5. DICIEMBRE III

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KIHYUN

No quería ver a nadie. No quería pensar. Me limité a ir a las clases, dormir y pintar.
Tenía la sensación de estar atrapado en una de esas bolas de nieve que se agitan para que los copos se muevan y caigan lentamente. Una bola gigante. Podía caminar y caminar, pero, de algún modo, siempre terminaba volviendo al mismo lugar, a la misma calle, a los mismos ojos. Y daba igual cuánto corriese o intentase alejarme, porque al final del camino… seguía estando él.

 Y daba igual cuánto corriese o intentase alejarme, porque al final del camino… seguía estando él

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HYUNGWON


—¿No podemos ofrecer algo más? Mejorar el contrato. Hablar con la universidad.

—Hyungwon, ¿por qué te importa tanto fichar a ese chico? —Sam se recostó en su silla y me miró como cuando pillaba a sus hijos haciendo alguna travesura, con el ceño arrugado—. Es bueno, pero nunca te había visto tan interesado en nadie.

—Es… —tragué saliva incapaz de confesarle la verdad, de hablar en voz alta sobre él con otra persona. Tan solo había tenido un par de conversaciones con mi hermano y fueron al principio, cuando apenas encontraba las palabras que pudiesen definir cómo me sentía porque, bueno, no sentía. —Tengo una corazonada —concluí.

Me levanté y regresé a mi despacho. Abrí el cajón del escritorio y me tomé una pastilla para el dolor de cabeza, a pesar de que solía evitar hacerlo. No me gustaban los medicamentos, pero ese día me iba a explotar el cerebro. Llevaba una temporada así. Por supuesto, mi madre había insistido en que fuese al médico y terminé cediendo solo para que dejase de llamarme a todas horas para recordármelo. ¿El diagnóstico?
La tensión, el consumo de alcohol, fumar, estrés emocional, ansiedad, no dormir lo suficiente…

Hice un par de llamadas que tenía pendientes y el resto del tiempo lo dediqué a contemplar la fotografía que la galería de arte me había facilitado la semana anterior.
Esos tres cuadros llamados Amor capturados en una imagen que no podía contener todo lo que representaban. Suspiré antes de meter la instantánea en una carpeta.

Me fui temprano aquel día porque había quedado con Hyunwoo por la tarde. Ya no recordaba cuándo fue la primera vez que él apareció en casa acompañado por sus hijos y cargado con una tabla de surf bajo el brazo, dispuesto a dejar que le enseñase a hacer algo que siempre parecía haber odiado; pero de algún modo se convirtió en un momento familiar y, de vez en cuando, nos poníamos de acuerdo para pasarlo juntos.

Mis sobrinos me acorralaron en cuanto llegaron, hablándome a la vez a gritos mientras su padre intentaba controlarlos y que mantuviesen la calma. No habían salido a él, no. Eran escandalosos, alocados y poco dados a seguir las normas que sus padres les imponían.

—¿Puedo llevar hoy tu tabla? —preguntó Max.

—Por supuesto que no. —Intenté no reírme.

—¡Vamos, tío Hyungwon! —rogó otra vez.

Lo que somos 2° Parte // HyungKi (Ad3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora