10. ENERO III

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HYUNGWON


Preparar la exposición fue fácil con la ayuda de Sam y la colaboración de Kihyun.
Trabajamos sin descanso durante los siguientes días. Yo no volví a tener dolor de cabeza, quizá porque usé más esas gafas que a Kihyun parecían hacerle tanta gracia cada vez que me veía con ellas puestas, y me concentré en conseguir que todo fuese perfecto.

El viernes por la mañana ya estaba todo listo.

Con Kihyun pisándome los talones, di un paseo por las tres salas admirando el resultado final como si no lo hubiese visto antes una docena de veces.
—¿Satisfecho? —le sonreí.

—Sí. Y nervioso también.

—En poco más de veinticuatro horas esta sala estará llena de gente. —Se había extendido la noticia de que el hijo de los Yoo era el artista, lo que había despertado bastante interés. Y por si eso no fuese suficiente, la tarde anterior había convencido a mis sobrinos para que pegasen algunos carteles por las calles más cercanas a cambio de dejarles usar mi tabla de surf—. Así que creo que ha llegado el momento de hacer un ensayo, ¿qué opinas?

—Opino que moriré de un infarto.

—Siempre tan poco exagerado —me reí.
Kihyun me siguió cuando volví atrás sobre mis pasos hasta llegar a la puerta de la galería.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó.

—Un simulacro. Imagina que la gente está a tu alrededor picando algo, charlando y observando los cuadros, y yo soy un visitante muy exigente que acabo de entrar. —Me moví avanzando por el pasillo hasta la primera sala. Una vez allí, dediqué unos segundos a mirar los cuadros. Después me volví hacia Kihyun y pregunté—: ¿Es usted el artista?

Él se echó a reír antes de ponerse serio.
—Sí. —Se quedó callado y yo le dirigí una mirada que insinuaba que debía seguir hablando, así que se apresuró a hacerlo—: Perdona. Es mi primera exposición y estoy un poco nervioso.

—Pues tienes talento para ser principiante.

—Gracias. En realidad, llevo pintando toda mi vida.

—Interesante. ¿Así que esto siempre fue tu sueño? —pregunté mientras daba un paso para ver el resto de las obras de aquella sala. Él me siguió.

—¿Pintar? Sí. ¿Exponer? No lo sé.

Me salí del papel un momento, porque la respuesta me dejó un poco descolocado.
Le miré fijamente, como si una parte de mí pensase que, si lo hacía con la suficiente intensidad, lograría ver lo que había más allá de su piel.

—¿Y para qué ibas a pintar si no?

—Porque sí. Por el placer de hacerlo. De sentirlo.

—¿Nunca piensas qué pensará otra persona del cuadro que estás creando?

—Es usted un visitante muy curioso, ¿no?

Alzó las cejas de una forma muy graciosa y yo sacudí la cabeza, porque tenía razón, se me había ido un poco de las manos.

—Está bien, volvamos a empezar. —Salí de esa sala y fui hacia la siguiente—.
Imagina que estás aquí y, de repente, alguien se te acerca para hacerte una pregunta concreta.

—Adelante —me pidió.

Señalé la obra de la chica que sostenía un corazón.
—¿Qué significa exactamente ese cuadro?

Noté que él se ponía más nervioso. Porque todo aquello no dejaba de ser algo personal, suyo, que un día después estaría expuesto ante los ojos de todas las personas que quisiesen verlo.

Lo que somos 2° Parte // HyungKi (Ad3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora