xvi. "sabor amargo"

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Eran las 8:30 de la noche y estábamos debatiendo con Santi y Emi qué combo quería cada uno. Ninguno de los dos quería cocinar y Emi me había dicho que cerca de su casa había un lugar buenísimo de hamburguesas, por lo que el mayor no dudo en escribirle al local. En cierta parte me dió nostalgia porque la primera vez que interactúe con él fuera del jardín, fue literalmente comprando una hamburguesa y aunque quizás Emi no lo recuerde, ese día siempre venía a mi mente como algo bonito.

Mientras Santi buscaba alguna película para ver, yo me levanté para poder ir al baño. Hice mis necesidades y me quedé ahí unos segundos para arreglar mi pelo. Al estar tan incómoda con mi vestimenta, decidí que lo mejor que podría hacer en ese momento era cambiarme la ropa pero la mochila que traje estaba en el living.

—Santi, ¿no viste mi mochila?— Hablé pasando por el pasillo, observandolo sin percatarme de la presencia ajena a nosotros.

—No, creo que papá la guardó.— Concentrado en la televisión, ni siquiera se inmutó para mirarme.

Busqué al papá de este con la mirada y como no lo ví por ningún lado, empecé a recorrer la casa en busca de Martínez. En la cocina no estaba, en su pieza tampoco, ni en la de Santi así que deducí que estaba en el comedor. Y para ir así ahí, tenía que pasar por la puerta principal; dónde mágicamente, Emi se encontraban ahí. La puerta estaba abierta y del otro lado había alguien pero desde dónde yo estaba, no podía verlo.

Su brazo apretaba con fuerza la madera barnizada y al hablar su tono iba más fuerte y duro, haciéndome dar cuenta que estaba discutiendo con alguien y que la persona detrás de la entrada no era el repartidor de comida. Opté por acercarme con lentitud, tratando de escuchar un poco de la conversación ajena, sabiendo que estaba mal ser tan chusma y descarada.

—Es que no tenés cara para venir acá.— Lo escuché decir, cerrando apenas un poco su brazo.

—Emi, quiero verlo.— Ahora una voz femenina me hizo confundir aún más.

—No, andate de acá porque se va a dar cuenta y no quiero que te vea.— Negó con la cabeza, saliendo afuera y dejando entre abierta la entrada.

—Tengo derecho a verlo y conocerlo."//

—Lo hubieses pensado antes de irte y dejarme solo.— Contraatacó el arquero, cruzándose de brazos y decidido a negarle todo lo que la mujer le diga.

—Soy su mamá Emiliano y te guste o no, él me va a conocer.— Fue lo último que escuché antes de que la puerta se abra de par en par, dejándome ver a una mujer morocha y bastante bonita. Detrás de ella, estaba Emi, quién sorprendido y un poco angustiado, me miraba expectante.

—Mandinha, por favor.— Entró rápidamente y tomó el brazo de su ex esposa, frenando su paso e ignorandome por completo. Aunque al principio mostró sorpresa.

—¿Quién es ella?— Al parecer la única que le había importado mi presencia fue a ella, que me miraba como si intentara descifrarme.

—Qué mierda te importa.— Elevó un poco la voz ya cansado de no poder sacarla de su casa.

—¿Podés llamar a Santi?— Me preguntó y yo no supe que hacer.

Busqué a Emi con la mirada, esperando a que él me diga que hacer pero no lo hizo y sin poder dejar de mirarla a ella, soltó un seco sonido de su boca.

—No lo llames.— Dijo soltando el brazo impropio a la misma vez que suspiraba. —Lo saludas y te vas, Mandinha.— Le indicó levantando su dedo índice, girando su cuerpo en dirección a la sala.

Rápidamente, la mujer comenzó a caminar hacía dónde Santi se encontraba, con Emi detrás. Y me apresuré a frenar la caminata del arquero, quedando frente a él para que por fin pudiera mirarla directamente a los ojos.

—¿Estás bien?— Susurré, acariciando su piel mientras lo acercaba a mí.

—Agus, escúchame.— Trató de tomar aire pero se quedó en silencio, manteniendo un frío contacto visual conmigo que me preocupó más de lo debido. —Anda a tu casa y mañana hablamos de esto, ¿sí?— Alejó mi mano y mantuvo distancia.

—Pero, ¿por qué?— Fruncí el ceño, sintiendo unas inmensas ganas de llorar.

—Porque vino la mamá de Santi y no quiero que estés acá. No tenés porqué ser parte de esto, no sos nadie.—Su trato en ningún momento se ablandó y eso me indicó que estaba sobrando en esa casa.

—Primero me comes la cabeza diciendo que soy parte de tu familia y a la primera que aparece ella, me echas como si nada.— Mi voz se rompió sin poder comprender qué quería de mí. Y cuando éste se mantuvo en silencio, serio y mirando hacía un costado; caí en cuenta que quedarme ahí esa noche iba a demostrarme lo poco que le hago valer como mujer. —Emi, yo me voy y no vuelvo. Así que decime por favor qué pasa.— Le advertí, esperando su explicación.

No sos la mamá.— Juntó sus cejas y levantó el mentón. —Así que andate. Por favor, Agustina.

—Perfecto.— Murmuré, con los ojos apunto de estallar en lágrimas. —Deja que agarre mis cosas.— Voltee sobre mis propios pies y caminé apresurada al cuarto de Emiliano.

Intentando contenerme, tomé mi mochila y cuando volví a salir del lugar, él seguía ahí parado. No sé como hice para no quedarme ahí y volver a rogarle, pero, sin siquiera mirarlo salí de la casa y en ningún momento escuché sus pasos detrás de mí. Cuando empecé alejarme del lugar, dejé que mi corazón expresara todo lo que estaba sintiendo en ese momento. Lloré y exploté más cuando me senté dentro de mí auto. Al llegar a casa, llamé como pude a la única persona que necesitaba en ese momento pero en ningún momento atendió mi llamada. Sabiendo que estaba completamente sola, me hundí en mi cama y sólo me dediqué a llorar por la suficiencia que sentí hacía mí y todo lo que había hecho para ganarme tal acto.

Probablemente haya sido muy estúpida y sabía que permitirle entrar en mi corazón con tanta rapidez en algún momento iba a tener sus consecuencias. Y acá estaban esas. Tenía razón las miles de veces en las que dije que siempre es mejor conocer a la persona y no perderse a la química que está puede irradiar junto a vos. Fue mi error no seguir mis propias advertencias y fue mi error llegar a sentir algo por Emiliano a tan poco tiempo de haberlo conocido.

Me sentía engañada y tonta. Le creí cuando me hizo sentir parte de su familia y le creí cuando me permitió ser alguien presentándome a todos sus amigos. Estuve para él cuando más necesitó mi ayuda e incluso cuidé de su hijo cuando no debía hacerlo porque sentía que con él las cosas podrían llegar a ser distintas pero no fue así. Otra vez me había equivocado y si esta decepción me iba a doler tanto, preferiría donar mi corazón para dejar de sentir las palpitaciones romperse de sólo pensar en él y en su hermoso todo. Lo sentí tan real que me hace creer que no merezco todo esto que estoy dejando salir de mí. Pensé que por primera vez había encontrado al hombre ideal para mí y que incluso podría llegar a tener una relación hermosa con su hijo. Me sentía segura, cómoda y aceptada con ellos y ahora, sólo quería llorar porque permití que él me engañe en absolutamente todo.

Emi me dejó un gusto amargo en la boca que no podría ni siquiera saciarlo su más dulce beso.

Terminó de romper mi corazón y no había forma de que pudiera dejar de culparme por eso.

















A/N.

pOR FIIIIN ANOTHER DAY ANOTHER DRAMA DRAMAAAAAAA😁

espero q les haya gustado jiji. 🧤💜

vínculos perniciosos,  dibu martínez. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora