xxxv. "darling"

3.4K 283 16
                                    

Observé detenidamente la forma en la que Emi posaba los vasos sobre la mesa de cristal. Los había dejado con tan poco cuidado que el arándano que contenían casi cae por los bordes del vaso. Me limité solamente a seguir cada paso que el adulto ejercía.

Antes de sentarse en la silla de machimbre, pateó de regreso una pelota que Santi había perdido mientras jugaba en la pileta del patio. En el momento que la pelota tocó fuertemente el agua, todo su cuerpo descansó sobre los almohadones del diminuto sillón.

Hacia tanto calor que con facilidad la garganta se me secaba y eso me mantenía constantemente tomando líquidos casi helados. Odiaba el calor y nunca podría acostumbrarme a la sensación de estar derritiéndome bajo el intenso sol.

Los únicos que disfrutaban éstas temperaturas eran Emi y Santi.

Envidiaba cada vez que los veía sin remera, fresquitos y disfrutando del día. Yo para estar cómodamente sin sentir calor, tenía que bañarme alrededor de 5 veces en el día y eso era poco. Para colmo, no me metía a la pileta porque últimamente el cloro me hacía peor de lo que imaginaba.

— ¿Viste la fuerza que tiene Santi para patear? —cuestionó el castaño, mirando a su hijo.

— No sé distinguir esas cosas.—hablé a la misma vez que deleitaba mis papilas gustativas con el dulce sabor frutal del jugo.

— Es que recién ahora noté la forma en la que patea.

— ¿Sigue entrenando?

— No, después del mundial dejó de jugar.

— Deberías llevarlo de nuevo.—murmuré, dejando lo que tenía en mi mano y acomodándome mejor en la silla.

La situación era bastante incómoda. Más que nada porque sabía que Emi tenía algo que decir y sólo lo estaba haciendo más largo por los nervios.

Antes de que me presentara en su casa, me había enviado un mensaje para avisarme que tenía ganas de hablar conmigo y necesitaba que fuera hoy sí o sí.

Hasta ahora, no me dió ni una pista de nada y eso me mantenía insegura. Después de tantas idas y vueltas, llegaba a pensar que cualquier noticia que él me dé puede no ser lo que yo esperaba.

— Emi.—llamé su atención, acariciando la diminuta panza que con cada día concurrido, crecía.

— ¿Mhm?

— ¿De qué querías hablar? —levanté una ceja, abriendo el paquete de mi snack favorito. Los twistos de jamón serrano eran mi perdición.

El silencio que se generó parecía cómico. Lo único que podía escucharse era la manera en la que masticaba mi comida.

— Tiene que ver con el trabajo.

— Contame, bobo.—dejé todo sobre la mesa y me incorporé en mi lugar, mirándolo.

— Después de volver de Italia me fui, ¿te acordás? —asentí, sabiendo perfectamente de lo que hablaba, ya que antes de que me enterara de que estaba embarazada; Emi tuvo que irse a Inglaterra.— Bueno. Después de Qatar, a casi todos nos accedieron unas vacaciones cortas. Yo las disfruté con vos hasta que volvimos a Argentina y yo me fui para allá.

— Sí, eso lo sé Emi.—fruncí el ceño, confundida.— Pero no entiendo a qué querés llegar con todo eso.

— Siempre me la pasé poniendo excusas y gastando plata que no debía para volver a Argentina las veces que podía.—continuó, tomando aire.— Ya no puedo seguir haciendo eso, Agus. Es poco profesional y lo único que quiero en este momento es estar por completo en el club.

vínculos perniciosos,  dibu martínez. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora