vínculos perniciosos, dibu martínez.

xxxiv. "pequeñas sorpresas"

AGUSTINA POINT OF VIEW.

Hoy nos despertamos temprano para poder ir a la clínica y realizarme los estudios necesarios para saber si mi cuerpo y mi bebé estaban sanos. Más que nada para evitarnos algún problema a futuro. También quería saber de cuántas semanas exactas estaba y si al saber el tiempo de mi embarazo, tenía la oportunidad de saber el sexo estaría aún más contenta. Aunque ésta última opción era bastante difícil que llegara a ser cierta. Tenía dudas pero no al extremo de sentir que ya tenía más de 18 semanas de gestión.

Emi se había encargado de conseguirme turno en la ginecóloga y le habían explicado con todos los detalles necesarios que el primer examen realizado iba a ser el físico. Más que nada para confirmar mi estado y que yo esté en buenas condiciones.

Estaba nerviosa. Tenía tantos nervios que ni siquiera pude terminar de comer la manzana verde que había cortado. Terminó comiendo la fruta Emi mientras le explicaba a Santi lo que íbamos a hacer hoy.

Todavía no le habíamos contado a Santi sobre el hermanito o hermanita que estaba en camino. Principalmente por todo el quilombo que tuvimos al enterarnos. Ya habían pasado alrededor de una semana y media y tenía el leve presentimiento de que Santi se iba a poner más feliz con nunca al saber la noticia. No habíamos hablado específicamente de cómo queríamos contarselo y Emi no vió mejor sorpresa que llevarlo con nosotros a la primera sesión.

— ¿Vos decís que podamos escuchar sus latidos? —cuestioné mientras mordía mis uñas. Estábamos a punto de arrancar el auto.

Santi gracias a dios no podía escuchar nuestra conversación, estaba sumido en su tablet y con sus audífonos prendidos por lo que, el nene se mantenía en su propia burbuja.

— Yo cálculo que sí. Ponele que estás de 6 o 7 semanas. Seguramente ya se pueda oír sus palpitaciones.—respondió el castaño, sentándose mejor en el asientos engomado y acto seguido, colocó la llave que hizo sonar todo el vehículo.

— Me pone nerviosa saber la reacción de San.—susurré, sacando mi celular para poder poner algo de música.

— Vos tranqui. Sabes que se va a poner muy contento.—sonrió con la vista enfrente, mientras su mano libre presionaba levemente la mía, tranquilizandome.

— San, ¿escuchamos música? —me giré apenas un poco para que el menor pudiera verme y sin mucho esfuerzo, logré que este mismo se sacará los audífonos y prestará atención a lo que le estaba diciendo.— ¿Querés escuchar música conmigo y papá?

— ¡Sí! —sonrió dejando el aparato hacía un lado y rápidamente, se incorporó en su asiento.—

— ¿Qué canción pongo?—dudé, levantando una ceja mientras observaba la cantidad de títulos que había en Spotify.

— La que dice...—pausó su voz para luego cantar una partecita de la qué canción que escuchaba desde que había salido.— Mandale cumbia perro.

Emi no pudo evitar reír y acto seguido, contagió mí risa.

— Pero después dejame escuchar la de Shakira.—sugerí, poniendo la canción que tanto le gustaba al menor.

Apenas la melodía inundó los parlantes del auto, Santi comenzó a mover su cabeza en la misma sintonía que su papá. ¿Cómo es que hacían exactamente lo mismo? Eran tal para cual.

— Yo también quisiera bailar con esta canción de fondo y que me suban a Instagram.—expresé con una sonrisa juguetona en mis labios. Recordando con exactitud el vídeo que Lio había subido de Anto.

— Pero si nunca bailas.—se defendió el mayor, frunciendo el ceño.

— Cállate, mentiroso. En navidad me la pasé bailando con tu mamá y hermano.—hice un montón con mi mano izquierda, mirándolo fijamente.