II. Aterrizaje

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Neteyam no lograba comprender qué había sucedido desde aquella noche en la que la semilla del árbol se posó en su mano. Sólo tenía recuerdos fragmentados, en los que predominaba el sentimiento del miedo. Era como si hubiera despertado de una pesadilla que duró varios días. Recordaba la desesperación que se apoderó de su mente cuando Lo'ak descendió en su ikran al lugar del ataque, luego la imagen de una máquina sobre ellos y el impacto de una explosión. También recordaba a su padre, cargándolo en su espalda, y el tono de su voz cuando le preguntó "¿En qué estabas pensando?", mientras él sólo deseaba saber cómo se encontraba su hermano.

Lo siguiente que pasaba por su cabeza, era el momento en el que secuestraron a sus hermanos. Recordaba verlos reducidos en el suelo, amenazados con armas de fuego, pero después todo se volvía confuso: imágenes borrosas, sonidos de disparos, y la sensación de vibración al tensar su arco y lanzar flechas. Y entonces, venía a su mente la imagen de Spider siendo arrastrado por aquel ser al que su madre había llamado "demonio".

El último recuerdo que tenía, era cuando su padre se percató de que el enemigo buscaba atacarlos a ellos. Sería inimaginable poner en riesgo a todo su pueblo solo para aferrarse a su hogar. Recordaba que sus padres discutían, pero durante el conflicto, no podía evitar apoyar a su padre. Lo decisión correcta era partir y proteger así a los Omaticaya, y finalmente su madre lo entendió.

Siguiendo el plan de su padre, se encontraba volando junto a su familia en su ikran, hacia tierras desconocidas. A pesar de que el viaje había sido largo y agotador, él simplemente siguió las órdenes de su padre cuando vio las islas y este comenzó a descender. Sin embargo, en ese momento lo único que deseaba era descansar, dormir un poco, y que cuando despertara todo hubiera terminado. Aunque no lo admitiría, dejar el campamento y a su pueblo atrás había sido tan difícil para él como si se tratara de una despedida definitiva.

Perspectiva de Neteyam.

No podría decir con exactitud cuánto tiempo nos tomó llegar a Awa'Atlu, la villa Metkayina a la que mi padre nos llevó, pero pareció una eternidad.

Cuándo finalmente bajé del ikran después de mis padres, dejé que ellos se encargaran de la diplomacia con los líderes del pueblo. Yo estaba exhausto, y siendo sincero, no tenía ánimos de conversar con nuestros posibles futuros anfitriones.

En cuanto nuestros pies tocaron la arena, un gran grupo de na'vi nos rodeó curiosos por vernos. Aunque eran altos como nosotros, parecían más grandes, con colas y brazos robustos. Sus ojos eran grandes y de tonos similares a los que se ven en el océano, mientras que su piel, más clara que la nuestra, parecía reflejar la parte del mar que acaricia la arena.

Parecía como si todos los habitantes del pueblo nos observaran, como si fuéramos alguna atracción. No obstante, dos de ellos destacaban entre la multitud, y supe al instante que debían ser los hijos del jefe. Uno de ellos echó un vistazo fugaz a Lo'ak, pero luego sus ojos se clavaron en mí como si fueran flechas. Fue, sin duda, la mirada más intensa que he recibido. Me recordó a la expresión de mi madre cuando se enfocaba en un objetivo al que disparar. A pesar de todo, sostuve su mirada después de saludarlo, mientras se movía para colocarse detrás de mí.

- Miren, ¿qué es eso? ¿Se supone que es una cola? - Escuché que decía uno de ellos, y luego lo acompañaron algunas risas. No me parecía que fuera el mayor de los dos quien se burlaba de esa manera, pero ¿de verdad era eso lo que llamaba su atención? ¿En qué demonios estaban pensando? Sabía que me estaban mirando a mí, no a Lo'ak, quien estaba a mi izquierda. Su proximidad me daba escalofríos en la espalda.

Aunque Me Queme [AonuNete] {EN CORRECCIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora