo eso, sentí sus manos apretando mis caderas, y volvió a empujarme con insistencia, más rápido que antes. Se me salió otro gemido, sólo con el cambio de velocidad. Yo también empecé a moverme, a lo que él se detuvo, y empezó a jadear más rápido, mientras me masturbaba con una de sus manos.

Me rodeó con uno de sus brazos, y me apegó con fuerza, haciendo que nuestras caderas chocaran. Ao'nung soltó un quejido mientras resoplaba agitado.

La sensación que tuve ese momento era surreal. No pensaba en nada, sólo sentía como si hubieran corrientes de viento tibias rodeando mis extremidades, luego mi tronco, y que después me hicieron temblar todo el cuerpo.

Cuando volví en mis cinco sentidos, vi que mi semen se había salpicado entre el torso del metkayina y el mío.

- Oh, mierda, lo siento. - dije apenas lo noté, intentando limpiarlo con una mano.

Ao'nung seguía en las nubes. Tenía su mirada perdida en algún punto del cielo. Yo sonreí al ver su cara de skawng.

- Estuvo fantástico. - le dije, aún sonriendo.

- Espectacular. - me respondió, volviendo a mirarme. Sus ojos azulados escudriñaban los míos. Notaba cómo le bombeaba la sangre en las venas de su cuello, que estaba brillante de sudor.

Me tomó de la cintura y salió de mí, despacio. Luego fuimos a limpiarnos al mar, y volvimos a recostarnos sobre la hierba. Nuestras trenzas aún estaban enlazadas. Fuimos uno, de una manera inexplicable.

- Nuestra unión ahora es para siempre, Neteyam. - lo escuché decir, mientras los dos mirábamos al cielo nocturno.

- ¿Eso no te asusta? - le pregunté, mirándolo de reojo.

- No. - me respondió, después de observarme por un instante. - Me alegra que hayas sido tú. - luego se quedó en silencio.

- A mí también. - le dije, volviendo a ver el cielo al igual que él.

Luego de un rato, en donde los dos nos quedamos mirando las luces nocturnas y coloreadas de Pandora, él volvió a hablar.

- Sabes, cuando tenía la edad de Tuk, soñaba con descubrir una nueva isla. - empezó a contarme. - Yo sería el primero en llegar. Luego, cuando ya hubiera construido el primer marui, me llevaría a mi pareja conmigo, junto a toda nuestra familia. - se tomó una pausa para soltar una pequeña risa. - Y entonces yo sería el Olo'Eyktan de mi propio clan, y no tendría que seguir escondido en la sombra de mi padre.

No sabía si era parte de la información que podíamos compartir entre nosotros, a través de la conexión de nuestras trenzas, pero su entusiasmo se pegó a mí, así que le seguí el juego.

- ¿Eso me convertiría a mí en el Tsahìk?

- Probablemente. - Ao'nung se rió un poco. Luego se quedó callado, con una sonrisa en su cara. - Quizás algún día pueda cumplir ese sueño, contigo.

Yo me di vuelta, apoyándome sobre mi costado, para verlo de frente.

- Espero, de todo corazón, que tu sueño se cumpla, Ao'nung.

Él me miró y se volteó también, pasando un brazo por encima de mi cintura.

- Yo también.

Solté un suspiro y cerré los ojos por un momento. Escuché los latidos fuertes y la respiración de mi compañero. Más alejado, escuchaba el sonido del agua, y las pequeñas olas que se formaban en ella. Escuchaba la brisa, moviendo la hierba sobre la que estaban descansando nuestros cuerpos semidesnudos, que me hacía cosquillas muy suaves en la piel. Sentí el sudor resbalándose en esta, y en la de Ao'nung.

Todo parecía tan irreal, que pensé que eso era un sueño. Pero comprobé que no lo era cuando me desperté al otro día, con mi cabeza recostada sobre el pecho del metkayina. Él estaba con una mano sobre sus ojos, tratando de tapárselos de la luz de la mañana, que le llegaba directamente en la cara.

- Ah, ya despertaste. Te traería desayuno, pero no he podido moverme desde que desperté. ¿Sabías que roncas? - me dijo él, mientras me miraba.

- ¿En serio? - pregunté, aún despertando. - Kiri me molestaba por eso, pero nunca le creí.

- De verdad. Y es una de las cosas más tiernas que he escuchado.

Ambos nos sentamos en el suelo. Yo pasé una mano por mi cara, espabilando.

- ¿Cómo estás? - me preguntó él, con un brazo apoyado en una de sus rodillas.

- Estoy bien, creo. - dije, riendo un poco. Miré de reojo el espacio en medio de nosotros, y vi nuestras trenzas, aún conectadas. Tomé la mía, y se separó lentamente de la de Ao'nung. Observé los filamentos de mi trenza por un momento corto, desconcertado. Luego miré al metkayina. - ¿De verdad ahora somos pareja?

- Sí, mi querido. - me dijo como si nada, levantándose. - Y será mejor que volvamos a la isla ahora ya, pasamos toda la noche aquí.

- ¿Qué, le tienes miedo a tu mamá? - le pregunté, bromeando.

- Sí, pero le temo más a mi suegrita. Ya vámonos.

Solté una risa, y lo seguí hasta la orilla, donde nos esperaban los ilu.

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Información importante:

Para efectos de la trama de esta historia original en particular, los personajes Neteyam y Aonung son ambos mayores de edad y considerados adultos por los na'vi, no siendo así en la creación original de James Cameron.
En este fanfiction, ambos tienen una edad conveniente de 20 años.
Todo el resto de la información acerca del entorno y los personajes son cercanamente fieles a las del mundo presentado bajo la autoría de James Cameron.

Muchas gracias por leer.

Aunque Me Queme [AonuNete] {EN CORRECCIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora